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Wila k'ank'as everywhere | 12/10/2025

Honorables

Sayuri Loza
Sayuri Loza

Llegar a ser senador o diputado era, hasta hace algunas décadas, indicador de reconocimiento a la capacidad de un individuo que, si bien obtenía un alto salario, demostraba un conocimiento vasto de las leyes y una capacidad comunicacional para lanzar discursos a la hora de los debates. Seguramente también contaba con una trayectoria moral impecable, bajo el entendido de que en elCongreso se encontrarían con los mejores representantes del país. Lo feo era que eran gente pringada, elitista y que había pocas mujeres y ningún indígena, cosa ridícula en un país donde los indígenas siempre fueron mayoría.

Bolivia empezó con una interesante Asamblea, con nombres memorables como José María de Asín, el héroe de guerra; José Miguel Lanza, un joven; José Ballivián, que más adelante sería Presidente; el autor de la letra del Himno Nacional, literato, abogado y docente José Ignacio Sanjinés. El magnífico redactor y orador Manuel María Urcullo; el estadista José María Dalence, cuya obra sería base para comprender la economía de los primeros años de la República; Casimiro Olañeta, entre otros. Todos ellos con estudios sobresalientes en un país cuyo porcentaje de analfabetismo llegaba casi al 80% de la población.

No vamos a romantizar al pasado, hubo también malandrines y criminales de cuello blanco. Pero en medio de lo vergonzoso están los triunfos, por ejemplo, cuando, en 1956, se eligió a la primera diputada mujer, Emma Gutiérrez de Bedregal, cuyo mérito fue una larga lucha política durante la Revolución Nacional. En 1980, cuando Constantino Lima, abogado y activista aymara, obtuvo un curul en el Legislativo, donde hizo escuchar su voz en aymara por primera vez desde que nació la República. Cómo olvidar la llegada de la primera mujer de pollera al Parlamento, Remedios Loza, quien había sido elegida en el debut con patada voladora de su partido, Condepa. Años después ella se convertiría en la primera mujer candidata a la Presidencia en la historia del país.

Voy a detenerme en ella. Un poco por amor y otro poco porque fui testigo de su transformación en diputada. Remedios sólo había terminado la primaria, le costaba leer libros académicos. Sus detractores cuestionaban esos hechos, pero ella no se amilanó, empezó a estudiar todos los días las leyes, la Constitución, y cuando se volvió presidente de la Comisión de la Mujer aprendió el Código del Menor y el Código de Familia tan bien que se manejaba con total soltura cuando atendía los casos. Loza es ejemplo de alguien que llegó sin los títulos, pero que entendió lo mucho que significaba tener el apoyo de la población y lo mucho que había que probar siendo ella mujer, aymara y de pollera. Y se ganó el respeto de sus colegas, con quienes tuvo un trato respetuoso, sin protagonizar vergonzosas trifulcas.

Pasaron los años y cuando Bolivia se convirtió en Estado Plurinacional, la esperanza de tener un Congreso más participativo, más diverso y menos decadente –porque ya el Parlamento de inicios de este siglo se había vuelto decadente, al punto de que en 2002, un diputado presentó un proyecto de ley para que se les pagara una renta vitalicia a los miembros del Congreso, algo que por fortuna no fue aprobado–llenaba el corazón de los bolivianos que estábamos felices de tener caras nuevas y miradas refrescantes. Al principio todos eran respetables, pero pasó el tiempo y los valores y principios empezaron a desmoronarse.

Hoy tenemos una Asamblea con contados buenos representantes. La mayoría son ciudadanos que, por alguna razón, han perdido el rumbo de sus objetivos y permanecen cobrando sus altos salario. Durmiendo, peleando en la testera, arrojándose cosas, persiguiendo a sus oponentes y, cada cierto tiempo, dando declaraciones a la prensa que sirven para hacer memes a los bolivianos, cansados de tanto espectáculo. ¿Qué pasó? ¿Elegimos mal? ¿Los candidatos llegaron a ese punto no por méritos, sino por presión sindical, social, económica?

Hasta hace poco, algunos creían que esto era cuestión del MAS, que en cuando se fueran las cosas mejorarían, pero lo cierto es que es un mal generalizado, y hoy es cuando se ve más claramente porque ya no existen bancadas. La oficialista se ha destruido con el asunto de evistas contra arcistas y contra androniquistas. La de Comunidad Ciudadana ya no existe, pues muchos se han ido con Samuel,Tuto o con Manfred y algunos de ellos volverán a ser asambleístas en la siguiente gestión. Creemos se mueve sin rumbo ni unidad.

¿Cómo será la nueva Asamblea? ¿Tendremos rostros notables o sólo oportunistas con deseos de poder y dinero? Ustedes ya me conocen, soy pesimista, y considero que pocas cosas van a cambiar. Esta será otra Asamblea decadente, con más chistes que leyes aprobadas. Tal vez cambiar las leyes, permitir la elección de asambleístas independientes, bajar los salarios y sancionar a quienes demuestren una actitud violenta, etcétera, podría mejorar la situación, pero eso no va a pasar ahora porque la prioridad será no caer más en la crisis.

Sayuri Loza es historiadora.



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