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Desde mi barbecho | 05/02/2024

Desencanto democrático

Alfonso Cortez
Alfonso Cortez

En su columna quincenal, “Palos de ciego”, el escritor español Javier Cercas habla sobre el aparente agotamiento del sistema democrático actual y cómo algunas formas de autoritarismo han aparecido como competidores encarnizados de unas democracias con claros síntomas de fatiga, porque no están cumpliendo con las expectativas que generaron cuando la Democracia (así con mayúscula) parecía el único horizonte político posible.

Cercas –con su habitual irreverencia–, especula sobre la posibilidad de renovar la democracia con más democracia, a través de la “lotocracia”, un modelo que defiende la elección por sorteo de nuestros representantes políticos. Aunque el escritor se refiere a la realidad española, hace una afirmación que tiene validez tanto para la península ibérica, como para este país multiétnico y pluricultural: “…reconozcamos que no sería fácil elegir por sorteo mandatarios tan zoquetes, incultos y cínicos como algunos que hemos padecido”, escribe Cercas. ¿Están pensando en los mismos que yo tengo en mente?, ¿seremos tan yetas que el azar elegiría mandatarios –nacionales, departamentales o municipales– peores de los que nosotros elegimos votando? Tengo mis serias dudas. Yo, como en una feria de miniaturas (Alasita), me arriesgaría a esta “suerte sin blanca”. ¿Qué podemos perder?

En esa misma línea de análisis crítico sobre los resultados de la democracia, Martín Caparrós –un permanente inventor de términos– habla sobre la “eficracia”: Gobierno de los que sí son capaces de concretar algo deseado por muchos, más allá de la forma en que lo hacen. Caparrós se está refiriendo al cantado triunfo que logrará Bukele a pesar de la ilegalidad de su postulación, porque a sus electores parece no importarles la ruptura de las reglas democráticas, con tal que su Gobierno –claramente autoritario– les resuelva sus problemas. “Se puede culpar a las redes sociales, a las noticias retorcidas, a la perfidia de los pocos o al espíritu de la colmena, pero nada amenaza tanto a las democracias ñamericanas (otro invento caparroniano) como su incapacidad para resolver los problemas de sus ciudadanos”, afirma el cronista.

Los catastróficos resultados de los gobiernos democráticos que hemos tenido en el país ponen en riesgo el propio sistema democrático como una herramienta para acabar con la miseria y transformar la vida de sus habitantes. Aparecen –como fantasmas del pasado–, figuras dictatoriales, mesiánicas, populistas cuyos proyectos políticos no respetan las reglas democráticas, el disenso o la separación de poderes; y tienen el fracaso, la vulneración de derechos humanos y la corrupción como denominador común.

En Bolivia, sin importar los perjuicios que los bloqueos ocasionan, y a nombre de una supuesta reestructuración judicial, asistimos a la pelea por el poder de dos facciones de un partido político cuyo proyecto está, claramente, agotado. A pesar de que nos quieren convencer de lo contrario, los números de nuestra balanza comercial son negativos; la escasez de dólares en el mercado es apenas un síntoma de un mal mayor; el subsidio a la importación de hidrocarburos es insostenible; las empresas públicas son ineficientes y deficitarias, pero se siguen abriendo nuevas; la corrupción se campea en todos los niveles del Estado; no hemos sabido aprovechar coyunturas internacionales favorables, ni en los minerales, ni en el gas y tampoco en los productos agroindustriales, por frenos y trabas a las exportaciones; el Gobierno insiste en un “modelo económico social comunitario productivo” que debería enfatizar en la producción, la sustitución de importaciones y la redistribución del ingreso; pero, pasado el tiempo y evaluados sus resultados, lo único que se recordará será su improductivo e inservible nombre largo.

Por el otro lado, la llamada oposición, no se pone de acuerdo ni siquiera en la sucesión legal del suplente de la principal autoridad política de un departamento, que dice ser “la locomotora del país”. No hay a la vista, ningún proyecto alternativo que pueda ser opción de recambio en el año del Bicentenario, cuando se realicen las elecciones nacionales.

Dadas las condiciones actuales, salvo que aparezca algún “cisne negro” –metáfora que hace referencia a la aparición de un suceso improbable que ocurre por sorpresa o debido a algún fenómeno de gran impacto–, lo que se viene es más del MAS, que, al revés de la ley de signos matemáticos, en este caso, es menos.

Alfonso Cortez es comunicador social.



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