En medio de halagos a Paz, Bedregal se despacha también con franqueza que él candidateó con la sigla MNR-U “para fregar a Paz”, después de que éste lo dejara colgado con Natusch, hecho confirmado también por Bedregal en ese programa. El desempeño de Bedregal en la TV es superior a su tedioso libro Doy la cara, en el que intentó justificar el golpe de Natusch, pero con un marco histórico que por poco comienza en el Tawantinsuyo, si es que no lo hace realmente (apelo a mi memoria).
Una respuesta de Bedregal allí me indujo a pensar, justamente a propósito de su entrevistador y de los otros candidatos opositores relevantes. Bedregal relata que en el exilio en Perú, Paz meditó la suerte de Haya de la Torre, líder del APRA, a quien el veto militar no dejó nunca ocupar la presidencia.
Esa reflexión me trajo a la mente, a su vez, otra historia, quizá simplificadora. Se decía que cuando Paz gobernó en los años 80, todo proyecto serio debía pasar por tres filtros: si la “embajada”, los militares o la Iglesia no se oponían, pues adelante. Un criterio ulterior era evaluar si el Gobierno podía ejecutarlo o no.
Verídica o no, esa historia calza con la afirmación de Bedregal en De Cerca. Después del golpe de 1964, a Paz le preocupó el veto militar. Esto explica mejor la participación de Paz en el golpe de 1971, como una vía para levantar ese veto. Esta tesis es refrendada por Carlos Carrasco, quien cuenta una historia parecida de sus propias andanzas entre Paz y Ovando, del que fue ministro.
Actualmente, a lo mejor porque no desean alterar a ningún sector gravitante, los más conspicuos candidatos opositores no dan muchas indicaciones de con quién gobernarían o, más frito, a quién le esperaría el palo en su reinado. En cambio, la reflexión de Paz narrada por Bedregal y la historia tal vez apócrifa que le atribuyo, exhiben que un político como Paz, corrido en siete plazas, anticipaba de memoria que imperar implica contar con los, antes llamados, factores de poder. Gobernar contra los militares era factible para Paz en 1952, no ya en los años 70.
Estos días, la prédica opositora contra el corporativismo del MAS y a favor de los derechos del ciudadano tiene buena prensa en la clase media urbana. Pero una cuestión más de fondo y menos ananay es qué planea la oposición respecto de los factores de poder, sin los que mandar es difícil o, en ciertos casos, imposible.
Por su lado, el MAS ostenta su pacto -político y prebendal- con cocaleros, sindicatos y movimientos sociales, con militares y hasta con empresarios (aunque éstos subordinadamente); no así con la Policía, que ha desnucado siquiera a un ministro de Gobierno, sino a dos.
En su tiempo, por ejemplo, la UDP definió que enfrentaría a los militares duros. Eso generó varios golpes, hasta que el garcíamecismo reculó. En cambio, para la oposición es como si hoy bastase -en Bolivia- un resultado electoral, todavía por verse además, para garantizar su gobierno.
Se ignora cómo plantean unos pactar con el poder cruceño, por ejemplo, o qué proyectan los otros para los cooperativistas mineros, para ponerlo en concreto. Esto, presumiendo además que los principales frentes hacen cálculos electorales para probar en cancha que la oposición política alcanzará para jaquear al MAS.
Si la oposición compite con el MAS en serio, debería dejar saber cómo imagina el trípode de su gobernabilidad, no posponerlo para muy tarde. Remplazar a Evo implica también insinuar futuras coaliciones de envergadura, semejantes a la que se enfrenta. No hacerlo es confirmar la prédica del MAS de que sólo él representa la estabilidad.
Eso saco de un De Cerca de los años 90. Los políticos podrían darse un recreo igual, y repasar estas perlitas en YouTube. Son gratis.
Gonzalo Mendieta Romero es abogado.