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Filia Dei | 19/11/2020

El fantasma de la ortografía

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

¿Usted utiliza aún estos dos símbolos para realizar preguntas escritas? Si su respuesta es afirmativa, ¡felicidades! Usted no ha perdido la sana práctica de escribir apropiadamente.

Quizás cause repudio estas observaciones, pero la verdad es que tanto jóvenes como mayores, cada día incurren más en la práctica de abandonar un adecuado uso del lenguaje escrito. Hace algunos años, aún escuchaba el alegato de que no tenían los signos de “¡” y “¿” en los teclados de sus celulares. Desde que uso uno, de los que llaman inteligentes, siempre he podido usar los signos adecuados. ¡Por algo son inteligentes! ¿No?

En el campo de los acentos, es donde vamos más afectados. Incluso los adverbios interrogativos hoy empiezan a ser mutilados de su acento. He notado su ausencia hasta en presentaciones de personas que ostentan un título de PhD.

Si indagamos un poco más profundo, los demás errores ortográficos invaden en palabras que mezclan las jotas por las ges, o las eses con las ces e incluso, no falta un bárbaro que confunde la zeta con la letra c.

Y no empecemos con los sujetos inclusivos. Hoy a muchos les causa sarpullido el uso adecuado de niños cuando uno se refiere a un grupo mixto donde hay niños y niñas. Hoy una vocal ha resultado ser ofensiva en el lenguaje con el que nos comunicamos.

Finalmente tenemos a los puntos finales, puntos suspensivos y un gran ausente en la redacción moderna es el punto y coma; casi nadie tiene idea que papel juega esta combinación.

Hasta ahí en cuanto a la ortografía y puntuación. El siguiente reto es más complejo. ¡Comunicarnos! Resulta complicado, si además de carecer estos elementos, no se tiene noción de como redactar el mensaje. Y acá hay serios problemas. En un mundo, donde el “copiar y pegar” se impuso al, leer, comprender y redactar.

No sorprende que una sencilla instrucción, muchas veces queda sin ser comprendida. ¿Hemos pasado a hablar otro idioma? Si los cambios sociales y cognitivos influyen en cómo se puede ir transformando el lenguaje, me quedo preocupada. Sobre todo por la parte cognitiva, ya que como vengo comentando en otras columnas, la educación básica en Bolivia necesita actualizarse o las generaciones de nuevos bachilleres, seguirán acumulando muchas lagunas en su formación.

Por otro lado, no todo es responsabilidad de los años en colegio. Personalmente, muchos de mis hábitos de escritura, pronunciación y entonación, fueron impulsados en casa por mis padres, en especial, el tiempo y dedicación de mi madre. Hoy, son pocos los niños que crecen con esa atención y dedicación.

Ya en la vida universitaria, este tema de ortografía y redacción, no debería ser un asunto olvidado. El poco cuidado o atención que ponen tanto estudiantes como docentes al elaborar su material de apoyo, también es un reflejo de que la misma educación superior debe ponerse al día. Resulta preocupante, que en la reciente clasificación (cuyo anglicismo ranking se usa más frecuentemente) de las 100 mejores universidades en Hispanoamérica, Bolivia no figura hasta el puesto 146. Mucho de esta clasificación tiene que ver con la producción de artículos científicos publicados en revistas reconocidas.

Hasta para escribir un artículo científico hay que tener una buena ortografía y redacción. Mucha de esta producción debe ir escrita y publicada en idioma inglés. Reconozco, que aprender a redactar correctamente en inglés, me empujó a revisar con más calma y detalle las reglas de gramática en mi idioma. Si bien llevé este contenido como en 3° y 4° de primaria, la verdad es que mi cabeza en aquel entonces no entendía la importancia de esta enseñanza. Hoy, prefiero consultar el uso adecuado de palabras, reglas y más, antes de fomentar la pereza.

El deseo de mejorar, parte en gran medida de uno mismo. Si vamos a esperar que los programas educativos cambien, quizás mañana nos toque tener que interpretar los mensajes. Mucho se puede mejorar con la lectura, pero en un país donde el promedio de lectura es un libro al año, me temo que las reglas para escribir adecuadamente quedarán solo como un recuerdo del pasado.

Cecilia González Paredes M.Sc.

Especialista en Agrobiotecnología



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