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La curva recta | 06/10/2024

El estupro y la política

Agustín Echalar
Agustín Echalar

La semana pasada ha sido una semana horrible no solo para Evo Morales, sino para quienes lo aman, y no prestaron mucha atención en el pasado a su afición por jóvenes mujeres menores de edad. Y es que una acusación seria, con pruebas aparentemente irrefutables, de que el entonces presidente del Estado Plurinacional, y Jiliri Irpiri de todo el mundo indígena americano, desde Alaska hasta Tierra de Fuego, hubiera cometido estupro, no es algo fácil de deglutir.

Hay detalles que deben ser aclarados para manejar con seriedad este tema, en primer lugar, aunque sean verdaderos los hechos mencionados en la acusación, estos, ese comportamiento de Evo Morales, no lo convierten en un pedófilo, y tampoco en un pederasta. Es además importante mencionar que la pedofilia, es una condición que no es delito, es simplemente la atracción sexual que siente una persona por un niño o una niña, una atracción aberrante por cierto, pero que si no se concreta, no puede ser punible, nadie puede ser juzgado ni condenado por lo que siente, solo debe serlo por lo que hace, y si un pedófilo lleva esa atracción a la acción, si es un pederasta, y la ley puede caer con todo su peso sobre él. Si hablamos de una joven de quince o dieciséis, o diecisiete años, mal podemos hablar de pedofilia, o pederastia, pero sí de estupro, y como en este caso, posiblemente de trafico de personas. Y sí, ese comportamiento, esa acción, la de un adulto, induciendo a una menor de edad a tener relaciones sexuales, está penado por ley, y quien incurra en ese delito, debe ser juzgado, y condenado.

Morales no es acusado de un comportamiento monstruoso, como el de un pederasta, y tampoco ha sido pescado infraganti, por lo que no creo que merezca una orden de detención, debería ser citado, y debería ser juzgado en libertad, y por supuesto no declarando el caso en reserva, a estas alturas la afectada principal ya no es menor de edad.

Ahora bien, Morales dice que está viviendo una persecución política, y Arce pide reserva para no politizar el caso. Morales tiene razón, esta siendo objeto de una persecución política, porque a los masistas en general y a quienes votaron por el MAS, durante mucho tiempo, no les importó esta debilidad ética de su jefe. 

Es imposible que la cúpula del partido no hubiera sabido del comportamiento de su jefe, siendo que este además lo declaraba con una claridad extrema, como cuando dijo que pensaba más adelante retirarse al Chapare con una quinceañera, (y nadie del partido le pidió que se disculpe por semejante exabrupto). 

En el caso de Gabriela Zapata, con la más elemental aritmética se podía determinar que Morales ya tuvo relaciones sexuales con una menor de edad, pero no solo no se les movió un pelo a los masistas, sino que el hecho terminó con el encarcelamiento de la entonces menor de edad. Hoy el ataque a Morales, la reactivación del proceso que había sido iniciado en el año 20, es casi sin lugar a dudas un arma política del arcismo contra el evismo. Aclaremos, sin embargo, que eso no devalúa ni invalida el proceso iniciado.

Si Evo Morales es culpable de lo que se le acusa, no debe ser candidato a la presidencia, la investigación de este caso, que es posiblemente bastante fácil de resolver, (vale decir, de llegar a la verdad), debe ser llevada a cabo en forma expedita. Y esta vez, curiosamente gracias a la politización del caso, es posible que se haga justicia. 

Mientras tanto queda pendiente la imagen que podemos tener de Bolivia como país, más de la mitad de la población o avala el estupro, o es capaz de perdonarlo si este es cometido por alguien a quien ama o admira, dura realidad.

Es interesante también la reacción del Grupo de Puebla, que ha salido en defensa de su cófrade, parece ser que la izquierda latinoamericana comparte con los masistas unos dudosos valores respecto al respeto que merecen las mujeres menores de edad, y una gran empatía a quienes cometen abuso de poder, siempre y cuando sean parte del club. 

Evo Morales ha hecho abuso de poder de una manera extrema, y no solo en casos de estupro, y es pernicioso para la vida democrática de Bolivia, es una buena noticia para la democracia que el “puchichi” esté a punto de explotar. Todos tienen su “talón de Aquiles”, el de Morales no está en la ingle, sino en su cerebro. Él ha creído y lo ha declarado, que podía “meterle nomás”, y que los abogados lo solucionarían, ha funcionado por algún tiempo, pero ahora no, porque no teniéndolo, tampoco puede abusar del poder. Ahora lo pueden hacer sus enemigos masistas.



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