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Wila k'ank'as everywhere | 12/05/2024

Bolivia se nos muere

Sayuri Loza
Sayuri Loza

Con esa frase, Víctor Paz Estenssoro inició lo que se conoce como el periodo neoliberal en el país. Fue curioso que el mismo MNR que nacionalizó las minas, fuera el que llevó a cabo la relocalización; y es que habían terminado los años de fieros discursos y eslóganes de soberanía así que como suele ocurrir cada tanto, a los bolivianos nos tocó ajustarnos los cinturones y aceptar que una vez más habíamos fracasado.

Grandes avances simbólicos, concentraciones emocionantes, pero escasos cambios estructurales que llevan a la memoria la frase de Fernando Braudel “las sociedades hacen revoluciones culturales cuando no pueden hacer revoluciones estructurales”, es lo que ocurre cuando razonamos a partir de nuestras carencias y traumas. Pero ojo, nadie está negando que estos avances sean importantes, lo malo es que no son suficiente.

El MNR del 52 fue el huracán que le sacudió la cabeza a una élite que se negaba a entender que el tiempo de los pongos y las haciendas no podía continuar, que el mundo ya no era el mismo del siglo XIX y los excluidos estaban sintiendo el “efecto de la demostración”: ver que otros gozan y ostentan delante de ellos, que no tienen nada.

Para el 52, las grandes masas ignoradas estaban viviendo un despertar; un poco lo que los neo marxistas describen como el autorreconocimiento “nosotros somos el pueblo”, el reconocimiento del otro, del antagonista “ellos son la rosca” y una vez hecho esto, surge el proyecto político. Las élites ante esto deben elegir entre aceptar los cambios y negociar, o cerrarse en sí mismos y armar la resistencia; a menudo eligen la segunda opción y esto las destruye.

 30 años después, el MNR tuvo la dolorosa tarea de sellar y firmar el fin de la coyuntura de la nacionalización y se abrió a la capitalización de las empresas estratégicas. A algunas les fue bien, a otras no tanto pero el costo social de estas medidas generó una nueva masa descontenta, la masa que se vio más afectada por el cambio de rumbo del país; el partido del pueblo se convirtió en pocos años, en el partido de los oligarcas, de los vende patria y Goni Sánchez, su jefe, que para colmo hablaba con acento gringo, se volvió el rostro del imperio adueñándose del país.

Una vez más, el efecto de demostración generó malestar, el ciclo arriba descrito se repitió y el MNR pasó de ser el representante de las aspiraciones de las masas, al antagonista que debía caer. La crisis económica no ayudó (porque puedes tener un antagonista pero si hay plata, hasta puedes hacer de la vista gorda, tal como muchos hicieron con Evo Morales en sus mejores tiempos) y 2003 fue testigo del fin de una era.

Lo demás lo hemos visto y vivido todos. Las lágrimas de la nacionalización de YPFB, los airados discursos de soberanía y el plus de que todo eso lo hacía un presidente indígena, representante de los históricamente negados. Era como guion de telenovela, todo se juntaba para que pensáramos que ahora sí viviríamos felices para siempre.

Pero no todo lo que brilla es oro y el gobierno del MAS no pudo plasmar lo que vociferaba en discursos, la falta de inversión en exploración, la contratación de abundante personal con escasa capacitación en detrimento de los muchos que estudiaron ingeniería petrolera en el auge de la nacionalización, los dirigentes sindicales declarados en comisión, nos alejaron del sueño de la industrialización y ahora estamos como estamos. Curiosamente, un estudio hecho en COMIBOL sobre su funcionamiento después de la nacionalización, presentaba las mismas falencias que describo en este párrafo; ninguna empresa prospera si es manejada con mediocridad.

Así que ahora el Gobierno del MAS se está enfrentando a lo mismo que el MNR de los 80: el agotamiento de un discurso, el fin de una coyuntura, la crisis económica, con la diferencia de que el MNR podía alegar que fueron las dictaduras o la UDP quienes provocaron el desequilibrio. En este caso, el MAS ha sido artífice del auge y la caída económicos, generando una vez más una masa afectada por el efecto de demostración (se ha creado una nueva élite que en lugar de romper con las diferencias las está acrecentando) y en el imaginario social, la idea del MAS como partido del pueblo poco a poco se está disolviendo.

La gran pregunta es ¿A quién le tocará tomar las medidas para evitar el colapso económico? ¿Quién será el que, con un alto costo social de por medio, deberá dar la vuelta de timón a la economía? Es posible que sea el mismo MAS pero el evista, que cuenta con el argumento de que el MAS arcista se distanció de los principios originales del partido (qué les importa que les digan que Arce fue el ministro de quien decían había sido el artífice del modelo económico comunitario productivo, etc.).

Pero el MAS Evista en el poder, no va poder gozar de la popularidad del pasado, o no se animará a tomar medidas, lo que nos hundirá más o las medidas a tomar le generarán descontento. ¿Y si Arce decide ir a por todas? Si Arce se quema cambiando el rumbo y arregla la situación, le abre cancha a Evo para que tome el poder y goce, mientras Arce es maldecido por la población en mil idiomas, del respiro que le puedan brindar las decisiones de su delfín. ¿Se animará nuestro presidente sabiendo esto?

De la oposición, el que suba igual será hecho bolsa y olvidado o puesto en la lista de “peor gobierno de la historia” que acostumbran mencionar los discurseros “antiderecha”. Parece que se vienen tiempos difíciles aunque yo voy a ser optimista, venimos diciendo “Bolivia se nos muere” prácticamente desde que nació, pero miren que al año cumplimos 200 años. Alguno me dirá “pero 200 años de crisis y conflictos” y ante eso yo sólo puedo contestar “cállate y come, ahora que puedes”.



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