Al hacer gestión desde un gobierno público, se debe empezar por identificar los problemas de su territorio en los temas de su competencia. Esto es el diagnóstico situacional, y es el inicio del proceso de gestión (diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación).
El diagnóstico situacional está integrado por dos elementos básicos: 1) los datos y 2) la identificación de los problemas que se hace con base en el análisis de esos datos. Así, cada problema identificado tendrá un indicador que es indispensable para el siguiente paso, que es la planificación. Por ejemplo, si se ve que uno de los problemas es la falta de agua potable, los datos mostrarán con exactitud cuántas viviendas no tienen acceso a ese elemento vital y en qué lugares específicos del territorio están ubicadas esas viviendas. Si, por decir, los datos muestran que existen 100 viviendas sin acceso al agua, en función del dinero con que se cuenta y el periodo de tiempo para el que se planifica, se podrá estimar y definir la medida en que se logrará resolver ese problema en ese tiempo. Si se dice que en un 50%, este será el objetivo en ese tema (servicio de agua potable). Para alcanzar esta meta, se podrán determinar las acciones más eficaces posibles. Cuando se ejecuten esas acciones, en la evaluación se podrá verificar la medida en la que se logró resolver el problema.
Sin un diagnóstico situacional basado en datos, no es posible hacer una buena gestión pública, es decir, resolver los problemas y mejorar la calidad de vida en el territorio. Sin problemas identificados y sus indicadores, no sería posible optimizar la inversión pública, ya que los objetivos no contemplarían metas (indicadores) y las obras y otras acciones se fijarían arbitrariamente. Cuando estas se ejecuten, no se podría saber qué problemas o en qué medida estos se están resolviendo.
Además de ello, es importante que no sólo la planificación, sino también el diagnóstico situacional sea participativo. Esto porque es la misma gente la que debe decidir el estilo de calidad de vida que desea para su comunidad. Cada persona y cultura tiene una forma de concebir y de pensar la calidad de vida. Por tanto, es cada comunidad la que puede definir los temas que deben trabajarse para mantener o mejorar su calidad de vida. Es en función de esos temas que se recogerán los datos. Finalmente, es la propia gente la que debe decir si lo que, conforme a los datos, parece ser un problema, realmente lo es. Claro que en ese proceso es importante tener la guía de un/a facilitador/a que haga notar los derechos tanto humanos como los de la naturaleza, para que, en caso de que en la concepción cultural de esa comunidad algo no sea un problema, si vulnera derechos se pueda reflexionar y ver que tal vez sí lo es, para luego decidir resolverlo.
No se debe olvidar que los datos no pueden ser únicamente cuantitativos (cantidades). Es importante recoger también datos cualitativos, mismos que permiten igualmente generar indicadores.
Cada escala de gobierno en Bolivia tiene competencia exclusiva en materia de estadísticas (CPE, arts. 302.I.9, 300.I.11 y 298.I.16-II.13). Por lo mismo, cada cual puede invertir recursos en el recojo de datos primarios y en la realización de diagnósticos situacionales, en los temas de su competencia. Para hacer una buena gestión, es indispensable que lo hagan, ya que los datos generados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) no son suficientes. Siendo los gobiernos estatales y competentes, todos los datos que estos generen son oficiales, por lo que son los que pueden usarse para la planificación pública.
Carlos Bellott es constitucionalista en temas de organización y funcionamiento del Estado