Por suerte en este país todo tiene antecedente, ello nos invita a dudar de todo, estamos obligados a ello. Antecedentes de algunos “anuncios”:
El 15 de julio del año 2001 (gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada) se anunciaba que las reservas de gas natural en el país subirían a 60 TCF (trillones de pies cúbicos), gracias a los campos Madrejones, Tacobo, Itaú y Margarita; se aseguraba que aumentarían los depósitos certificados hasta fin de año, “multiplicando” el desafío del país, dado que se debía asegurar “nuevos mercados y usos para esas reservas”. Lo dijo el viceministro de Energía e Hidrocarburos de entonces, Carlos Contreras, quien explicaba que de las reservas ya descubiertas, de 46,8 TCF tan sólo el 22% estaba comprometida. Y así nos “emponcharon” 13,2 más.
El 14 de enero de 2019 se publicó en los medios nacionales que el ministro de Hidrocarburos de Evo Morales, Luis Sánchez, aseguraba que había un “mar de gas” en las profundidades del Subandino Sur ya que se había hallado una megaestructura de gas natural y líquidos en la Formación Huamampampa Profundo, en el Chaco tarijeño.
Sánchez aseguró: “Es un megadescubrimiento, es un océano, un mar de gas. Para todos los que dicen que no hay gas, esta es la prueba, es el descubrimiento más importante de las últimas décadas”.
El 12 de enero de 2023, el ministro de Economía y Finanzas del presidente Luis Arce, Marcelo Montenegro, reveló según versión de ANF, que el “mar de gas” fue “una mentira” de un exministro de Hidrocarburos que le hizo creer ese extremo a Morales. La explicación de Montenegro era tardía ya todos sabíamos que la producción estaba en caída.
Con esos antecedentes, nada nos lleva a creer que no esté pasando exactamente lo mismo con el litio. En efecto, hace unos días el presidente Arce “aumentó las reservas ipso facto”, cuando, probablemente sin nada que llevar al municipio de Coipasa que estaba de aniversario, informó que la cantidad de litio cuantificado que tiene el país aumentó de 21 a 23 millones de toneladas. “Somos la mayor reserva de litio en el mundo y tenemos que saberla manejar inteligentemente para explotar y transformar esto recurso” (El Deber, 21 de julio 2023).
La declaración no tiene un informe de empresa seria que confirme que, efectivamente esa puede ser la reserva estimada; Carlos Delius, quien fuera presidente de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos, emitió un criterio de manera cabal: es importante que el gobierno informe con precisión sobre el tema y no confunda a la opinión pública con términos que no se corresponden a la realidad.
“Es importante distinguir ‘recurso de reserva’ en conformidad con la definición de la industria minera”, aseguró Delius a El Deber, precisando que “esto ocurre, cuando el recurso puede ser explotado con la tecnología disponible y bajo las condiciones económicas prevalentes. En el caso boliviano aún eso no está confirmado”.
Si nos centramos en recursos, deja entender el experto, Bolivia tiene 23 millones de toneladas de litio, Argentina y Chile 11 millones de toneladas y Australia 7,9 millones de toneladas de litio. “Ahora si hablamos de reservas certificadas, Chile tiene 9,3 millones, Argentina, 2,7 y Bolivia, cero”.
Diego von Vacano, especialista en litio remató lamentando que el Presidente no sepa la diferencia entre los recursos y las reservas a tiempo de preguntarse de dónde saca la cifra de que aumentaron los recursos de litio en dos millones de toneladas.
Von Vacano, para que lo sepa: al presidente le dio el dato “alguien que endulza los oídos, no importa si tiene base o no, está ahí para decir lo que el Jefe necesita escuchar”.
Pero no todos mienten, vea lo que dijo el viceministro de Exploración y Explotación de Recursos Energéticos Raúl Maita, que se tomó el trabajo de ser responsable al asegurar que “lo que tiene el país son recursos de litio medidos o cuantificados y que las reservas hacen alusión a una porción de esos recursos, “un paso que se debe dar mediante los estudios que encare Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB)”.
El problema es que la gente quiere creerle al Presidente y no a un viceministro, pero eso no corre por cuenta nuestra.
Listo: pasemos a otro tema: ¿se pillaron 500 millones de dólares en YPFB y no lo avisan?
Explico: Repsol devolvió, no abandonó como se lee por ahí, los campos Mamoré y Surubí porque ya no son rentables o su rentabilidad no es de interés de la petrolera que vino a ganar plata y no a hacer beneficencia y en esos pozos ya no hay recuperación de inversiones. El mecanismo de devolución de los pozos está previsto por un decreto aprobado en 2006 por el gobierno de Evo Morales.
Aun así, es bueno aclarar que Repsol no se va del país porque todavía tiene pozos bajo su responsabilidad de exportación; pero no dramaticemos, eso es común, antes ya devolvieron campos Petrobras (Caranda y Colpa), Shell (Escondido y La Vertiente) y Pluspetrol (Bermejo).
Expertos aseguran que los dos campos devueltos por Repsol tuvieron los siguientes “picos de producción”: El de Surubí ocurrió en 1998, alcanzando 14.000 barriles por día; Mamoré, en 2004m con unos 4.000 barriles.
Repsol hizo la devolución de los campos a YPFB y la petrolera nacional tiene que recibirlos una vez hayan sido abandonados “cumpliendo el plan de remediación ambiental”, o alternativamente para que sea la estatal la que determine si se puede o vale la pena aplicar algún programa de trabajo que permita una mejor producción. Eso se denomina “recuperación de pozos”, algo que se viene avisando desde hace rato desde el gobierno; o sea, sacar hasta donde se pueda para ir sumando conchos y tratar de tener gas “hasta donde se pueda”, además de unos pocos barriles de crudo. Cuando no se tiene casi nada, algo es harto.
El tema importante de esto viene ahora y… no lo publican: Todos los campos han acumulado montos en dólares previstos para las tareas de abandono, son fondos de fidecomisos entre YPFB y el operador. Las empresas, al entregar el fidecomiso que se vuelve plata en mano de YPFB, con seguridad exigirán que se los libere de todo pasivo ambiental.
Los fidecomisos suman un monto cercano a 500 millones de dólares y que, si hubiera honestidad y se usa para lo que se consigna en los contratos, podría ser una fuente de financiamiento para que YPFB, especialistas de por medio como son Schlumberger o Halliburton, hagan un programa de recuperación mejorada.
El tema es preguntarse: ¿será que YPFB tiene programa? O el Ministerio de Economía los va a destinar a poner dólares en la calle para que parezca que “estamos saliendo adelante”?
Los Kjarkas ya lo dijeron: “Le daremos tiempo al tiempo, él nos dirá que sucede, a ver si esto se muere…”.
Carlos Valverde es periodista y analista político.