Evo Morales amenaza, dice que bloqueará los caminos del país si no lo habilitan como candidato. ¿Qué quiere? Según su cinismo, que se dé plena vigencia a la Constitución, una justicia limpia e independiente, que no haya golpe judicial, que el Gobierno no use a la justicia como arma política contra los opositores, que se cumpla el Estado de derecho...
Tiene demasiado cinismo para plantear todo eso, pues Morales fue el primero en violar la Constitución y las leyes del país. En la Carta Magna de 2009 existe un artículo transitorio aceptado por él para evitar que se presentara a la próxima elección presidencial; para aprobar esa Constitución él dio su palabra indicando que no sería candidato. No cumplió su palabra, en realidad, nunca lo hizo.
Después, llamó al referéndum de 2016, indicó que cumpliría su resultado, expresó que si perdía se iría a su chaco con una adolescente, no lo hizo porque su chaco era el palacio presidencial. Candidateó nuevamente violentando el cumplimiento de la ley, usó a la justicia para que se le reconociera su “derecho humano” a candidatear indefinidamente; sus obsecuentes fallaron en su favor, hoy esos mismos le dan la espalda pues apoyan lo que diga el poder de turno.
Morales pide justicia independiente cuando por 14 años usó a esa justicia para prolongar su poder y para tapar sus corrupciones, de la cuales Arce era su cómplice. Dice que no se debe usar a la justicia como arma política, cuando fue él quien la utilizó como su mecanismo preferido para destruir a la oposición.
Morales expresa que quiere que haya Estado de derecho, cuando él durante su mandato absorbió al poder judicial, cooptó y utilizó al poder electoral; tras las elecciones de 2019, cuando mujeres, niños y jóvenes se movilizaron y lo empujaron a que renuncie, el cobarde huyó con llanto en los ojos, juntando sus lágrimas con las de García Linera. Hoy el fugado olvidó su cobardía y dice que hubo un “golpe de Estado” en su contra. También Arce fugó del país; salió de Bolivia gracias a la benevolencia de la presidenta Jeanine Añez, que le dio salvoconducto, creyendo que eso se debía hacer en favor de un enfermo de cáncer. Ahora el enfermo usa todas sus artimañas para dejar en la cárcel a la expresidenta.
Morales muestra cinismo para presentarse como defensor de la democracia; su cómplice fue el actual presidente; más todavía, fue el cómplice de hundir la economía despilfarrando los recursos del boom de las materias primas, evitando que haya exploración de hidrocarburos. Ambos son culpables de la crisis económica que azota a Bolivia.
Morales no defiende la Constitución, moviliza a sus bases, que se reducen a los cocaleros, porque él quiere una justicia propia, desea tener un Tribunal Constitucional obsecuente que lo habilite para ser candidato en 2025, esa es la razón de toda su estrategia política.
Morales es un autoritario de alma dictatorial que ha probado las mieles del poder, por eso desea retornar a ellas, para vivir adulado por sus clientelas, usando sin medida el erario público para sus caprichos. Si Morales ama el poder, ahora Arce demuestra lo mismo, copia todos los defectos del que era su jefe y protector.
A Arce Morales le prestó el poder, pues lo creía fiel, leal, creía que gobernaría como su “vicepresidente” mientras el exjefazo pensaba controlar el poder y las arcas públicas; inocente creencia, pues ni bien Arce fue ungido como presidente, sintió que el poder era suyo y poco a poco, fue desobedeciendo a Morales.
El poder le hace creer a Arce que es un buen presidente, al mirarse al espejo, éste, junto a los obsecuentes, que siempre existen en derredor de las mieles de poder, le enseñaron y aconsejaron que el poder hay que mantenerlo, cuidarlo, haciendo todo lo necesario, legal o ilegal, moral o inmoral, para hundir a quien quiera arrebatárselo.
Arce no es un líder, no es un caudillo, pero es el dueño de la billetera pública, ésta es un instrumento muy útil para convencer a la “reserva moral de la sociedad”, a los movimientos sociales, de que es mejor estar cerca del Gobierno. A ello se debe la docilidad de la COB, de las Bartolinas, de la CSUCTB y otros movimientos sociales que expresan que el “hermano Lucho” es el nuevo líder del proceso de cambio. Todos los que antes se arrodillaban ante Morales ahora lo hacen ante Arce.
Morales y Arce pelean por el poder, no lo hacen por ideas, eso de la revolución democrático cultural se hundió hace tiempo, el proceso de cambio no existe. El Estado plurinacional es una bolsa vacía. En los actos públicos de arcistas y evistas ya no hay utopías, sólo existe la pobreza moral de dos personajes desprovistos de ética y de estatura política para dirigir a un país. Además, a ambos se les nota el tufillo de la cercanía al narcotráfico. El MAS del uno y del otro ya no tienen nada que ofrecerle al país.