La Participación Popular cumple 31 años de vigencia en este mes. No hay duda que, junto a la Revolución de abril de 1952, son las dos grandes reformas políticas del siglo XX. Gracias a ellas Bolivia abrió los cauces de la inclusión social y política y vio las luces de la democratización social. Con toda certeza, el proceso político actual y el propio Evo Morales son hijos de la Revolución Nacional y de la Participación Popular. Sólo por esas grandes reformas vivimos ahora un piso adicional de la democratización social.
Buena parte de los bolivianos no sabemos agradecer a la gente que ha hecho esfuerzos por el desarrollo del país. Muchos de los que dieron su vida, pasaron exilio, prisión y dieron la cara por la democracia tampoco han recibido las gracias que les debíamos dar todos nosotros.
La mezquindad de no saber reconocer los méritos de los otros se rompe pasajeramente, sólo cuando la gente que merece reconocimiento está en el lecho de muerte. ¿Cuántas medallas no se han dado a la hora póstuma, pero sin la valentía de reconocer méritos a muchos que viven a nuestro lado, a muchos que son contemporáneos o que son más jóvenes que nosotros?
En este país es más fácil destruir que construir. Normalmente se critica al que hace algo; en cambio, el que hace nada vive feliz, en la sombra del anonimato. Es pecado, es peligroso hacer algo, porque siempre genera enemistad o envidia. Los que hicieron la Revolución de 1952 están olvidados.
Pero no vayamos tan lejos. Hay muchos que hicieron una de las reformas más importantes de este país en los últimos años: la Participación Popular. Muchos de sus hacedores son nuestros contemporáneos, gente joven, comprometida, llena de ideales, esfuerzos, de vitalidad y de transparencia. Todos ellos hicieron una reforma que generó inclusión social, ciudadanía y que democratizó el país. Pueden anular la Ley, pero el proceso real existe, con falencias, pero sigue presente.
No es posible entender al MAS, al propio Evo Morales, sin comprender la Participación Popular. Ellos la utilizaron para sí los beneficios de una reforma democratizadora tan profunda.
En la democratización de Bolivia hay procesos históricos que es importante mirar y seguir, por eso es central observar la Participación Popular como un hito de la democracia boliviana.
Pero, ¿quiénes empujaron el carro de esas reformas? Se trata de gente que vive aquí en Bolivia, que trabaja, a veces, con facilidad, en otras con dificultad; pero son personas que laboran cotidianamente por el país. Muchos de ellos, antes de 1994, ya se habían jugado el pellejo por defender la democracia y después se entregaron sin miramientos para hacer la Participación Popular.
La Participación Popular lleva nombres concretos: Carlos Hugo Molina, el camba-colla que ama el bolero y que tiene una vida marcada por el dolor, camba que toca taquiraris y sones andinos con su armónica. Él vive desarrollando la democracia con el sello de Manuela. Roberto Barbery, su joven lugarteniente, amante de la filosofía y escéptico por naturaleza. Rubén Ardaya, Iván Arias, Alfonso García, Fernando Medina, Javier Medina, Isabella Prado, Diego Ayo, Mauricio Callau, Marcelo Renjel, Laurent Thevoz, Mario Galindo, Gonzalo Sánchez de Lozada, Víctor Hugo Cárdenas y muchos más; además de un grupo juvenil de comunicadores inquietos que hallaban soluciones en el campo de las dificultades.
Pero hay muchos, pero muchos más nombres a quienes les deberíamos reconocer sus esfuerzos por el país. Ellos aman Bolivia, lo han demostrado con sus vidas. Pero la paradoja de la vida es que, en lugar de reconocer sus méritos y su trabajo, más bien se los ataca y, a veces, se los persigue. Pero el tiempo es el gran juzgador. Ya llegarán días en los que los ataques sean anécdotas y sus méritos y entrega por el país queden grabados.
Toda esa gente que hizo la Participación Popular de carne y hueso son personas que han sabido darse a los demás, que supieron entregar amistad. No es por amistad que uno les reconoce sus méritos, sino lo hacemos simplemente porque se lo merecen, porque le dieron al país valores en los cuales creer y reformas concretas descentralizadoras que son necesario profundizar.
Gracias por haber tenido valores que son los que ahora se están perdiendo.
Aunque el poder actual es centralista; la Participación Popular hizo que la gente tenga conciencia de la necesidad de descentralizar. Esa reforma vive simplemente porque la gente se la apropió. Y nosotros, desde el llano, agradecemos a Carlos Hugo Molina y a todo el equipo que trabajó con él, desarrollando una de las reformas democratizadoras más profundas de los últimos tiempos.
En todas las elecciones subnacionales la gente se dio cuenta de que la participación popular es un hito descentralizador que puede generar nuevos pesos y contrapesos a un poder que es excesivamente centralista. Y en cada municipio, sus pobladores saben que ésta es la institución más cercana a ellos. Gracias de nuevo a esa generación que trabajó y trabaja por el país, sin militancia, sólo con ideales a cuestas.
Carlos Toranzo es economista.