En Bolivia tenemos ciudadanos europeos que han decidido radicar en el país, no dejaron de importar la idea romántica de que nuestros productores deberían producir como en Europa sin transgénicos y, además, con tecnología de antaño. La propuesta es porque ¿contamina menos?
Es justamente en los países europeos, donde se ha iniciado la vacunación contra el SARS-CoV-2, utilizando vacunas que emplean desde transgenie, hasta otras técnicas de la ingeniería genética más avanzadas. Es decir, si su política en temas de medicina, fuera la misma que manejan para el tema agrícola, los ciudadanos de estos países accederían a la vacunación en unos cuatro a cinco años.
Lamentablemente, la mayoría de los políticos europeos, aplican un enfoque no científico ni basado en pruebas para regular estas tecnologías en el área agrícola, negando en gran medida a los agricultores y ciudadanos europeos el acceso a los beneficios antes mencionados.
La ironía surge, a la hora de alimentar el ganado de este continente. La Unión Europea (UE) importa grandes cantidades de piensos modificados genéticamente para sustentar su sector ganadero y mucha de la soja que compran, proviene de Estados Unidos. De hecho, el pasado 22 de enero, el Daily News de la UE, publicaba que en Bruselas, la Comisión Europea autorizó tres cultivos de maíz genéticamente modificado (GM), dos cultivos de soya GM y renovó la autorización de tres cultivos de maíz utilizados para alimentos y piensos.
No son permisos para cultivo, pero sí para su consumo, tanto para humanos como para animales. La breve nota aclara que pasaron por un procedimiento exhaustivo, en donde se incluyó una evaluación científica favorable por parte de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés). Hay también unas voces que ante esta información, se acaloran y aclaran enfáticamente, que allá este tipo de alimentos está etiquetado.
Sí, en efecto, hace años la UE optó por atizar la desinformación en los usuarios, pese a contar con una de las agencias de inocuidad alimentaria más estrictas del planeta. Sin embargo, el etiquetado no se realiza de manera confusa ni en extremo llamativa, como se trató de imponer en Bolivia. Un triángulo amarillo, que en señalética internacional implica una advertencia, cual si se tratara de veneno o algo similar.
Por otro lado, el 2018 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tomó una polémica decisión que aún hoy no se ha resuelto: considerar los organismos obtenidos mediante mutagénesis como si fueran OGM y aplicarles la misma normativa para su uso. Ante esta decisión, la Federación Europa de Academias de Ciencias y Humanidades (ALLEA, por sus siglas en inglés), presentó a finales del 2020, un informe del cual destaco las siguientes dos conclusiones: Para mejorar la sostenibilidad y reducir el uso de productos químicos es necesario el acceso a las tecnologías más avanzadas que tienen capacidad para responder a los desafíos del cambio climático y reducir la huella ambiental de la agricultura; Las ediciones que no añaden ADN externo no presentan ningún peligro para la salud o el medio ambiente mayor que el de las plantas obtenidas mediante técnicas de mejoramiento clásico. Son tan seguras o peligrosas unas como otras.
A este informe, también se suma el apoyo de 160 científicos alemanes, que invita al partido verde, para que apoye el uso de esta herramienta en la UE. Este año, el ministro de agricultura de Francia, Julien Denormandie declaró en una entrevista que la “edición genética permite un desarrollo mucho más rápido de una variedad que podría haber surgido naturalmente en algún momento, y eso es algo muy bueno", pidiendo al Tribunal de la UE, que esta tecnología no se regule como los transgénicos.
Inglaterra, a raíz del Brexit, está más cerca de poder liberar muchas investigaciones que han avanzado con edición genética para distintos cultivos. Los ministros de agricultura y medio ambiente, coinciden que el uso de estas herramientas, traerá beneficios generalizados a consumidores y agricultores, incluidos alimentos más saludables, mejoras ambientales y un mejor bienestar animal.
Podemos aprender de su experiencia. Si bien vamos retrasados en cuanto al desarrollo científico y tecnológico, si continuamos en la misma línea de los parlamentarios verdes de la UE, dentro de unos años, habrá que importar aún más alimentos y ¿subsidiar a los productores? Dudo mucho que el país pueda darse ese lujo. Es momento de dejar las ideologías y producir con ciencia.
Cecilia González Paredes M.Sc.
Especialista en Agrobiotecnología