La inspección vehicular mojiganga

Terminando cada gestión se anuncia a la población la inspección vehicular, procedimiento que se realiza también a medio año, para supuestamente garantizar la seguridad en cuanto a la vialidad; la ley 165 indica que la inspección vehicular debe realizarse en movilidades públicas y privadas, en fin, un trámite más de la gran burocracia boliviana.

Quienes tienen más años y experiencia, o mejor memoria, ¿podrían decirnos cuándo fue efectiva, eficiente, objetiva y con resultados medibles la famosa inspección vehicular?, ¿desde su implementación han disminuido los accidentes?, ¿la señalización de autos varados con los famosos triángulos ha obtenido cambios significativos en temas de vialidad y seguridad?

Es tan cómico el asunto, que quienes no queremos entrar en el juego corrupto de pagar unos pesos y tener el adhesivo y el certificado que acredita haber pasado por la inspección, hacemos aclaraciones a los uniformados que entran ya a ridículas explicaciones. ¿A qué me refiero con eso? A observaciones como la que yo viví (siendo cirujana) que una caja de primeros auxilios tenía alcohol, yodo, guantes, gasas, vendas, tijera y hasta bisturí y suturas, pero no agua oxigenada como pedía el policía (en los estándares médicos este elemento no es indispensable). ¡Yo llevo hasta guantes y bisturí!

Y luego mostré una caja de herramientas y tras mostrar la gata, llave, desarmadores, llanta de auxilio y demás elementos, no califiqué porque no había un alicate. En fin, lo más jocoso es que piden cada detalle y a pocos metros pasan autos sin placa o minibuses y surubís en condiciones insalubres, con ventanas selladas (eso y la tos de un pasajero es la mejor combinación para que todos terminen contagiados), o asientos destartalados que tienen que plegarse y desplegarse según el ingreso de pasajeros.

También los policías vigilan que esté el extinguidor, con exigencias de peso y fecha de vencimiento, aunque no hay nada específico en la norma, pero vemos autos a poco de ser chatarra, que en algunos casos brindan servicio público regular, o emiten humo negro que contiene moléculas que contaminan a todos, incluidos los que hacen la inspección. Pero eso no es importante.

Suena quisquillosa la mención a situaciones obvias, así como que muchos ya han naturalizado el pasar unos pesos para el certificado o aguantar nomas horas de filas y de estúpidas preguntas de los policías.

Sin embargo, me parece importante evidenciar que la desinstitucionalización se encuentra en todas las escalas, desde las máximas autoridades designadas a dedo sin méritos para determinados cargos, hasta el uniformado que hace las inspecciones (que tienen un costo, pero no sabemos el fin de ese dinero).

Urgen reformas para vivir en paz, sin el uso y abuso de normas y sus colaterales que potencian la multicrisis del país, porque todo se relaciona: en el caso de la inspección vehicular podemos añadir que “pobrecitos los que hacen la inspección, ganan poco”. Puede ser, y si estamos en crisis económica está peor el asunto. Pero por otro lado, los temas colaterales, corrupción y soborno, son potenciadas por la crisis social y moral.

Aún así, en tiempos decembrinos queda la esperanza de mejores días.

Cecilia Vargas es médica y docente universitaria.