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El Tejo | 26/08/2019

Espejito, espejito

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

En todas las encuestas publicadas, Carlos Mesa Gisbert ocupa el segundo lugar en la preferencia ciudadana y es quien tendría mayor posibilidad, si hay una segunda vuelta electoral, de derrotar al inconstitucional candidato del MAS en las elecciones generales del próximo 20 de octubre.

En las actuales circunstancias, ocupar este lugar, incluso el primero, no parece ser motivo de satisfacción, no sólo porque hace que el candidato sea objeto de un acoso permanente por parte del gobierno y del MAS, sino porque es posible sostener, a manera de hipótesis, que así gane Mesa en las urnas no habrá traspaso del poder.

Por tanto, Mesa no sólo se enfrenta a la dura gimnasia que exige una campaña electoral, sino a la posibilidad de que todo este esfuerzo pueda verse frustrado por la ambición prorroguista de los actuales detentadores del poder, situación que lo convertiría, casi automáticamente, en líder de una oposición que tendrá que combinar diversas formas de resistencia para expulsar del poder a quienes se aferran ilegalmente a él.

No es, pues, una situación fácil ni cómoda. Más aún si, a la inversa del candidato inconstitucional, Mesa no ha tenido que esforzarse mucho, políticamente hablando, para acercarse y llegar al poder. Su brillante labor comunicadora hizo que desde temprana edad sea visto por dirigentes políticos como un objeto de cooptación, y se cuenta que ya Víctor Paz Estenssoro lo invitó a ser su secretario privado, oferta que elegantemente Mesa rechazó.

Se quedó en la comunicación, con una carrera ascendente y una imagen positiva para gran parte de la teleaudiencia, fundamentalmente urbana. Pero, ante la crisis que nos dejó la gestión Banzer-Quiroga (1998-2002) y la necesidad de renovar liderazgos, hubo un grupo de intelectuales que promovió su candidatura a la Presidencia de la República en 2002, no sólo por tener confianza en él, sino porque era una buena figura para reciclar el sistema democrático que atravesaba uno de sus peores momentos desde 1982. El proyecto no cuajó, pues finalmente Mesa optó por ser candidato a la Vicepresidencia del MNR, iniciando un paso por la administración estatal, incluso cuando también le llegó la circunstancia de asumir la Presidencia de la República.

Esta singular relación con el poder, como probablemente no sucedió nunca a ningún político, en la que éste se le acerca antes de que él lo haga, hizo que en su corta gestión tuviera más dudas que acciones de Estado y justo, justo, cuando comenzaba a conocer los hilos del aparato estatal hubo la movilización que terminó provocando su renuncia y sustitución.

El dato no es vano, es recurrente. Por ejemplo, ceo que hasta hoy Mesa no comprende por qué su sucesor no hizo caso de sus consejos ni mantuvo a sus ministros en el gobierno. O, como sucede ahora, por qué ante su decisión de ser candidato a la Presidencia haya corrientes opositoras que no se hayan unido a su figura y que, más bien, lo ataquen. Incluso, es posible que en su fuero interno crea lo que escribió uno de sus seguidores en Facebook: “No es Mesa quien nos necesita; somos los bolivianos quienes necesitamos a Mesa para liberarnos del abusivo y corrupto binomio legal”.

Parecería, pues, que una vez más el poder se le está acercando, pese a su inicial resistencia a participar en estas justas electorales como candidato. Pero, más allá de esta percepción, lo real es que finalmente llegó la hora en la que Mesa deberá esforzarse para obtener y, en su caso, ejercer y mantener el poder, y lo deberá hacer porque así lo exige la acción política y, fundamentalmente, la responsabilidad que recaerá sobre él si en las urnas sale segundo o se convierte en presidente electo. Más todavía, en este último caso, si el MAS decide robarle la Presidencia.

Se puede decir, en conclusión, que una situación ideal sería que la voluntad de poder que domina al candidato inconstitucional sea aprendida por Mesa, y que aquél aprenda a desprenderse del poder.

P.S. No me ha sido fácil, quiero aclarar, escribir sobre Carlos Mesa. Es el candidato con el que más relación personal he sostenido, la que se trasformó en una amistad que, felizmente, ha podido sobrellevar los duros trances que se presentan entre un actor político y un periodista, actor que, cuando era colega, no dudó en dar un fuerte apoyo a una institución que dirigía, el Centro de Documentación e Información (Cedoin).

Juan Cristóbal Soruco Q. es periodista.



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