¿Qué habrá sentido Jorge Tuto Quiroga cuando Nidia Monje Postigo, esposa de Samuel Doria Medina, rechazó saludarlo por haber agredido a su familia en la campaña electoral? O Edman Lara, ¿cuando fue abucheado y casi agredido en el aeropuerto en Santa Cruz?
¿Pensarán que se trata de una actitud inamistosa porque sus detractores son incapaces de entender que una cosa es una campaña electoral y otra las relaciones personales? O, más bien, ¿será que podrán comprender que deben modificar sus respectivas estrategias electorales?
Porque lo cierto es que el candidato vicepresidencial Lara gana el campeonato de insultadores y como tiene la tendencia a generalizar, vuelca en su contra a conglomerados humanos que se sienten identificados con los insultados (el ejemplo más claro es su crítica a los profesionales).
La diferencia del insulto con la guerra sucia y la desinformación es que los agredidos pueden acusarlo con claridad como autor de esos insultos, como lo hace Tuto, quien, en una hábil maniobra, no sólo que parece que está defendiéndose; sino que distrae al hecho de que tiene en el uso de la guerra sucia y la desinformación el sustento de su campaña.
Obviamente, se trata de una deducción, porque si bien hay casos en los que se puede demostrar, como lo hacen los centros especializados (ChequeaBolivia y Bolivia Verifica) la autoría, la mayoría de mensajes desinformantes y de guerra sucia son difundidos por los seguidores de Tuto y no aparece una autoría concreta.
En este punto cabe hacer una distinción entre guerra sucia y desinformación. Hay acuerdo en que la primera se centra en difundir hechos que son ciertos, pero que se intenta que pasen desapercibidos, principalmente cuando se trata de acciones de la vida privada del agredido. La cosa pasa a mayores cuando, además, lo que se difunde involucra, ya no sólo al adversario, sino a su entorno más cercano, familiares, amigos.
La desinformación es difundir, conscientemente, mensajes mentirosos, incluso acompañados de montajes (fotografías trucadas). Y de esto ha sido víctima, en esta campaña por el balotaje, fundamentalmente el binomio del PDC, y ejemplo de ello son las presuntas fotografías de encuentros amistosos con, por ejemplo, los expresidente y vicepresidente del Estado, Evo Morales y Álvaro García.
Como se ha visto en la primera vuelta electoral, la guerra sucia y la desinformación ayudan al adversario de quienes las impulsan en un primer momento, pero –cosa que habrá que estudiar con más detenimiento a futuro–, su mantención en otro, como el que estamos viviendo, podrían más bien saturar y convertirse en un bumerán.
Lo que sí está comprobado es que nadie puede utilizar estos recursos y pensar que nada más pasará. Sirva o no a los intereses de quienes están detrás de ellas habrá consecuencias no previstas que por lo que hasta ahora se ve no son positivas.
Además, en épocas electorales hay otros tipos de viento que sembrar… Por ejemplo, el papel de los medios y los periodistas, y las encuestas. En este balotaje se ha olvidado en muchos casos y en forma muy peligrosa el principio del equilibrio informativo y por angas o mangas muchos periodistas intentan asumir el papel de guías espirituales del voto ciudadano. Para peor, cuando se cuestiona este papel, los gremios del sector han reaccionado en forma corporativa, lo que –viendo el problema por el lado positivo– nos debe obligar a impulsar un debate para reflexionar sobre cuáles son las funciones del periodismo en la sociedad en la actual realidad.
Lamentablemente las encuestas han pasado a ser semillas de viento, y cuando su difusión se mezcla con parcialidad, la situación se agrava. La difusión de una encuesta electoral en Unitel el jueves es ejemplo de esa percepción. No sólo que la encuesta ha sido, inmediatamente después de ser conocida, criticada por falta de un riguroso método de selección de la muestra, sino que ha sido comentada por ciudadanos que abiertamente han criticado a uno de los binomios desde el comienzo de la campaña del balotaje.
De ahí que también hay la necesidad de que sea objeto de reflexión el papel que deben cumplir las empresas encuestadoras y de los medios llamados tradicionales en la sociedad.
El ideal sería que los sembradores de viento reflexionen sobre su papel, pero si a ellos les importa un pito las tempestades que cosecharán, ¡qué agresiones más veremos en los 20 días que faltan para que se realice el primer boletaje de nuestra historia!
Juan Cristóbal Soruco es periodista.