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03/07/2024
De media cancha

La casta, el incesto y Zúñiga

Diego Ayo
Diego Ayo

En Bolivia gobierna una casta. ¿Qué es una casta? Una porción de la población que se cree con el derecho de tener privilegios “adicionales”. Privilegios fuera de la ley. ¿Puedo contrabandear a gusto? Claro, eres casta. ¿Puedo exportar cantidades de cocaína al exterior sin penalidad alguna? Claro, eres casta. ¿Puedo contratar familiares, amantes, amigos en el servicio público? Claro, eres casta. La casta funciona en base a criterios de lealtad: a los leales todo, a los desleales nada. ¿Y los que hemos estudiado alguito y tenemos algún mérito? ¡Guárdenselo! Sólo sirve un criterio: pertenecer a la casta y deberse a ella. ¿Cuál es y ha sido esa casta? El MAS. Este partido ha “castificado” el Gobierno más que nunca.

¿Cuándo corre riesgo este modelo? Cuando un miembro de la casta siente que sus “derechos adicionales” no se han cumplido y se subleva: ¡quiere más! ¿No les suena familiar lo que vengo diciendo? Claro, eso, exactamente eso ha sucedido con el general Zúñiga: el quiebre de la casta. El sujeto creyó tener su “derecho adicional” asegurado por pertenecer a la casta. No lo tuvo. Incluso ser casta tiene límites. Hay reglas que hay que cumplir. Una de ellas es el silencio estupidizante a cambio de riqueza. ¿Cuál fue el error del general? Hablar, y hablar más de la cuenta. Notable error. Te dieron el máximo honor para un militar, ser comandante, ¡no por tu inteligencia!, claro que no, ¡te lo dieron por ser miembro ilustre de la casta!

El MAS dio pie a un modelo estatal de desmovilización permanente. ¿Qué es eso? Un modelo de despolitización metódico y constante: “te doy lo que quieres, pero dejas de pensar (o sea, dejas la política)”. El error de Zúñiga fue pensar. Pensó mal, es cierto, pero pensó. Este acto es una afrenta casi criminal en un modelo incestuoso como el que tenemos. ¿Cómo te atreves a pensar Zúñiga si te hemos dado el 100% de la jubilación y te hemos hecho comandante siendo el número 48 de tu clase, o sea, estando en el tercio más bajo de tu promoción? Error. ¿Cómo podemos denominar a este fenómeno? El vaciamiento de la política. Ya no eres una autoridad pública, eres un súbdito individual del poder del Arce y su gente. Puedes ser agradable en una fiesta y contar los mejores chistes. Claro que sí, ¡pero tienes dueño! No te olvides. En una casta, las jerarquías son y deben ser claras. Por ende, tu error, Zúñiga, no es haber dado un golpe de Estado, tu error es haber quebrado la jerarquía del poder de la casta.

¿Acaso no te enteraste que siendo mediocre –porque eres mediocre a rabiar– el Luchito te dio todo el poder? Fuiste desleal a tu casta. Tan sólo eso. ¿No te diste cuenta que tenías el derecho adicional a robar, dar “ayuditas” a los amigos y parientes, meterte en “casas de disfrute” con tal de no quebrar la jerarquía de la casta? Te pasaste de gil, Zúñiga. Tenías el mayor “derecho” de un ser humano: olvidarte de la moral, olvidarte de las leyes. Te debiste acordar sólo de una cosa: el príncipe divino Arce te dio el mayor honor que te merecías. Bueno, el honor que no te merecías, seamos sinceros. Pero ya ves, la casta es casta y te tocaba a ti.

¿Cuál es la lección? Por favor, masistas, escúchenme: su casta se puede desbaratar cuando se atreven a introducir el incesto como motor de desarrollo. Si juegas básquet con tu general, si eres su brother y lo nombras comandante, la casta empieza a oler mal. Se torna incestuosa y narcisista. Y el riesgo es grande: los miembros se indisponen políticamente y ¡quieren todo! ¿Puedes encubrir endógamicamente a uno de tus miembros si se sobrepasa en sus deseos? Sí, puedes y el MAS lo hace todos los días con sindicaleros, mineros (del oro), burócratas que han contratado a sus esposas y amantes (en distintos ministerios, claro) y demás. Entonces, ¿qué pasó? No se pudo encubrir a Zúñiga. Ya era demasiado público el asunto como para “arreglar entre hermanos”. Eso pasó. El general se salió de todo cauce y fue expulsado de la casta. Había que inventar algo: “dio golpe”. Ajá. Ya vimos que los masistas saben usar esta categoría a su regalado antojo.

Ya ven, mis masistas amigos: sean mansos. Esito es lo único que pide esta casta a cambio de todo lo que soñaste: riqueza y poder.

Diego Ayo es cientista político.




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