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11/09/2024
De media cancha

El desgobierno del genio de la economía

Diego Ayo
Diego Ayo

Hemos esperado casi dos décadas para que el diseñador del “modelo económico” de largo y inmemorizable nombre anuncie las debilidades de su creación en una académica explicación que jamás se atrevió a dar en aproximadamente 7.000 días. Sin embargo, convengamos, el hombre ha culpado a la crisis del mundo y las multicris planetarias. Vale decir, Arce ha sido Arce y quien creía ver a un sujeto distinto, lamento decirle que se ha equivocado. Al menos, debemos reconocerlo, Arce no fue el usual sujeto pringado hasta el cuello de arrogancia. Admitió sin admitir. Admitió que hay crisis, pero que ésta es culpa de otros, los de afuera: los gringos, las transnacionales y/o el FMI.  Conviene rebatir esta persistente tesis bajo una premisa de partida: la crisis que vive el país es a causa del desgobierno masista.

¿El desgobierno? Si, es la traducción del fascinante libro Ungoverning (Desgobierno) de Russell Muirhead y Nancy Rosemblum sobre el no-gobierno de Trump. El argumento que se defiende en este trabajo es que Trump ha destruido, o intentado destruir, cada componente gubernamental: ¿la oficina de protección de los derechos de los afroamericanos? Chau, se cierra. ¿La oficina de promoción a una migración justa y democrática? Chau, se cierra. ¿La oficina parlamentaria de diálogo entre el partido oficialista y el partido de oposición? Chau, se cierra. Y así sucesivamente. ¿Y se las sustituye con otras oficinas públicas? No, se las sustituye con el criterio deleznable de un líder autoritario: Donald Trump. Su autoritarismo no cundió “hacia afuera”, como lo sabemos, pero cundió “hacia adentro”, vale decir, no pudo hundir a los oponentes y a los poderes legislativo o judicial, pero sí pudo arrasar con las oficinas del gobierno. ¿Y se sustituyó ese desmoronamiento por otras instituciones/oficinas públicas? No, se sustituyó por la voz omnímoda del líder.

Lo propio sucedió en Bolivia. El MAS no refundó nada: destruyó sin crear. Allá donde decidía el Defensor del Pueblo, decidió Evo; allá donde decidían los congresistas en abiertas deliberaciones, decidió Evo; allá donde decidían los gobiernos departamentales y/o municipales, decidió Evo. Y así, sucesivamente. Vale decir, se fundó un desgobierno o un ingobierno. Jamás hubo Gobierno. Entonces, ¿cómo puede funcionar semejante experimento? Con plata. Y, valga reiterarlo, no fue un dinero arduamente cosechado. Sólo hubo que traer inversores extranjeros.

Esa es la primera condición. La segunda, ya fue enunciada: el poder omnímodo del presidente. Esa es la rudimentaria realidad que construyó Bolivia conformada por esos dos elementos: muchos recursos, decisión personal monolítica y un sometimiento total de los ministros, militantes y seguidores. Repito, pues: el autoritarismo de Morales fue más virulento con los suyos que con los opositores. Vaya paradoja que conviene tener presente.

Un factor adicional imprescindible para tener en cuenta, al menos de cara al futuro: en bonanza no necesitas políticas públicas, ¡necesitas gastar! No hay que pensar, hay que gastar. ¿Se puede gastar tan fácilmente? Sí, siempre y cuando se acompañe ese incansable “don” de un ilusionismo gigantesco. Si no quieres tocar las políticas públicas con la debida seriedad, impulsar una debida planificación, construir los equipos que pongan esos planes en marcha, debes impulsar una política de la ilusión. Es el color “negro” –opuesto– del “blanco” de las políticas eficientes. En el vértice opuesto, tienes las políticas de la ineficiencia que no requieren planificación, no necesitan rendición de cuentas, no promueven un debido control de gastos, no practican un análisis de la orientación de la inversión. Nada. El ilusionismo masista o desgobierno, por tanto, fue y es la cara opuesta a la construcción de política o Gobierno.

Quede, pues, en claro que hay un solo culpable: el MAS y/o, en especial, su magnánimo líder, Evo Morales y su insípido seguidor y repartidor de los recursos fiscales, Luis Arce, el materializador del ilusionismo más irresponsable. El MAS no viene cayendo por culpa del imperio, los “cambas separatistas”, los opositores políticos radicales. Viene cayendo por su majestuoso desgobierno. En ese sentido, ¿cómo entender el discurso académico de Arce en el que ofrece soluciones? Como debe ser: no sirve en absoluto. Cree que es un problema de detalle y, sobre todo, cree que las condiciones exógenas determinan el éxito o el fracaso. Me gusta que lo diga. Reconoce, sin hacerlo, que el auge económico de Evo Morales fue gracias a las condiciones externas. El Gobierno jamás usó esa bendición fiscal para montar un Estado en serio. Sólo lo gastó. Hoy, ya sin esa bendición externa, salta a la vista el saldo final: el gobierno no existe. Existe un poderoso desgobierno que, no tengan dudas, jamás podría echar andar con las medidas que plantea este premiable des-genio de la economía.




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