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La curva recta | 21/12/2025

¡Un gasolinazo urgente!

Agustín Echalar
Agustín Echalar
El gobierno del Presidente Paz ha hecho lo que debía hacer, ha cumplido con sus funciones, ha atacado el principal problema que tenía el país hasta el jueves pasado. Vale decir que, gracias a la subvención de carburantes, cada segundo que pasaba el déficit del Estado se hacía mayor. El hueco por el que chorreaban las divisas era enorme e insostenible, y no había forma de frenar esa situación si no se lo reparaba. 

Es difícil imaginar una solución diferente a la tomada, porque si, por ejemplo, se les hubiera ocurrido crear un precio alternativo para el transporte público, esto hubiera mantenido el flujo que alimenta el contrabando.

El problema es que el Estado estaba regalando a los ciudadanos un producto que tiene un determinado precio. En algún momento a un cuarto de su verdadero precio de mercado en la región (me refiero a cuando el dólar real, llamado también negro, o paralelo, estaba en Bs 14 o más).

El negocio era redondo. Daba no solo para el traslado grosero, pero eficiente, en cisternas, practicado por mafias con tentáculos en la Aduana, Ejército y la Agencia Nacional de Hidrocarburos y, dicho en resumido, en el gobierno. También por el contrabando hormiga, el que transportaba el liquido en bidones o en botellas recicladas de refresco.

El problema es que el gobierno anterior creía que podía regular el mercado, como lo cree una buena parte de la intelectualidad mundial, y lo creen con buenas intenciones.

Inicialmente, y en momentos especiales, esta intervención puede ser positiva. 

Cuando Banzer introdujo la subvención a los hidrocarburos, una parte de la izquierda denunció esta actitud, porque era para beneficiar a los soyeros (sus amigos). Y si , fue así, pero no fue una muy mala idea, porque de no hacerlo hubiera sido posible que esa producción colapsara en ese momento crítico, en el  que la soya tenía un precio internacional muy bajo. 

La consolidación del modelo agroindustrial cruceño ( más allá de los reclamos ecologistas) ha sido sustancial en la reducción de la pobreza en el país No es una casualidad que la población de ese departamento y de su capital, en particular, hayan crecido tanto en tan poco tiempo. 

La subvención de los hidrocarburos que heredó Morales de Banzer –que no era tan grosera como la actual, pero era un problema– ya no tenía razón de ser, pero fue conservada por una posible confusión sobre cómo debía funcionar la economía. 

No olvidemos que quien era Ministro de Economía de Evo, por una falta de carácter para hacer lo que se debía hacer, se asustó –casi tanto como se asustó cuando le pescaron el fraude– cuando, al tratar de acabar con ese absurdo de subvención, los llamados movimientos sociales se le echaron encima. 

Por demagogia, que ejercida por quien detenta el poder es una de las peores formas de corrupción, la situación se tornó kafkiana en poco tiempo. En primer lugar, se incentivó el contrabando de una manera que, seguramente, primero no se pudo controlar, pero luego ya no se quiso hacerlo. En arca abierta la gente se corrompe.

El rechazo a las medidas del jueves pasado es ante todo político, por eso poco patriótico, vale decir deshonesto, porque solo puede beneficiar al casi cadáver del MAS.

La preocupación por los menos vulnerables es una plañidera hipócrita, es una verdad de pero grullo. Es obvio que cualquier crisis, económica o de otra índole, afecta más a los más pobres, pero es precisamente en ese sentido que si las cosas se ponen peor –y eso ciertamente pasará si no se toman las medidas presentadas el jueves pasado– quienes más sufrirán serán los más vulnerables, como ha sucedido con Venezuela. 

El precio de la gasolina es determinante para los precios en general, pero no en un muy alto porcentaje. 

Estuve hace dos años y medio y, reciéntemente, hace tres semanas en Paraguay. En esta última vez coincidí en el avión con un ridículo tiktoker, que además es Vicepresidente de Bolivia, pero esa es otra historia. 

En mi primer viaje, el dólar en Bolivia estaba a Bs 6,95 (no había mercado negro). En Paraguay estaba a 6.950 guaranis, lo que me permitió comparar precios sin calculadora. Y ¿sabe usted?  todo valía lo mismo que en Bolivia, desde una Coca Cola en la tiendita, hasta un pedazo de carne en el supermercado; o un café, un almuerzo, o una cena relativamente elegante, igual el transporte.

Lo único que costaba el doble era la gasolina. Vale la pena anotarlo: en estos dos años y medio, los precios en Paraguay no han variado mucho y el crecimiento de la ciudad y la economía está a ojos vista. 

Agustín Echalar es operador de turismo.


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