“Andrónico le da 24 horas a Evo para que
pruebe que es candidato de la derecha y que renunciará si lo hace”, “Evistas
dan 24 horas a Andrónico para ir al trópico y dicen que le mostrarán pruebas de
sus acusaciones”, “Mineros dan 24 horas a Huarachi para que convoque a ampliado
llame a congreso de la COB”, “Morales da 24 horas a Arce para que cambie
ministros si quiere mantenerse como presidente”, “Ponchos Rojos amenazan con
marchas y bloqueos si el Gobierno no da soluciones a la crisis en 48 horas”, “Alcaldes
de 87 municipios de La Paz dan 24 horas para que el Legislativo apruebe el PGE
reformulado”, “Cívicos dan 48 horas para cese de bloqueos, de lo contrario se
viene asamblea de la cochabambinidad”.
Hay más: “Sectores dan 24 horas de plazo para
levantar el bloqueo de K’ara K’ara”, “Marcha por las Reivindicaciones Sociales
de El Alto da plazo de 48 horas para que Presidente los atienda”, “Diputado
evista da 48 horas a Claure para retractarse por ofrecer recompensa por la
captura de Evo”, “Evismo da 24 horas para cambiar a ministros y resolver el
problema del combustible”, “Jueces de Chuquisaca dan 24 horas para que se vaya
Molina y se anule convocatoria para transitorios”, “Productores del Norte
Integrado dan 24 horas para desbloquear carreteras, garantizar diésel y revocar
el veto a las exportaciones”, “Organizaciones de La Paz dan 48 horas al TSE
para revertir nueva cartografía de la Circunscripción 7”, “Suspenden audiencia
de Evo Morales por trata y le dan 48 horas para demostrar enfermedad”, “Transporte
pesado da 24 horas al gobierno para solucionar falta de diésel”, “Transportistas
dan 48 horas a la Gobernación para aprobar la nivelación de pasajes”…
Boca grande pene chico. Amenazas sin respaldo, patadas sin fuerza, manotazos de ahogado. Vemos esos titulares casi todos los días y ya sabemos que pasadas las 24 o las 48 horas no pasa absolutamente nada de nada, nihil, niente, niet, mana, janiwa. Las amenazas se hacen con el peso de la lengua, sin más respaldo que el tono vociferante en el que se suelen proclamar los pliegos petitorios que salen de alguna asamblea con treinta sellos, firmas y huellas dactilares. Y no pasa nada, nada. Es un sainete en el que todos los actores parecen haberse puesto de acuerdo en el momento en que harán una maroma para provocar la risa de los espectadores.
¿Hay alguna diferencia entre otorgar 24 o 48 horas de plazo? En apariencia, 48 horas es un plazo más generoso, mientras que 24 horas es ipso facto (o “luego luego”, como dicen en México), es decir, inmediatamente. Rara vez dicen “72 horas”, a menos que sea un lunes, porque sea cual fuere la amenaza, difícilmente van a cumplirla en un sábado o un domingo. Los fines de semana, todos descansan de su ejercicio de belicosidad permanente.
“Caso contrario, las instalaciones del Legislativo serán cercadas”, “ya tienen un plan de acciones a desarrollar, en caso de no recibir respuesta”, “iniciarán acciones legales si no lo hace”, “bloqueos de caminos en la siguiente semana”, “de lo contrario, los transportistas bloquearán las rutas en todos los departamentos”, “las organizaciones asumirán medidas”.…
Cada ultimátum lanzado con el estruendo de un cañonazo de mistura suele conllevar acciones de represalia, porque de otra manera no tendría sentido fijar un plazo. De no cumplirse el plazo perentorio se puede iniciar una demanda judicial, comenzar un bloqueo de carreteras, una huelga de hambre, alguien será expulsado de alguna organización, a un alcalde lo vestirán de mujer y a otro lo agarrarán a chicotazos con quimsacharani.
Todo eso es parte de la farándula verborreica que en la realidad tiene menos duración que el tiempo que se tarda en pronunciar las intimidaciones. Pasan las horas (y los días) y ya nadie se acuerda, ni siquiera los que escupieron las terribles amenazas con sus rostros enrojecidos por la furia, fruncidos de ira.
Cada uno de esos plazos fue dictado con la severidad de quien controla la palanca de la silla eléctrica o de la guillotina. Los potenciales cancerberos consiguieron un titular que ahora ya no cuesta ni la tinta y el papel que costaba antes, porque es digital. El eco digital se pierde en el espacio infinito de internet dejando menos huella que una lluvia en invierno.
La descomposición que vivimos en Bolivia nos proporciona cada día novedades risibles (pero al mismo tiempo dramáticas para el país). Nuestra política es como la caja de Pandora, cualquier cosa puede salir de ahí en cualquier momento. Ya nada nos sorprende.
@AlfonsoGumucio es escritor y cineasta