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Filia Dei | 11/10/2021

Japón sin miedo a la edición genética

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Tomates y pescados editados genéticamente han sido ya lanzados al mercado japonés para el consumo humano.

En marzo de este año, la empresa Sanatech Seed empezó a distribuir la semilla de su tomate Gaba. Este producto fue editado genéticamente para aumentar los niveles del ácido alfa aminobutírico, compuesto que está presente en todos los tomates y ayuda a regular la presión alta.

Hace unas semanas, Sanatech presentó oficialmente sus tomates y ha incrementado la producción de semillas para distribuir a más productores, en atención a la demanda que han generado estos tomates.

Casi al mismo tiempo,  llegaba la información sobre el pez, que gracias a la edición genética, logra crecer más que su variedad convencional y en el mismo período de tiempo. Esto implica que hay 20% más disponibilidad de proteína animal por individuo.

Este besugo desarrollado por Regional Fish Institute con sede en Kioto se asoció con la Universidad de Kioto y la Universidad de Kindai y logró que esta variedad tenga una eficiencia mejorada en la utilización del alimento en aproximadamente un 14%.

La edición genética, otra herramienta de la biotecnología, logra reducir los tiempos de mejoramiento de variedades domesticadas. Estas modificaciones siempre se han realizado, desde que dejamos el formato nómada hace miles de años.

La diferencia es que en vez de estar en ensayo y error durante ocho, 15 o 30 años, hoy es factible obtener los mismos resultados que la modificación tradicional en el lapso de dos a tres años, incluidas las pruebas en campo.

Como podrá imaginar,  así como hay gente que a la fecha sigue en contra de las vacunas y piensa que todo lo que nos comemos fue hecho por la "naturaleza", también se oponen a que la producción de alimentos pueda usar mejores tecnologías para obtener beneficios, no sólo para la salud o rendimiento, pero en varios países están ya listos con cultivos que resisten sequías, heladas, o a diferentes plagas.

¡Que locura!  Exclaman estas personas que ignoran que muchos de sus vegetales "orgánicos", provienen de semillas mutantes. De hecho Japón es una de las naciones con una extraña fascinación por utilizar la mutagénesis inducida para lograr varios cultivos.

Esta técnica se volvió popular entre 1950 y 1960. Para lograr modificar el material genético, se emplea radiación atómica a través de rayos gamma, rayos X, o mediante el uso de agentes químicos orgánicos como la colchicina. Todo muy natural, como podrá imaginar.

El problema con esta técnica es su bajo porcentaje de éxito. Aproximadamente un 10% de éxito. Aún así, Japón utilizó está técnica para varios de sus alimentos. Al parecer están listos para emplear una técnica más eficiente y con mayor porcentaje de éxito.

A los amantes de invocar al dios principio precautorio, recordarles que si no pueden probar el supuesto daño que causan estos nuevos productos alimenticios, dejen de inventar historias de ficción.

Argentina ha demostrado que la edición genética está logrando quitar la exclusividad de innovar a las multinacionales y pone esta herramienta en manos de empresas nacionales e institutos de investigación públicos.

En efecto, incluso en Bolivia podríamos beneficiarnos de esta tecnología si dejamos que las ideologías y la política agrícola y científica se alineen con el ideal de que el país logre dejar el retraso y genere su propia ciencia e innovación, atendiendo las necesidades locales.

Cecilia González Paredes M.Sc.

Especialista en Agrobiotecnología



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