Hace unas semanas publiqué un artículo (Brújula Digital 23|08|24|) en el que argumentaba que los múltiples fracasos del masismo no son atribuibles a su falso socialismo, sino a sus elementales incapacidad y venalidad. Este fue seguido de otro (Brújula Digital 30|08|24|) en el que a modo de provocación sugerí que el MAS no solo no es socialista, sino que muchos de sus resultados se asemejan a lo propuesto por los libertarios.
Mis artículos estaban dirigidos al MAS; pero Antonio Saravia se ha dado por aludido y me ha dedicado una “respuesta” (Brújula Digital 02|09|24|) en la que afirma que los masistas sí son socialistas. Me imagino que estos se lo habrán reconocido. Antes de comentar su artículo, debo agradecer los términos amables en lo que se refiere a mí al iniciarlo. No hay una sola verdad y celebro que podamos ofrecer a los lectores una diversidad de puntos de vista con respeto.
Él dice en su introducción que yo le hago “el favor de citarlo a menudo” en mis columnas. Admito que es cierto y es porque los libertarios son la oposición que más consistentemente defiende una propuesta programática. Es decir, es lo único que vale la pena criticar. Me imagino que, como políticos, ellos habrán adoptado el motto wildeano “hablen mal de mí, pero hablen”. Así que todos contentos; yo con tener a quien criticar y ellos de serlo.
Entrando en materia, ya que Saravia y yo estamos de acuerdo en que este es un Gobierno venal e incapaz, lo único que queda por discutir es si es socialista, y si lo es, si esta es la causa de sus tropiezos. Para responder a esta cuestión con un mínimo de rigor, habría que contar con una definición de lo que es socialismo, y mostrar que todo sumado, este Gobierno encaja en ella.
Admito que mi definición de socialismo no es completa ni única, pero Saravia no opone ninguna. Lo que él muestra es una colección de prejuicios: “Son inútiles y ladrones como ellos solos, sí, pero su fétido Gobierno y su ensañada maldad están claramente enraizados en una doctrina socialista”, y añade: “como si a los países socialistas le(s) interesaran las futuras generaciones”. Estas frases ponen en evidencia una animosidad que, cuando se trata del socialismo, hace que hígado mate cerebro.
Me pregunto qué países son socialistas para Saravia. ¿España, Chile, Brasil, Suecia…? Los primeros son gobernados por partidos socialistas o de izquierda y el cuarto les “roba a los ricos vía impuestos”; de manera escandalosa, diría él. En Cuba –socialista, sin duda– la mortalidad infantil es la menor de América (2016) y “ningún sistema educativo público de América Latina, con la excepción de Cuba, se acerca a los estándares de los sistemas más eficaces (Banco Mundial, 2014). Seguramente todos ellos tienen sus fallas, y Cuba muchísimas, pero ¿cree realmente Saravia que ninguno de esos países se interesa por las generaciones futuras?
Sin embargo, esta generalización no es la única falla de rigor de Saravia. En su afán de identificar al MAS con el socialismo, que para él es la suma de todos los vicios políticos, incurre en expresiones como las citadas, más propias de discursos de campaña que de un debate.
Veamos otro ejemplo:
“Hacer empresa y plata en este país es un calvario porque el MAS confisca nuestra propiedad privada de mil maneras. Tanto así que la única opción es pasar a la clandestinidad informal. El MAS nos arrincona con impuestos, inseguridad jurídica, regulaciones por doquier y nos obliga a violar las leyes para sobrevivir. Eso destruye el tejido social y todos vivimos a salto de mata entre el deseo de ser honestos y dignos y el instinto de sobrevivencia. No, no te equivoques Jorge, ser rico y empresario en Bolivia es tener un tiro al blanco en la espalda (sic)”.
Este párrafo notable, que invito a leer con atención, es un ejemplo de cómo Saravia mezcla hipérboles, falsedades de hecho, consignas, pesadillas y una confesión de delitos; todo en menos de cien palabras. El párrafo es una lista de exageraciones que no reflejan la realidad boliviana ni demuestra nada; y menos que el MAS es socialista.
Saravia habla aquí de la destrucción del tejido social. Él, que se dice abanderado de la libertad, debería saber que no hay verdadera libertad sin tolerancia, y no hay tolerancia sin respeto, pero respeto por todos, sea cual sea de su credo político. Destrúyanlos si puede, pero con argumentos, no con insultos que ponen en el mismo nivel intelectual al que insulta y al insultado. Estos sí destrozan el tejido social.
Saravia afirma que este Gobierno ha nacionalizado los hidrocarburos (¿cuándo?), y mezcla anuncios con hechos, como el de García Linera de proponer cobrar impuestos a los ricos, que nunca se materializaron. “La alícuota es lo de menos” dice Saravia. ¿Cómo que lo de menos? y “el MAS ha llevado adelante un ataque sistemático (sic) a todo empresario capaz de hacer fortuna”.
¿A todo empresario? Los de El Alto y el Chapare están muy bien, gracias. Los bancos, sector capitalista por excelencia, nunca han ganado tanto dinero. Los agroindustriales del Oriente se quejan, como de costumbre, pero con este Gobierno les ha ido de película. No son los únicos. Ejemplos de empresarios exitosos abundan en todas las clases.
Pero es Saravia quien pregunta dónde vivo. Yo, en La Paz, él en Estados Unidos, pero podría informarse. El problema es que en el delirio antisocialista que le nubla la vista, el Estado te roba si cobra impuestos, los empresarios son “atacados sistemáticamente” y “tienen un tiro al blanco en la espalda”, el Gobierno controla tu vida, etc. En lugar de querer ver la realidad con las anteojeras de sus consignas, haría mejor quitándoselas para ver el país en toda su amplitud. Hay mérito en las ideas libertarias y no necesitan ser justificadas con tergiversaciones para sumar al debate nacional.
El MAS hace muchas cosas mal, en eso estamos de acuerdo. Pero, volvamos a la pregunta inicial: ¿es el MAS socialista? Podemos señalar muchos errores y atropellos que este Gobierno comete similares a las de los peores ejemplos socialistas; así como podemos encontrar un igual número de cosas en las que se parece a los libertarios, aunque esto no le guste admitir a Saravia. Pero esto no prueba que sea lo uno ni lo otro. Las partes no bastan para definir el todo, menos cuando es contradictorio.
Hay muchas variantes del socialismo; algunas con muy distinguido linaje. ¿Por qué hacerle el favor al MAS de meterlo en una bolsa a la que aspira, pero no pertenece? Es mejor añadir a la crítica esa falsa aspiración.