De tal palo: Rodrigo Paz en la UPB

La UPB ha cerrado su ciclo de debates con precandidatos a la Presidencia en los que han participado Tuto, Samuel, Manfred, Chi y Dunn. Me ocupo en este comentario del debate con Rodrigo Paz, el último programado. Quiero aprovechar esta oportunidad para resaltar la importancia que tienen estos eventos para la formación política de los jóvenes; su público mayoritario. Quienes no hayan podido asistir a ellos, pueden verlos en el sitio de la UPB en FB.

En la repetición está el gusto, se suele decir; una joya de la sabiduría popular que tiene tantos ejemplos como contraejemplos. Sin duda, hay experiencias que se van haciendo mejores con el aprendizaje y la repetición, pero hay otras cuya magia no admite repeticiones y si aquella noche, cuando le diste el primer beso, no viste estrellas, no las verás nunca. La lectora que tiene más de veinte años, con seguridad tiene sus propios ejemplos y no aprenderá nada con los míos.

Un área de la experiencia humana donde el intento de repetición tiene sus propios desafíos es la de los grandes hombres cuyos hijos buscan emular a sus progenitores; tan difícil parece ser lograrlo, que se les podría aconsejar que no lo intenten. Pero, aunque no persigan el mismo camino del éxito, la sombra estará siempre ahí; estimulante y desafiante a la vez. Yo, que soy hijo de uno que no ha sido famoso, pero ha sido grande, puedo dar testimonio de ello. La transposición de estos desafíos al género femenino ofrece variantes. Recordemos, por ejemplo, la película Tacones lejanos de Almodóvar.

En la política abundan los ejemplos: Papa Doc y Baby Doc, Pierre y Justin Trudeau, George Bush padre e hijo, Kim Jong Un y Kim Jong Il, etc. Lo difícil es encontrar uno que haya superado a su padre, excepto entre los monarcas, pero la variante con sangre azul sigue otra dinámica.

Aquí también tenemos nuestros ejemplos; el más notable de ellos en este momento es Rodrigo Paz, quien ha decidido intentar lo que a todos se desaconseja. Puede todavía que nos demuestre que hay excepciones que confirman la regla (de que toda regla tiene una), pero el debate en la UPB que comentaré aquí sugiere lo contrario. En todo caso, aunque ha mencionado a su “tío abuelo Víctor” más de una vez, tiene el cuidado de no referirse a su padre y en respeto por ese cuidado haré una sola comparación alusiva; la que sigue.

Al ingresar al escenario, Rodrigo Paz, más discreto y menos histriónico que anteriores invitados, mostró que ha heredado el don de gentes de su padre. Punto para él. Su primer uso de la palabra cayó en lo mismo que hicieron los anteriores precandidatos: una presentación de sí mismo. Recién esta vez noté que esto se debe a que el moderador del debate, en lugar de pedir a los invitados que resuman sus programas de gobierno, les pide que se presenten. Tan obvio me parecía que la ocasión demandaba lo primero, que este detalle se me pasó inadvertido. Así, Samuel se presentó como empresario, Manfred como militar y Rodrigo como tarijeño. No dejan de ser interesantes las autoidentificaciones que hacen, pero sigo pensando que conocer los nombres de las cuatro hijas del tarijeño no tiene relevancia a la hora de determinar las intenciones del voto.

En el caso de Paz, sin embargo, esa identificación tiene un correlato político claro: él se diferencia de los demás candidatos por la importancia que les da a las cuestiones regionales. Por ejemplo, una de sus tesis es la del 50/50. En este esquema, el presupuesto de educación y la tarea del diseño de la malla curricular serían divididos en partes iguales entre poder central y las regiones. Si llegara a la Presidencia, descubriría las complejidades que encierra esa engañosa simplicidad aritmética.

Se ha vuelto ya instintivo entre analistas y políticos atribuir todos los males de la situación actual a la corrupción e inepcia del MAS, pero con Paz, al menos en este debate, la cosa adquirió una intensidad cansina. Como si fuera automático, a cada pregunta de los panelistas, la respuesta comenzaba con la referencia a un drama de la economía o de la política o de la vida cotidiana en las que el malvado villano era el MAS.

¿Sobre los hidrocarburos, sobre la economía, sobre el medio ambiente, sobre la corrupción? El gran culpable de la situación actual es el MAS y solamente el MAS, y para enunciar las soluciones se debe partir de esta constatación de responsabilidades.

Como impresión general –y debo insistir que son impresiones, porque ¿cuánto se puede saber de alguien de verlo un par de horas siendo interrogado sobre esto y aquello?–  me ha parecido que Paz es un hombre con carisma, es cierto, pero superficial; adepto de las verdades simples de cosas que ha aprendido a medias y que nos teme improvisar respuestas sobre cuestiones que no conoce. En lo último él no es una excepción entre los políticos, hay que reconocerlo.

Paz, como Dunn, propone cerrar la Aduana, pero, mientras el libertario lo hace por razones ideológicas bien sazonadas, el primero lo hace porque la Aduana no funciona, y hay que crear otra entidad que lo haga bien. Si tuviéramos que cerrar todo lo que no funciona bien en este país, deberíamos comenzar por cerrar el Congreso, el Banco Central, la Defensoría… y al final no sé si quedaría marioneta con cabeza.

Varias veces ha repetido la poco realista cifra de que el país podría obtener mil millones de dólares anuales a través de créditos de carbono. Sobre la reforma de la Justicia, no se le ocurrió mejor idea que decir que va a traer a Rodríguez Veltzé –lo que en sí no es mala idea– pero no tener nada más que decir de un tema tan importante, muestra falta de preparación o de imaginación. A la pregunta de que si iba a manejar los conflictos con mano dura, dijo que “cuando la sociedad civil reacciona, eso es firmeza”. Vaya uno a saber qué ha querido decir con esto.

Relata que ha recorrido 230 mil kilómetros visitando 220 municipios de todo el país, y cree que esto lo hace conocedor no solo de su geografía, sino de sus gentes y problemas. Usa el término “economía de la calle” y dice que este es el conocimiento económico que necesita un presidente. Es obvio que conocer el territorio nacional no puede perjudicar a nadie, pero aquí se expresa una fe por el detalle regional micro que lo distingue de los demás candidatos. Esta es su fortaleza y su debilidad y lo califica muy bien para prefecto de Tarija.

Paz es veinte años mayor que Andrónico, pero le gusta presentarse como el candidato joven, el de la nueva generación, que los otros están ya muchos años en la política y él trae el discurso fresco de la renovación. “Hago lo que hago porque creo que en lo que hago”, ha dicho Paz dos veces durante su presentación, con el énfasis que se pone en una frase de efecto. Se ve que es una suerte de lema personal.

Su tarijeñidad y esta su fe en sí mismo capturan una esencia de su personalidad. Ha tenido un inicio de carrera política como alcalde de Tarija que no lo desmerece. En esta contienda electoral ha tenido un feo traspié; la huida de su compañero de fórmula a otra tienda política, que deja peor parados al desertor y a quienes reciben a desertores, pero delata también cómo en la elección de su acompañante el proceso de selección se basó en criterios equivocados e improvisación.

Las encuestas no dan a Paz muchas posibilidades de llegar a la Presidencia, pero podría obtener un caudal no despreciable de votos y no dudo de que desde el Parlamento podría contribuir al desarrollo y a la gobernabilidad del país. Sin embargo, la aritmética de estas elecciones se pinta tan apretada, que está en duda que un candidato de la llamada oposición llegue a la segunda vuelta.

Siendo así, al igual que Dunn y Tuto, que tampoco tienen posibilidades de llegar a la Presidencia, su participación aumenta la posibilidad de que pasen a la segunda vuelta Andrónico (u otro candidato del MAS) y Manfred, y que uno de ellos sea nuestro próximo presidente; perspectiva nada deseable para el país en esta coyuntura. Un voto por Paz es un voto por ellos.

Pongan de lado su corazón los seguidores de Rodrigo y voten por el país.