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Mirada pública | 08/02/2025

Bolivia está fuera del radar de Trump, por ahora

Javier Viscarra
Javier Viscarra

El arranque de la presidencia de Donald Trump ha causado una conmoción internacional sin precedentes. En sus primeras tres semanas de gobierno, el presidente estadounidense ha firmado una serie de medidas que han alterado el equilibrio global, desde mediante políticas migratorias más restrictivas hasta decisiones económicas que afectan a grandes potencias. Asimismo, al observar la política exterior de Trump, uno podría pensar que Bolivia, por el momento, ha quedado fuera de su radar. Pero esta calma es engañosa, pues las decisiones que está tomando hoy Estados Unidos podrían tener un impacto significativo en el país en un futuro cercano.

Trump ha marcado un giro brusco respecto a las administraciones anteriores en términos de política exterior. Lo que antes se definía por el impulso de la democracia, los derechos humanos y la prosperidad económica a nivel global, ahora parece haber sido reemplazado por una agenda basada en “América Primero”. Trump ha dejado en claro que su enfoque no es promover valores democráticos en otras partes del mundo, sino proteger los intereses económicos y de seguridad de Estados Unidos a toda costa. Este cambio de prioridades ha modificado la percepción global sobre las intenciones de la administración estadounidense, y es aquí donde las dinámicas regionales y globales podrían verse afectadas.

En un primer vistazo, países como Bolivia pueden parecer ajenos a los movimientos de Trump, especialmente cuando se comparan con otras naciones latinoamericanas que ya han expresado su oposición a las políticas migratorias del presidente o se han visto directamente involucradas en la guerra comercial con China. No obstante, el enfoque de Trump hacia el narcotráfico, el crimen organizado y la migración podría eventualmente tener repercusiones indirectas para países con relaciones estratégicas con Washington. A medida que el gobierno estadounidense redobla sus esfuerzos contra el narcotráfico, especialmente contra el fentanilo, es probable que aumenten las presiones sobre gobiernos de la región, para alinearse con la lucha internacional contra el crimen organizado, aunque estas presiones no se hayan materializado, todavía.

Las tensiones comerciales con China, por ejemplo, podrían alterar los acuerdos que ya están previstos en Bolivia, especialmente en el sector del litio. La creciente influencia de China en América Latina, particularmente en la explotación de recursos naturales, ha sido vista con recelo por la administración Trump. Las vastas reservas de litio en Bolivia, consideradas estratégicas para la tecnología de baterías, podrían convertirse en un punto de fricción si las relaciones entre Estados Unidos y China siguen deteriorándose. Aunque Bolivia aún no ha sido directamente afectada por estas políticas, la guerra comercial con China podría llevar a un reordenamiento de prioridades en los acuerdos internacionales, especialmente aquellos que involucran recursos naturales y actores como China y Rusia.

Además de los conflictos comerciales, el desmantelamiento de USAID es otro ejemplo de la nueva dirección que está tomando la política exterior de Trump. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, tradicionalmente un actor clave en la implementación de programas de asistencia humanitaria y de desarrollo, ha sido una herramienta de influencia en muchas regiones del mundo, incluidas América Latina y el Caribe. Su cierre y la reestructuración de programas de ayuda podrían reducir la capacidad de intervención directa de Estados Unidos en cuestiones de desarrollo económico, salud y educación en países vulnerables.

Esta reconfiguración de la cooperación internacional coloca a países como Bolivia ante una disyuntiva: Continuar con los trámites para la firma de los acuerdos para el litio con Rusia y China, con un inteligente manejo diplomático o estratégicamente buscar nuevas alianzas.

La administración de Trump ha adoptado una postura cada vez más aislacionista, distanciándose de organismos internacionales como la ONU, a los que ha criticado por no alinearse con sus intereses. Su salida del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es solo una muestra más de su enfoque hacia el minado de instituciones globales que considera ineficaces. Este enfoque ha generado un aumento de la polarización internacional, especialmente en regiones donde la competencia por recursos naturales, como el litio, se intensifica. Aunque Bolivia no se encuentra en el centro de este reordenamiento, el debilitamiento de las estructuras multilaterales podría reconfigurar el panorama global de poder, lo que a su vez impactaría las relaciones internacionales y, potencialmente, la manera en que países como Bolivia gestionan sus recursos estratégicos.

La contención de China y el cambio de alianzas estratégicas no solo afectan a grandes potencias, sino que también puede alterar el panorama regional, con Bolivia como uno de los países que podría verse influenciado por estas dinámicas. Los próximos movimientos de Trump, especialmente en relación con las grandes potencias emergentes y la estrategia en torno a los recursos naturales, podrían obligar a Bolivia a navegar en un entorno global cada vez más complejo, donde las decisiones del presidente estadounidense pueden modificar las prioridades internacionales de manera imprevisible.

Javier Viscarra es periodista y abogado.



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