Este país ha ido progresivamente
desde rechazar el uso de alimentos genéticamente modificados - OGM, a ser uno
de los que lidera en el continente en el uso de la biotecnología para la
producción agrícola, a la par que ha desarrollado su propia ciencia y tecnología.
Cabe aclarar, que el rechazo no era un tema general de toda la sociedad keniana. Como muchos otros casos, era algo que se promovía a través de ONGs, principalmente europeas, que montaban campañas llenas de temor contra los OGM. Hace más de seis años, este país empezó a tener la oferta académica de licenciatura en biotecnología.
Sin embargo, la normativa en bioseguridad de los OGM no se consolidaba y hasta hubo protestas por parte de los estudiantes, que empezaban a titulares como biotecnólogos en un país que no daba señales claras de abrir espacios para que sus mismos ciudadanos puedan investigar y generar tecnologías de acuerdo a sus necesidades.
El 2008, el parlamento de Kenia aprueba la Ley de bioseguridad, que entró en vigencia el 2009, cuyos tres objetivos son: Facilitar la investigación responsable y minimizar los riesgos de los OGM; asegurar un nivel adecuado de protección en el desarrollo, transferencia, manejo y uso de OGM; y establecer un proceso transparente, predecible y basado en la ciencia para revisar y tomar decisiones sobre el desarrollo, transferencia, manejo y uso de OGM y actividades relacionadas.
Con el marco de bioseguridad finalmente desarrollado y los roles claros, el comité de bioseguridad de Kenia iniciaba sus funciones hasta que en el 2012, la publicación engañosa de Gilles-Eric Seralini causó innecesaria alarma y este país decidió poner una prohibición a la importación y cultivo de OGM.
Los científicos en Kenya, dedicaron sus siguientes años a desmitificar y probar que lo que Seralini manifestaba era carente de sustento. Año tras año, el comité de bioseguridad revisó los estudios locales donde se mostraba que el uso de OGM no causaba los estragos que el “científico” manifestaba. Puede leer más sobre este señor en el libro digital El asunto Seralini. El callejón sin salida de una activista en la ciencia.
Para el 2020, Kenia terminó por levantar la prohibición, tomando en cuenta todos los estudios que fueron presentados, evaluando algodón, maíz e incluso la yuca, un cultivo OGM desarrollado por investigadores kenianos, que es resistente a la enfermedad de la raya marrón de la yuca. Al poco tiempo se aprobó el cultivo de maíz y algodón OGM, en una primera instancia para realizar las pruebas y comprobar su eficacia.
El 2021, el gobierno terminó por aprobar la yuca OGM y Kenya se halla en el proceso de producir la semilla y trabajar con los primeros productores, aplicando los protocolos necesarios. No existen variedades de yuca con resistencia natural a este virus propagado por moscas blancas y esquejes infectados. Esta plaga provoca pérdidas devastadoras de hasta el 98% para los productores de yuca en Kenia.
Con la prohibición levantada, un comité de bioseguridad operativo y el apoyo científico desde la academia y diferentes instituciones de investigación, Kenia sigue moviéndose para producir mejor con tecnología más precisa aún que la utilizada para producir OGM. La semana pasada la Autoridad Nacional de Bioseguridad (NBA) de este país ha publicado las Directrices de edición del genoma. Esto marca un paso importante para desarrollar regulación de esta herramienta y luego de Nigeria, se convierte en el segundo país en este continente en publicar estas directrices.
Este país tiene una serie de proyectos de investigación con esta herramienta en el área agrícola que involucran sorgo, maíz, plátanos, cerdos y ganado vacuno. Así, los kenianos en vez de perderse en discusiones triviales o argumentos jalados de los pelos, decidieron apostar por generar sus propias herramientas y soluciones, todo bajo un marco regulatorio operativo y que funciona con el sustento científico. En Bolivia, es lamentable pero seguimos retrasados en salir de las discusiones basadas en ideología y sin soluciones claras a los múltiples problemas en producción agrícola que tenemos.
Cecilia González Paredes M.Sc.
Especialista en Agrobiotecnología