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Mirada pública | 16/09/2023

Cancillería: trasciende un aire paleolítico

Javier Viscarra
Javier Viscarra

El presidente Luis Arce debe ser un hombre bueno y hasta compasivo. Ha decidido destituir a su canciller, Rogelio Mayta. Sin embargo, en lugar de dejarlo caer en el abismo, le ha brindado una salida “honrosa” al promover su candidatura al Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina de Naciones (TJCA). Ahora estamos a la expectativa obligada de conocer la noticia oficial sobre el éxito o fracaso de esta maniobra, mientras Mayta continúa recibiendo su salario ministerial.

Entre las virtudes que han destacado a la Comunidad Andina desde su creación como Pacto Andino está la consolidación de un sólido derecho comunitario, que figura como una piedra angular en todo el proceso de integración.

Los países que componen este Acuerdo, ahora reducidos a cuatro de los cinco que inicialmente firmaron el compromiso en Cartagena de Indias en 1969, parecen estar comprometidos en mantener este ordenamiento jurídico sólido, evitando artimañas y manipulaciones que, lamentablemente, se han vuelto moneda corriente en nuestra criticada justicia boliviana.

Pero aquí surge una complejidad no tan sencilla. La anunciada presencia de un nuevo magistrado boliviano en el TJCA, ni más ni menos que un canciller saliente, despierta inquietud y temor en cuanto a la estructura legal de la comunidad.

La preocupación aumenta si el candidato llega con un historial documentado de hostilidad en los medios hacia el jurista al que reemplazará. Este último fue parte de un fallo que impactó en los intereses de la economía boliviana, a pesar de que el dictamen, en esencia, se alineó con el derecho comunitario y los intereses andinos, por encima de los intereses nacionales.

Sin lugar a dudas, es un intríngulis para el líder de la Casa del Pueblo, que debe cuidar uno de nuestros mercados de exportación más importantes en la región y, al mismo tiempo, preservar su estructura legal.

El TJCA fue creado con el propósito de salvaguardar el Acuerdo de Cartagena y los derechos y obligaciones que de él emanan. Desde su inicio, se determinó que este tribunal sería independiente de los gobiernos de los países miembros, según se establece en sus objetivos.

El problema en este impasse radica en la falta de una lectura diplomática adecuada de las señales provenientes de organismos y países que dominan ese lenguaje, y que están lejos de respirar el aire paleolítico que parece circular en nuestra Cancillería.

La reciente postergación de la reunión del Consejo de Plenipotenciarios en Quito, Ecuador, sede del TJCA, para aprobar la postulación de Mayta, una decisión que debe ser unánime, debido a las “razones de agenda” de los ministros de Perú y Ecuador, debería ser interpretada como un mensaje claro.

La idea de que Dina Boluarte, presidenta de Perú, esté aislada internacionalmente y que los países vecinos ni siquiera la hayan reconocido, es falsa. Ejemplo de esto es la reciente señal de pragmatismo diplomático entre Chile y Perú, que negociaron la transferencia de la presidencia de la Alianza del Pacífico para evitar un impasse político.

Chile negoció la transferencia de la presidencia de la Alianza del Pacífico a Perú por parte de México, ya que AMLO se negaba a hacerlo por motivos políticos. Así, México entregó la presidencia a Chile en Santiago y al día siguiente el canciller chileno la entregó a Perú, evitando así un impasse. Chile valora mucho su relación con Perú y viceversa. Con Ecuador no hubo problemas; Lasso reconoció a Dina casi de inmediato, al igual que Paraguay y Uruguay.

Los que mantienen una posición tozuda es el gobierno boliviano, atrapado en alineamientos ideológicos absurdos. Al comienzo del año, el presidente Arce realizó una declaración desafortunada sobre la democracia en Perú, lo que llevó a que nuestro embajador en Lima fuera convocado para recibir una nota diplomática de protesta. La relación entre Bolivia y Perú es difícil, y esto es innegable, lo que complica aún más la búsqueda de soluciones para el caso particular de Dn. Rogelio. Las autoridades no deben manejar las cosas fuera de casa como están acostumbradas a hacerlo dentro.

Es poco saludable esperar una respuesta escrita de la CAN que rechace la postulación. Es crucial interpretar las señales y evitar otro tropiezo para nuestra diplomacia. ¿O es que, en realidad, la obstinación de alguien detrás de bambalinas es tan grande que aún cree que puede imponer la tambaleante candidatura de nuestro canciller?

Javier Viscarra es periodista, diplomático y abogado.



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