Mientras gozaba de la lectura de la preciosa novela “Los
Tajibos florecen en invierno” de Maricruz Ballivián Salek, ambientada en el
Gran Chaco, se concretó una invitación del senador Javier Martínez a participar
en un Foro ciudadano sobre el estado actual de los hidrocarburos en Bolivia y
en el Chaco. De ese modo he regresado a esa región 18 años después de mi visita
al campo San Alberto.
Llegar a esa región fronteriza de Bolivia no es fácil: salimos de Tarija en un taxi “expreso” colmado al límite de pasajeros y carga, que recorrió los 240 km de distancia hasta Yacuiba en cinco horas. El camino es variado: tramos de excelente carretera asfaltada intercalados con relegados desvíos de tierra, arena y pozas de agua. Uno no puede evitar de preguntarse qué se hizo con los millonarios ingresos de ese departamento durante la “bonanza” del gas. En compensación, el paisaje y la vegetación suscitan admiración, al pasar del valle chapaco a las alturas húmedas, al bosque seco y a los llanos del Chaco.
El evento contó con la presencia de instituciones vivas de la región, con gran cobertura mediática y con la ausencia descontada de YPFB, a pesar de habérsele invitado. Hubo cuatro presentaciones, sobre aspectos tributarios (a cargo de la experta Susana Anaya), sobre la geología petrolera de la región, dictada por Daniel Zenteno, un geólogo que contagia su optimismo sobre la riqueza gasífera de Tarija; una visión internacional de la industria petrolera (presentada por el reconocido analista Álvaro Ríos) y mi ponencia acerca de los cuellos de botella de la actualidad energética boliviana. Hablé de tres “nudos” (mercados convulsionados, déficit creciente de combustibles líquidos y subsidios insostenibles) en el marco del inminente fin del ciclo del gas; una crisis cantada que obliga a emprender con urgencia un Plan de Transición Energética, que se deja esperar. La larga ronda de preguntas y comentarios prolongó el evento y perjudicó el asado de rigor.
Junto a la nostalgia de los primeros descubrimientos petroleros, ha quedado en el ambiente un halo de pesimismo por la agonía de la gallina de los huevos de oro, debido a los decrecientes ingresos de la región y a las perspectivas sombrías de la industria petrolera,
En la tarde, en Sanandita tuvo lugar la celebración y el descubrimiento de la placa conmemorativa del centenario de la perforación del primer pozo chaqueño. No pude confirmar la veracidad de esa fecha ya que la documentación al respecto es escasa. Está comprobado que el primer pozo perforado en Bolivia fue en Bermejo (BJO-X1, 1922) y resultó seco; que el primer pozo productor fue el BJO-X2 (1924) y resultó ser un pozo fantástico que ha producido unos 800 mil barriles en sus 98 años de actividad; y que Sanandita se perforó después de BJO-X2, pero antes de Camiri. Asimismo, se reconoció que esos campos pioneros se desarrollaron gracias a los ingenieros de la Standard Oil quienes, llegados de la Argentina siguiendo la línea de los prospectos geológicos petroleros, se adentraron en el “infierno verde” y pusieron las semillas de un ciclo económico que sigue sustentando al país.
Hoy Sanandita vive gracias al cuartel del ejército (escuela de cóndores, o satinadores), que desde 1980 ha heredado las instalaciones del campamento, y conserva intacta la memoria de un siglo de vida, con la primera refinería y una sencilla capilla como testigos.
El emotivo acto recordatorio, alegrado por exquisitos manjares preparados por las Damas Chaqueñas y los tradicionales bailes guaraníes, recogió testimonios de los pobladores y reclamos acerca de la remediación tardía de la contaminación ambiental: porque hay vida después de la muerte ¡hasta para un pozo agotado!
Francesco Zaratti es físico, investigador, escritor y analista experto en hidrocarburos y energía.