La referencia bíblica “ver para creer”
explica la convicción que tienen los ciudadanos de que no hay dólares cuando
intentan comprarlos en una casa de cambios y les dicen que no hay. La oferta y
demanda de dólares no son transparentes. En una primera parte de este artículo
intentaremos analizar el estado en que se encuentran, mientras que en la
segunda haremos algunas sugerencias para calmar el mercado cambiario.
La oferta de dólares se origina en las exportaciones (legales e ilegales), en remesas, en desembolsos netos de deuda, en inversiones extranjeras y en las reservas internacionales del Banco Central, de los bancos y de las familias). Las exportaciones constituyen la principal fuente de la oferta de dólares. El año pasado, las oficiales llegaron a cerca de 11.000 millones de dólares y se estima que las ilegales estuvieron alrededor de los 3.000 millones. En total, la oferta de dólares por concepto de ventas al exterior llegó a unos 14.000 millones de dólares. Las exportaciones de Bolivia con relación al tamaño de su economía, medido por el PIB, están entre las más altas de la región, lo que no significa que no puedan crecer aún más.
En el 2023, las importaciones oficiales superaron el valor de las exportaciones por unos 500 millones de dólares. Entre las importaciones oficiales y las de contrabando, Bolivia importa algo más de 14 mil millones de dólares. Luego, hay dólares para importar, pero no se ven (“ver para creer”). Este monto es preocupante pues significa que cada boliviano, incluyendo niños y población rural dispersa, importa más de mil dólares anualmente, lo que significa que cada familia gasta en promedio 5.000 dólares cada año en productos importados.
Una razón importante del desequilibrio en el mercado cambiario es la exagerada demanda de importaciones. La otra fuente es la demanda de precaución originada en la incertidumbre sobre el precio de la divisa. Se espera que los bonos del BCB se constituyan en un refugio para protegerse de la sensación de inseguridad.
Aproximadamente la mitad de las importaciones se explica por las compras de hidrocarburos y de automotores, las que podrían disminuir con una política adecuada de precios internos de gasolina y de diésel como la que sugerí el 16 de febrero en Brújula Digital. Con la disminución de las importaciones en ambos rubros, se podría ahorrar unos 2.000 millones de dólares.
En la otra mitad de las importaciones se encuentra la compra del exterior de artículos que podrían producirse en Bolivia, como ropa, zapatos, alimentos procesados, etc. La clase media se viste con ropa y zapatos importados y consume yogur importado. Esto se debe a un dólar barato, a problemas de falta de adecuación de la oferta a los gustos del consumidor, a la baja productividad y a un marco macroeconómico poco favorable al desarrollo de una industria nacional. Si hubiera políticas adecuadas de promoción de la producción nacional, disminuiría la demanda de importación aumentando también la disponibilidad de dólares.
Paralelamente, se puede adoptar políticas para acrecentar la oferta de dólares aumentando las exportaciones. Una medida en este sentido ha sido el reciente acuerdo firmado entre el Gobierno y los empresarios privados. Por otra parte, se puede aplicar la sugerencia de la creación de una agencia estatal comercializadora de minerales (oro y otros), que compita con las comercializadoras privadas, para lograr que los dólares provenientes de las exportaciones se inserten en el circuito formal de la economía.
Finalmente, cabe hacer referencia al mercado de divisas. Puede o no haber muchos dólares para importar, pero la gente quiere ver que existen esos dólares en el mercado y que pueden acceder a ellos si lo desean. Tienen razón, pues la mayoría ignora cómo pasan los dólares de las exportaciones y otras fuentes a manos de los importadores si en los bancos y casas de cambio dicen que no hay cuando se los demanda. Hay un problema de transparencia en el mercado cambiario que requiere se le preste atención. Una solución posible es volver al “bolsín” vigente hasta antes del primer Gobierno de Evo Morales. Este es un sistema de remate de dólares al interior de una banda de precios. El remate libre y público permitiría dar transparencia al mercado cambiario y, además, fijar su precio según la oferta y la demanda, terminando de esta manera con la especulación.
Paralelamente, será necesario reforzar ASFI para erradicar posibles prácticas ilegales del sistema financiero.
En conclusión: hay dólares, pero no se sabe cómo se los negocia lo que lleva a la convicción de que no los hay. De otra manera ¿cómo se explica el financiamiento de las importaciones?
Rolando Morales es PhD en economia.
@brjula.digital.bo