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El Tejo | 26/10/2025

El difícil camino de la democracia

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

 

Uno de los mayores daños hechos por el derrotado “proyecto de cambio” del MAS ha sido destruir la institucionalidad democrática difícilmente creada en el país desde 1982, sin crear nada alternativo, sino la voluntad del caudillo y sus adláteres.

De esa manera, hemos desandado 20 años, en los que el gen autoritario ha sido reavivado en todos los ámbitos de la vida social, como se ha podido apreciar en la larga campaña electoral que ha concluido el pasado domingo con la victoria del binomio Rodrigo Paz Pereira-Edman Lara Montaño.

Contra visiones optimistas de que se trataría de una campaña electoral entre eventuales adversarios político-ideológicos que, ante el fin del ciclo masista, se preocuparían más de seducir a la ciudadanía con sus propuestas de gobierno y visiones de país, el gen autoritario al que hago referencia se impuso particularmente en los extremos de abanico político: el MAS, en sus diferentes expresiones, y Libre, forzaron un ambiente de polarización creciente.

Pero (y se trata de un gran, pero), no contaron con que la mayoría de la ciudadanía, cansada de polarizaciones, se diera cuenta de que eso sólo beneficiaba a sus propulsores (que mutuamente se ayudan a reciclarse), y finalmente, desoyendo sus cantos de guerra, optó mayoritariamente por una tercera vía que, con contradicciones, ha propuesto un horizonte de diálogo, reencuentro nacional e inclusión.

Sin embargo, pese a esa victoria el gen autoritario no ha desaparecido y no pasa un día sin que se deje poner obstáculos a quienes se aprestan a administrar el Estado desde el próximo 8 de noviembre. Ejemplos al canto, las amenazas de la COB de movilizaciones frente a una presunta reducción de ministerios; el llamado de Morales a que se realice un referendo para definir el tipo de relación que se tendrá con EEUU. El tardío, sin dejar de sembrar dudas, reconocimiento del candadito de Libre de la victoria de Rodrigo Paz Pereira o su impertinente sugerencia de que el futuro mandatario anuncie ya su gabinete ministerial; la posición de organizaciones cívicas de Sucre reclamando porque la transmisión de mando presidencial no se realice en la capital sino en la sede de gobierno por elementales razones de logística… son parte de esa cultura autoritaria que siempre trata de imponerse en el país.

Es preciso anotar que recrear la democracia y desterrar el autoritarismo son factores que atraviesan transversalmente las tareas que se deben cumplir para enfrentar la profunda crisis integral que atravesamos. Desde la inmediata e imperiosa necesidad de normalizar la distribución de carburantes y el mercado del dólar, hasta las medidas de orden estructural en los campos de la economía, la justicia, la educación, la salud, la descentralización, la administración estatal, deberán estar signadas por esa vocación democrática e incluyente.

De ahí que no se equivocan quienes nos indican que estamos ante la apertura de un nuevo ciclo histórico en el país. Pero, se trata de una primera etapa, en la que aún sobreviven con fuerza, como estamos viendo, los viejos vicios autoritarios, de los que debemos cuidarnos día a día.

En todo caso, hay que anotar que Rodrigo Paz Pereira y Edman Lara Montaño tienen varias ventajas que no tuvieron los inauguradores de nuevos ciclos en la historia del país: un respaldo interno e internacional que deberán saber mantener y administrar; un mundo en transición en el que por diversas circunstancias se podría evitar el alineamiento suicida (como fue el que optó el MAS o ha optado la actual Argentina); una población harta de violencia e inseguridad. Y una clara ventaja moral en el caso de Paz Pereira: su promesa formal de no buscar la reelección en 2030, decisión que le permitirá abocarse a su gestión y no a la búsqueda de prorrogar su poder…

También tienen desventajas: unas fuerzas armadas y policía desprestigiadas, con personal poco capacitado y desjerarquizado; inexistencia de partidos políticos con capacidad de ser intermediadores entre la sociedad y el Estado; organizaciones de la sociedad civil (sindicales, cívico-regionales, culturales, económicas) profundamente corporativizadas y autoritarias; una profunda crisis del periodismo, agravada por la irrupción de las redes sociales), por citar algunas.

Más allá de estas y otras ventajas y desventajas, ha sido lanzado el desafío de recuperar y blindar la democracia, desterrar el autoritarismo y enfrentar la crisis integral que atravesamos ha sido lanzado, y hay muchos indicios positivos (sin desconocer los negativos) que permiten pensar que parece haber sido recogido por buenas manos… El tiempo y la realidad nos lo dirán.

Juan Cristóbal Soruco es periodista.



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