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Mirada pública | 16/12/2023

Cuando la estupidez es consciente, ¿hemos tocado fondo?

Javier Viscarra
Javier Viscarra

¿Habremos perdido la capacidad de asombro? Si no es así, tal vez estamos adormecidos, estupefactos o tremendamente asustados de que nos metan en la cárcel sin motivo alguno.

Hace unas semanas, el presidente del Estado Luis Arce Catacora dijo que, en materia de hidrocarburos, Bolivia “ha tocado fondo”. Fue una frase que estremeció a quienes saben que la principal fuente de ingresos del país, la venta de gas, está en una etapa terminal.

La confesión presidencial no puede haber sido ingenua, tiene que ser parte de un proceso comunicacional destinado a que la gente, más adelante, entienda que cualquier medida que se tome para paliar este agudo problema será algo necesario. Esto equivale a decir “ya les previne”.

Sin embargo, sea un destello de sinceridad de Luis Arce o una aviesa forma de abonar el terreno para medidas que perecen inevitables, como devaluar la moneda, eliminar la subvención a los carburantes u otra disposición, se ha iniciado una vorágine de acusaciones de masitas entre si, casi como un vergonzoso juego de “yo no fui, fue tete”.

Estos últimos días, Arce Catacora dijo que ya en 2014 cuando era ministro de Economía le había advertido a Evo Morales, entonces presidente, que la situación de los hidrocarburos requería una atención urgente, fuentes de inversión y que el mandatario no hizo nada.

Casi sobre la marcha, como si se tratara de un juego, Evo retrucó y dijo que Arce Catacora era el responsable de la actual delicada situación de los hidrocarburos. 

Lo real es que mientras en 2014 Bolivia exportaba más de 6.000 millones de dólares anuales, hoy apenas estamos cerca de los 2.500 millones de dólares. Y todo este gas que explotaba el gobierno del MAS fue producto de las exploraciones de los años 70 y 90 del siglo pasado.

Para quienes asistimos atónitos a este show de endilgarse la culpabilidad del descalabro, no entendemos porque no hay un resquicio de hidalguía para asumir conjuntamente la responsabilidad de haber despilfarrado el mejor momento que tuvo la economía boliviana; de haber sido y continuar siendo tozudos con una ley de inversiones que espanta; de supeditar nuestras relaciones internacionales a absurdas afinidades ideológicas y no a los intereses del Estado, como lo hacen todos los países del mundo.

En este ámbito, cómo es posible que el presidente Luis Arce no asistiera a la posesión de Javier Milei, cuando con Argentina tenemos innumerables negocios y más todavía con el ingreso al Mercosur.

El presidente Arce Catacora presume que en tres o cuatro años se revertirá el tema de los hidrocarburos. Si así fuera, por qué no comenzó ese trabajo hace justamente tres años cuando inició su gestión. Los verdaderos expertos en el área señalan que, aun habiendo inversores, los frutos no estarán en menos de siete u ocho años.

Entre tanto, la corrupción resquebraja la estructura de lo que en alguna oportunidad se llamó la reserva moral de la humanidad. En YPFB, bandas delincuenciales de militantes del partido de gobierno se están robando a manos llenas lo poco que hay. Hace poco ejecutivos de la petrolera estatal denunciaron el robo de casi 100 mil litros de gasolina.

Para colmo, en otro rubro, en días pasados apareció en Las redes y la televisión un ministro showman, que creyó que era el momento para saltar a la fama como un nuevo ticktoquero y, en una producción hollywoodense, presentó al país la carretera Cochabamba Santa Cruz en su tramo más difícil “El Sillar”. En el video se lo observa dando brincos y corriendo entusiasta. El ministro Edgar Montaño se ufanaba de cómo en tres años (aunque sus dedos mostraban cinco) el Gobierno había logrado entregar el polémico tramo.

Empero, en un par de días, su salto a la fama se convertía en el mayor ridículo del tick tock. Y pasaba de la euforia de lo hecho por su administración a la realidad de las enormes fallas del asfalto rígido. Entonces vino la acusación. Y como no es ya posible apuntar a Janine Añez, dirigió sus dardos por las fallas en la obra al gobierno de Evo Morales. Con seguridad que muchos bolivianos, a esta altura, ya no deben saber si reír o llorar. 

La empresa que construyó el Sillar, la Sinohydro de la China ha anunciado que se hará mantenimiento. Claro que esa no es la expresión correcta, pues el mantenimiento se hace después. Aquí de lo que se trata es de una gran falla de construcción o el uso de menos material del presupuestado. Ni pensar en una auditoría, no ocurrirá nada y hasta quizá el nuevo ticktoquero reponga su producción.

Pero como somos un país extractivista, vamos por nuestro cuarto gran producto, pues en casi 200 años de vida pasamos de exportar plata, después estaño con el que fuimos segundo exportador mundial después de Malasia y finalmente el gas que hoy languidece por una mala administración. Ahora toca el litio. En los últimos años hemos invertido unos mil millones de dólares en plantas de carbonato de litio que sufrió dificultades, cuando desde un principio se habló del problema de la precipitación pluvial en la zona de los salares. Por ello, las pocas bolsas de carbonato de litio exhibidas en la inauguración de los procesos de producción, solo nos han permitido exportar 60 millones de dólares en un año, es decir el 0,6 por ciento de lo invertido. 

Ahora vienen los rusos, con la promesa de producción anual de mil toneladas iniciales de carbonato de litio, para pasar en dos años a 14 mil toneladas Esta vez, solo queda esperar que esto sea posible y no ocurran malos cálculos como con el ingenio en San Buena Aventura, Papelbol y las muchas otras inversiones “bol” que hoy son elefantes blancos.

Se puede colegir que no hemos perdido la capacidad de asombro, solo estamos auto amordazados y para colmo sin justicia, porque los dueños del poder prorrogan a los magistrados que solo son serviles instrumentos del poder. 



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