El 19 de febrero de 2002, una granizada
azotó la ciudad de La Paz. Causó innumerables daños tanto a los individuos como
a las infraestructuras, por lo que fue calificada de crisis. El evento se
presentó como un desastre natural excepcional. ¿Lo recuerda?
La mayoría de desastres relacionados a excesos de lluvias en las ciudades, por regla general, están conectados a un tema de deforestación urbana y asentamientos en zonas de peligro. Estos asentamientos tienden a ser ilegales hasta que por insistencia se vuelven “legales”.
Justo el año pasado, en medio de los días llenos de humo en la ciudad anhelábamos que cayeran lluvias para disipar la tremenda contaminación. Hoy los paceños vivimos en medio de una alerta continua cada que se nubla y con un gran caos vehicular por los múltiples destrozos que han dejado las pasadas tormentas.
Si revisamos la historia de otros desastres previos al de 2002, encontraremos otros 10 incidentes entre 1980 y el 2000 que abarcan derrumbes por filtración o inundaciones por desborde del río.
Si bien tuvimos por algunos años un sistema de alerta temprana, y ojalá hubiera estado en funcionamiento para prevenir tantos daños, lo cierto es que la mancha urbana sigue creciendo sin control, lo que seguirá ocasionando derrumbes de zonas que no son aptas para asentamientos urbanos, pero luego del desastre, serán reubicados y eventualmente, otros volverán a la zona que no debía ser ocupada.
Esta ocupación viene acompañada de la remoción de cualquier vestigio de vegetación que hubiera. Nunca se toma en cuenta que las raíces de los árboles ayudan a mantener unidos los suelos, lo que puede prevenir derrumbes y deslizamientos de tierra, especialmente en áreas con pendientes pronunciadas.
Pero nunca vemos un plan de reforestación serio en la ciudad de La Paz y municipios aledaños. Al contrario, parece que mientras más edificios altos se construyan, menos árboles veremos. ¿Realmente es tan complicado ejecutar un plan de reforestación urbano? Y sin olvidar que deben ser especies nativas y no las clásicas introducidas como el eucalipto o algún ciprés.
Los proyectos de maquillaje, que consisten en sacar las piedras de comanche y reemplazar con cemento en aceras donde no había necesidad, el pintar pasarelas, gradas y otros con los colores del partido de turno, el retoque de plazas o asfaltado de una calle que estaba con un empedrado parejo, parecen ser las únicas ofertas que tienen los alcaldes para las ciudades en Bolivia.
Además de analizar las áreas prioritarias que requieren reforestar, la comunidad de cada barrio debería participar de manera cercana, ya que a veces parece que la población considerara un árbol como un enemigo. No se puede olvidar el tema de una gestión responsable del agua, ya que un fenómeno de La Niña seguro viene luego de esta locura de lluvias, y no vaya a ser que de nuevo estemos en apuros ante una posible sequía.
El incremento repentino de altos edificios en varias zonas debería estar acompañado con un cambio oportuno de las tuberías de alcantarillado y limpieza constante de boca tormentas. Mientras tanto, nos queda esperar si habrá voluntad en un corto plazo de reforestar las ciudades, sobre todo La Paz y sus laderas, además de frenar la locura de asentamientos donde no se debe para evitar más de estos deslizamientos y pérdidas que constantemente se registran.
@brjula.digital.bo