Componentes importantes de la democracia
son las elecciones de las autoridades de Gobierno. Otros componentes son los
que permiten escuchar la voz de los ciudadanos entre dos procesos
eleccionarios. En la primera parte de este artículo las describo y muestro sus
problemas mientras que en la segunda hago algunas sugerencias para el buen uso
de los instrumentos democráticos.
Entre dos procesos eleccionarios, el pueblo se expresa a través de sus representantes nacionales en el Congreso, la prensa, las calles y algunos instrumentos de consulta. En estas formas de expresión hay muchos problemas de manera que la democracia no funciona en su plenitud.
Idealmente, en una democracias representativa, la conformación de opiniones tiene carácter piramidal: comienza desde abajo y posteriormente es canalizada por la prensa o los partidos políticos. Cuando estos últimos asumen esta tarea, concilian las diferentes opiniones y encargan a los parlamentarios reproducirlas en el Congreso. Ello requiere que los partidos políticos tengan mecanismos de escucha idóneos y estén dotados de instancias de debate y conciliación. Los mecanismos de escucha idóneos pueden ser los mismos parlamentarios a condición de que tengan alguna relación orgánica o no con las bases. La existencia de instancias de debate y conciliación requiere que haya democracia interna en los partidos.
Suponiendo que los partidos logren superar estas condiciones, se enfrentan a un problema institucional mayor. La Cámara de Diputados tiene 130 miembros y la de senadores 36. En la Cámara de Diputados todos quieren tomar la palabra con lo que los debates se alargan inútilmente, son confusos y las buenas propuestas se pierden en un maremágnum de discursos. Ahí muere la posibilidad de que la gente haga escuchar su voz a través de ese medio.
Otro instrumento de expresión popular es la prensa a través de las opiniones recogidas y publicadas por los periodistas o a partir de artículos escritos por líderes de opinión. Ello requiere que la prensa sea independiente del poder político, que los periodistas tengan la formación profesional suficiente para comprender las preocupaciones de la gente y ordenarlas en orden de importancia y que la población preste atención a lo que se publica en la prensa. En Bolivia, estas condiciones se realizan difícilmente.
Frente a la dificultad de ser representados por los parlamentarios y de encontrar eco en la prensa, mucha gente opta por hacerse escuchar en las plazas, calles y carreteras a través de cabildos y de bloqueos. Se trata de instrumentos permitidos por la CPE, con alto costo social y económico. Esa práctica, tan frecuente en Bolivia, implica la pérdida de mucho dinero para la producción y el comercio. Por otra parte, también puede ser puesta en tela de juicio su idoneidad para representar la voluntad popular en condiciones donde la manipulación política y sindical es una práctica común.
Existen también otros medios por los cuales las personas pueden hacer escuchar su voz. Por ejemplo, las encuestas de opinión. Pero, estas tienen poca vigencia en Bolivia.
En suma, entre dos procesos electorales, los canales de expresión ciudadana son estrechos introduciendo obstáculos importantes al funcionamiento de la democracia.
En procesos relativamente lentos se puede mejorar el funcionamiento de la democracia. En primer lugar, corresponde prestar atención a la conformación y funcionamiento de los partidos políticos que nos representan en el parlamento. Estos tienen que asumir el rol de mediación entre la gente y el poder político, para ello necesitan poner en marcha mecanismos de democracia interna, tener instancias de estudio y análisis para captar adecuadamente las preocupaciones ciudadanas y escoger a sus candidatos entre su militantes más idóneos. Suponiendo que los partidos hayan cumplido con estas funciones, es necesario pensar en una drástica reducción del número de diputados pues siendo tan numerosos es imposible que el congreso funciones en forma eficiente.
Se requiere también crear las condiciones propicias para tener una prensa independiente y lograr que los periodistas mejoren su formación profesional. Esta es una tarea de las universidades.
Finalmente, Bolivia debería penalizar las amenazas, presiones y extorsiones que los gobiernos, sindicatos y movimientos sociales ejercen sobre las personas para que asistan a manifestaciones callejeras. Estos actos son atropellos a los derechos humanos y no contribuyen a la democracia. Deberían estar prohibidos y penalizados. Ojalá que poco a poco se deseche la práctica de los bloqueos como forma de hacer escuchar la voz de la población.