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De media cancha | 06/07/2020

El MAS avanza, Jeanine retrocede, el país pierde

Diego Ayo
Diego Ayo

A los días de gloria “pitita” pasamos a estos días de paulatina caída jeaninista. Si aquellas jornadas “pitita” fueron la revolución, hoy vivimos la contrarrevolución. Si aquellos días fueron blanco, hoy vivimos un periodo de ennegrecimiento periódico, pero real: del blanco revolucionario, al gris-claro ya no tan revolucionario, al gris-oscuro ya casi conservador y ya casi al negro contrarrevolucionario. Es un proceso que viene de a poco, en cuenta gotas y con los partidos peleando a mansalva sin percatarse de la dinámica en reverso que estamos viviendo y podemos padecer.

He configurado cuatro momentos ya vividos y un posible quinto momento del futuro inmediato.

Primer momento de triunfo nacional: la presidenta Jeanine Añez y la máxima representante de la Asamblea, la señora Eva Copa, promulgaron la destitución legal de Evo Morales y Álvaro García Linera. El presidente se convirtió en expresidente y el vicepresidente en exvicepresidente. Genial. ¿Y cómo se lo logró este desenlace de unidad tan destacable? La Presidenta no era candidata y la señora Copa se sentía alejada de la cúpula del MAS. Las dos señoras lograron lo impensado: aliarse y promulgar la norma de ratificación presidencial. Se aliaron y consiguieron dar un paso histórico alucinante que prometía una elección presidencial en un breve lapso. Tuvimos este fantástico triunfo democrático. Tuvimos este memorable momento en favor de Bolivia. Primer tiempo majestuoso: Bolivia era el objetivo.

Segundo momento de “tibio” empate: la presidenta Añez decidió ser candidata presidencial y la señora Copa decidió ir a recibir instrucciones de Evo Morales. Podemos estar seguros de que el fugado le prometió ser alcaldesa de El Alto por los siguientes cinco años. ¿Sí? Ni idea, pero es relevante darnos cuenta que la noción de un país compacto se quebró. Ya no había Bolivia y sino embrión de la desunión: el MAS y Juntos tirando cada quien por su lado. ¿Qué resultó pues de esta partición? Un empate histórico. Segundo tiempo preocupante: “mi partido” es el objetivo y Bolivia puede esperar.

Tercer momento de “empate catastrófico”: ya sólidamente atrincherados en sus puestos, los empatadores decidieron hacerse daño con el firme propósito de ganar. ¿Qué sucedió? La Presidenta mandó una carta a la señora Copa pidiéndole postergar las elecciones: “postergar las elecciones uno a dos meses, no le va a hacer daño a nadie”. ¿Algo más? Sí, le pidió un estudio epidemiológico que avale la elección del 6 de septiembre. Copa respondió en una carta de seis páginas exigiéndole convocar a elecciones para ese 6 de septiembre con algún añadido: “¿sabe que mentir es un pecado?”, le preguntó virginalmente la militante del MAS. Al margen de cualquier consideración de valores, conviene remarcar esa disputa como el momento de “empate catastrófico” o empate con la visión de destruir al enemigo. Un empate provisional hasta vencer al contrincante.

Cuarto momento de desempate a favor del MAS: el MAS ya no se anda con rodeos y propone la Ley del Estado de Excepción que pretende anular a la Policía y a las Fuerzas Armadas y dejar a la Presidenta como un adorno. El mismo congreso que no tuvo repercusión alguna durante 14 años, pretende restar poder al Ejecutivo. El gobierno ya no tiene la iniciativa. Se limita a responder y deja la decisión en manos del Tribunal Constitucional. El empate es ya casi desempate a favor del MAS.

¿Cómo revertir esta situación? Tres opciones: esperar el fallo del Tribunal Constitucional, cerrar la Asamblea o establecer una alianza con los partidos de oposición. La primera opción sigue vigente, la segunda opción no se contempla pues sería autoritaria y la tercera (generar alianzas) no parece probable a pesar de la solicitud del ministro de gobierno Arturo Murillo de pactar.

¿Qué se puede entonces esperar ante ese ataque? No hay duda: el MAS ha ido acumulando poder: de una posición de triunfo nacional hemos pasado a un empate cauteloso pero real; de éste a una posición de empate catastrófico y de éste, a su vez, hemos llegado a una posición de pujante desempate a favor del MAS. Del 10 hemos pasado al nueve, del nueve al ocho y del ocho al siete. ¿Seguiremos bajando? Sí, y la disputa Ejecutivo-Legislativo parece ir lenta, pero certeramente a favor del MAS.

En este proceso de decrecimiento constante, puede ser que el 6 de septiembre lleguemos a un quinto momento, de posible victoria del MAS. ¿Cómo sería? Sería un momento copado por el COVID-19 y con el MAS victorioso en las elecciones que se avecinan. ¿Realmente? No lo sé, no es seguro, pero si hay algo seguro como lo hemos sugerido en estas líneas: el embudo se va achicando para el gobierno y agrandando para el MAS. Cautelosa, pero efectivamente. Y eso sí es mala noticia. ¿Alguna manera de revertir este decurso histórico? Por supuesto, un pacto sería fundamental. Esperemos pueda efectivizarse. 

Diego Ayo es cientista político. 



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