El miércoles 11 de septiembre, al salir del Colegio Médico, a media cuadra de la plaza Murillo, después de la presentación del interesante libro del Dr. Daniel Elío que nos transportó a la historia de la medicina desde la época de los griegos, nos encontramos con tres marchas y dos trifulcas con la policía. Una de ellas, promovida por los evistas, pedía la dimisión del presidente Luis Arce, la otra, promovida por los arcistas, pedía a los parlamentarios aprobar los créditos pendientes y, además, el proyecto de jubilación apoyado por la COB; la tercera estaba promovida por ambientalistas, pedía la abrogación de leyes y decretos incendiarios que autorizan la quema de bosques y pastizales para habilitar tierras para cultivos y para el ganado.
La policía lanzó con profusión gases contra los evistas y los ambientalistas y proporcionó una protección indulgente a los arcistas. Los gremialistas anunciaron que se plegarían a la marcha de los evistas con su propia demanda, la de poder acceder a dólares en billetes para el comercio minorista fronterizo. Unos días antes, las mujeres arcistas y evistas hicieron gala de su admirable habilidad pugilística enfrentándose entre ellas en las puertas del parlamento.
Una vez despejados los gases lacrimógenos, pudimos llegar al Prado. Allá nadie estaba inquieto, los jóvenes se paseaban agarrados de la mano, contentos de estar con sus enamorad@s, degustando hot-dogs y hamburguesas. Algunos estaban dedicados a la música. Todos lucían felices sin las preocupaciones que afligían a los que se encontraban unos metros más arriba. Otra parte de la población miraba feliz el fútbol en la televisión.
Para evitar las presiones de los arcistas, los senadores alegremente decidieron sesionar en Uyuni, frente al hermoso salar y bellos flamencos rosados. Aprobaron derogar un par de las leyes incendiarias. Los opinadores pidieron que, además, se dieran cuenta del estado de suciedad en que se encuentra ese pueblo y que adoptaran alguna disposición para superarla.
Por su parte, el presidente, acechado por todos los flancos y buscando mejorar su imagen, decidió ir a Santa Cruz acompañado de su gabinete presidencial para apagar los incendios utilizando una cajas mágicas, llamadas cajas guardianes. Tardíamente, emitió el D.S. 5225 suspendiendo las quemas, sus autorizaciones, y aumentando las penas a los culpables.
El 8 de septiembre 2024, en su discurso ofreció reemplazar el diésel con biodiésel, lo que significa ampliar la frontera agrícola para producir oleaginosos, lo que significará más destrozos de la naturaleza, quemándola o por cualquier otro medio.
“La Casa se quema” dicen los ambientalistas haciendo referencia a los feroces incendios que asolan Bolivia destruyendo más de cuatro millones de bosques y matando muchos animales. Entre tanto, la Federación Tupac Katari, apoyada por los camioneros bloqueará las carreteras desde el lunes 16 buscando la renuncia del presidente y Evo prepara una gran marcha sobre La Paz para el día siguiente.
No obstante que el presidente es un buen deportista, insiste en un referéndum para evitar que Evo sea candidato en las elecciones del 2025 y para pasar la pelota a otros jugadores en materia económica.
En suma, el país está en una situación complicada, llena de contrastes y paradojas. En lo que sigue, sugiero algunas acciones para evitar caernos al despeñadero.
Las complicaciones económicas de corto plazo requieren ser resueltas a la brevedad posible, hay también serios problemas de largo plazo, que ameritan atención, con relación al balance energético y al modelo extractivista vigente hace un par de siglos.
En el corto plazo, técnicamente, las soluciones son fáciles: 1) Transferir parte del subsidios que reciben la gasolina y el diésel a los pasajeros del transporte público y al transporte de carga o, alternativamente subir sus precios un centavo de dólar cada semana hasta acercarlos a sus niveles internacionales, 2) Transparentar el mercado cambiario a través de la reposición de la mesa de negociaciones de divisas (bolsín), 3) Obtener del exterior un crédito de corto plazo para asegurar el buen funcionamiento de estas medidas. Con mucho impacto en la opinión pública, pero con un impacto moderado en economía, se podría anunciar la venta de los aviones presidenciales, de los automóviles caros y de los gastos en celulares de los funcionarios públicos y de los parlamentarios, disminuir los viajes oficiales, etc.
La adopción de un plan de estabilización se vería facilitada si las dos fracciones del MAS terminaran su pelea, si las chicas abandonaran su gusto por el pugilato, si terminaran las marchas y si la oposición en el parlamento asumiera más responsabilidad frente a la coyuntura.
Es mejor morir luchando que postrado agonizante en una cama. Las medidas de política económica de todas manera provocaran preocupación y quizás rechazo en la población lo que podría desestabilizar al gobierno. Posiblemente, ese riesgo sea menor al de asumir una posición pasiva en la situación actual.
Rolando Morales Anaya es PhD en economía