El pasado lunes 3 de octubre, el gabinete del nuevo
presidente William Ruto, consideró la amplia gama de informes científicos en
respaldo del uso de OGM para el sector agro de su país y decidió levantar la
moratoria que tenían hacia este tipo de semillas.
Esta es la voluntad política que ha faltado desde 2012, cuando el Gabinete prohibió la importación de alimentos y productos para piensos derivados de la tecnología GM y, sin embargo, se desarrolló una política de biotecnología y una ley de bioseguridad para guiar el desarrollo y aplicación segura de OGM.
Kenia tiene un sistema de bioseguridad progresivo y una vibrante comunidad de investigación biotecnológica que se había visto obstaculizada por esta prohibición. Sus centros de investigación y universidades, formaron profesionales que han alcanzado niveles de postgrado en las distintas áreas de la biotecnología.
Actualmente, Kenia atraviesa una sequía punzante que ha expuesto a tres millones de kenianos a la hambruna en 23 condados, lo que obligó al gobierno a intervenir con ayuda alimentaria. Sin la moratoria se permitirá las importaciones de maíz transgénico que están fácilmente disponibles en el mercado a un costo más bajo para ayudar a reducir el precio de la harina. El nuevo presidente abandonó el esquema de subsidios, que calificó como costoso para la economía.
El Gabinete tuvo en cuenta varios informes técnicos y de expertos, incluido el de la Autoridad Nacional de Bioseguridad (NBA) de Kenia, la Organización Mundial de la Salud, la Organización para la Agricultura y la Alimentación, la Organización de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos de América. (FDA) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
Kenia ya ha desarrollado su propio OGM de acuerdo a sus necesidades. En el centro de la Organización de Investigación Agrícola y Ganadera de Kenia (KALRO) en Mtwapa, Kenia, han obtenido un evento para yuca, propensa a la devastadora enfermedad de la raya marrón de la yuca.
Se considera a esta enfermedad una de las enfermedades de las plantas más peligrosas del mundo debido a su impacto significativo en la seguridad alimentaria y económica. Las variedades de yuca resistentes a la enfermedad podrían mejorar considerablemente la capacidad del cultivo para alimentar a África y generar ingresos para los pequeños agricultores.
Adicionalmente, son el segundo país en África, después de Nigeria que ha publicado directrices para utilizar la edición del genoma, considerada una técnica biotecnológica más avanzada. Con la prohibición, este país ha perdido 10 años de avance en biotecnología. Una lección que deberíamos aprender en Bolivia también y dar más capacidad de liderazgo a los investigadores para que sean tomados en cuenta en los procesos de regulación con sustento científico y dejar los años de oscurantismo para poder desarrollar nuestra propia innovación.
Con el fin de esta moratoria, Kenia tiene el panorama despejado para ingresar a la bioeconomía, haciendo uso de innovaciones en biotecnología y biofabricación. Este país cuenta con los recursos biológicos, la investigación y capacidad de innovación. Mucho dependerá de la inversión que pueda captar y capitalizar los activos intelectuales en una incipiente infraestructura y ecosistema de innovación con potencial para madurar aún más.
Cecilia González Paredes M.Sc.
Especialista en Agrobiotecnología