Brújula-Digital-1000x155
Brújula-Digital-1000x155
1000 X 155 animación
1000 X 155 animación
De media cancha | 17/06/2025

¡Autoricen a Evo Morales a participar en las elecciones de agosto!

Diego Ayo
Diego Ayo

“Evo Morales debería ser candidato electoral en las elecciones de agosto de 2025”. La lógica tras esa sentencia es demoledoramente simple: es mejor tener a Evo de demócrata, participando como lo manda la ley, que tenerlo “fuera”, destruyendo al país”. Esa es la máxima que sostienen ciudadanos de innegable prestigio, como Rafael Archondo, Henry Oporto, Samuel Doria Medina. ¿Es cierto? No voy a negar que la democracia parece ser el mejor remedio institucional como para incluir en el juego electoral incluso a los demócratas menos convencidos. Los puede absorber. Los puede asimilar a sus reglas.

¿Es cierto? No puedo negar que suena bien. Reconforta saber que la democracia tiene una cualidad mágica como para fagocitarse a los bravucones, gritones, corruptos, pedófilos y envolverlos en las reglas institucionales laboriosamente trabajadas. Reglas concertadas. Reglas para todos. Por ende, la posibilidad de autorizar la participación de Evo Morales como candidato electoral es sana. Es más, ¡es imprescindible!; en tanto todos terminamos participando y, en nuestro caso, con el aliciente adicional de poder confirmar lo que sospechamos: Evo no rebasará el 25 o 30 % de los votos. Y, al hacerlo, no seremos nosotros a través de la maquinaria constitucional y legal, quienes los vetemos. Claro que no, ¡será la población, aupada en su sabiduría política. ¡Quien diga que no!  

Acudiendo al excelente libro de Steven Levitsky y Danien Ziblatt, “¿Cómo mueren las democracias?”, podemos rechazar enfáticamente esta posibilidad. Estos académicos, versados en el estudio de la democracia y el autoritarismo, nos recuerdan algunos ejemplos, no menores, de la ingenuidad que supone autorizar el ingreso de sátrapas en potencia a participar en el juego de las urnas.

Victor III, el rey de Italia, terminó creyendo que autorizar la participación de Benito Mussolini en la contienda electoral era prudente. Era lógico: “los votos se van a encargar de callarlo a este indeseable”, creyó su majestad. Los votos no lo callaron. Los votos que ganó, aunque apostados en minoría, no fueron óbice para que desmantelara la democracia desde dentro. Insisto con el término: “desde dentro”.

Lo propio hizo Paul Von Hindenburg, presidente de la República de Weimar, facilitando la participación de un partido pequeño, el partido nazi. ¿Qué sucedió? Esa facción partidaria, casi marginal, acabó apoderándose del gobierno alemán ¡desde dentro! Insisto con esa palabrita. No fue un golpista que se apropió del Reichstag (Hitler intentó un golpe en 1923, pero no lo volvió a intentar).

¿Otro ejemplo? Sí. Levitsky y Ziblatt arrojan un nombre de nuestro tiempo: Hugo Chávez, quien dio un golpe en febrero de 1992 para tomar el gobierno de Venezuela. Lo encarcelaron y condenaron a prisión. Sin embargo, el presidente Rafael Caldera autorizó su liberación y, no contento con ello, lo dejó participar en las elecciones de finales de 1998. El otrora apresado teniente coronel ¡venció! Fue posesionado como presidente de Venezuela en febrero de 1999. Lo demás lo sabemos: destruyó la democracia. Lo destacable: lo hizo desde adentro. ¡Desde dentro!

¿Son suficientes estos ejemplos? Imagino que no, pero no hay duda de que consiguen enseñar lo que cabe enseñar. Es una ilustre ingenuidad aceptar el ingreso de violentos y golpistas en el juego democrático. ¿Exagero? No lo creo. Incluso me permitiría decir a don Víctor III, al señor Von Hindenburg y a Caldera: “Jóvenes, ¡erraron! ¡se aplazaron! ¡Su ingenuidad pudo más que su talento político!”. Se los diría, claro que sí, aunque con cierta vergüenza.

Finalmente, yo sé, ¡sabemos! lo que ellos no sabían: estaban autorizando el ingreso de una sátira de desquiciados sin saber lo desquiciados que eran (al menos no tan desquiciados). ¡No lo sabían! Por eso es alguito comprensible su irresponsable comportamiento abriendo las compuertas a estos oscuros personajes de la historia.

Nosotros sabemos que con Morales la cosa es distinta. Sabemos que es un perfecto antidemócrata. Sabemos que es corrupto. Sabemos que es un redomado tramposo electoral. Sabemos que es violento. Les aseguro que si revivimos este año a esos tres autorizadores (su excelencia en Italia, la máxima autoridad del Poder Ejecutivo en Alemania y aquel presidente de Venezuela), ¡en pleno 2025!, pedirían disculpas por haber sido tan novatos.

Y no sólo eso. Podría apostar a que jamás, jamás de los jamases, se animarían a volver a postular a esos mandatarios, una vez más, con el argumento de que la democracia los va a corregir. Pero acá en nuestro país sí, dejémoslo nomás al Evo  inscribirse con Panbol, qué sea nomás candidato, ¡ya no va a bloquear al país! Van a ver, bueno es…

Diego Ayo es PhD en ciencias políticas.




BRÚJULA-colnatur diciembre-2024 copia
BRÚJULA-colnatur diciembre-2024 copia
Alicorp-CosasRSE25-300x300
Alicorp-CosasRSE25-300x300
BURSATIL SEPARATA
BURSATIL SEPARATA