Este artículo intenta ofrecer elementos para comprender el porqué de tanta indecisión a la hora de apoyar a algún candidato en las próximas elecciones.
Dos hitos importantes pueden ser reconocidos en la historia moderna de Bolivia: la Revolución de 1952 y la hegemonía del MAS desde 2006. El primero provocó un salto transcendental en educación, distribuyó la tierra e introdujo el voto universal. El segundo propició un importante avance en inclusión social y política de los grupos marginados. La Revolución de 1952 fue el resultado de un largo periodo de cuestionamiento de la razón de ser de Bolivia iniciado a comienzos del siglo XX. En el año 2006, campesinos y suburbanos lograron llegar al gobierno por el declive de la derecha representante de los empresarios privados y por el desgaste de la izquierda agrupada en la COB.
El declive de la derecha se originó por la pérdida de la protección cepalina que gozaban los empresarios hasta fines de los años 80. El deterioro de la izquierda se explica por el desbande del movimiento obrero provocado por el cierre de las minas y por la caída del muro de Berlín, la disolución de la URSS y los ataques del Vaticano a la doctrina social de la Iglesia.
La ley de Participación Popular fue el fermento para una mayor participación política del área rural, lo que ayudó al MAS. Los fracasos de la privatización de las empresas públicas (Jaime Paz, Samuel Doria Medina) y de la Capitalización (Gonzalo Sánchez de Lozada) contribuyeron al desprestigio de la derecha.
El MAS llegó al gobierno en una coyuntura política muy favorable pues ya no había partidos políticos de derecha ni de izquierda para hacerle frente. Contó también con el amplio apoyo de la clase media y de intelectuales progresistas. Su gobierno gozó de altos precios de las exportaciones y de una importante reducción de la deuda externa. Era el momento para echar a andar un modelo de desarrollo sostenible y hacer cambios en la educación y en las instituciones, especialmente, en la administración de la justicia.
En el “proceso de cambio”, el poder fue capturado por algunas personas que no eran del MAS, como Álvaro García Linera y Juan Ramón Quintana quienes, en una estrategia de captar más y más poder, marginaron a muchos profesionales de las tareas de gobierno. Al no contar con gente preparada, la gestión económica del nuevo gobierno careció de una visión de mediano y de largo plazo. La política de hidrocarburos fue desastrosa. El MAS no se interesó en averiguar por qué el “mar de gas” certificado por empresas transnacionales desapareció misteriosamente a partir del año 2006. Las inversiones no fueren dirigidas a apoyar el crecimiento económico. La justicia fue utilizada con fines de represión política y también por simple error. Los casos enigmáticos son los de José María Bakovic y de Marcos Aramayo del Fondo Indígena; existen muchos otros, muy graves, que afectaron sin razón a gente muy distinguida. Incluso militantes del MAS y varios de sus simpatizantes fueron condenados a largos juicios y a prisión. La corrupción siguió como antes, pero hay personas que afirman que empeoró.
Evo Morales ganó varias elecciones desde su primer triunfo en el año 2006, pero perdió el referéndum de febrero 2016. El desconocimiento de sus resultados le provocó gran desprestigio. A pesar de ello, en las elecciones del año 2019, obtuvo el primer lugar con el 46 por ciento de los votos, pero con una diferencia presuntamente menor al 10 por ciento del segundo candidato lo que le obligaba a convocar a una segunda vuelta electoral. Al negarse, provocó una gran revuelta que lo llevó a dejar el país.
Un grupo de políticos entre los que se encontraban Tuto Quiroga, Samuel Doria Media, Fernando Camacho y un representante de Carlos Mesa, junto con algunos curas, decidieron invitar a la senadora Jaine Añez para hacerse cargo de la presidencia. Fue posesionada a fines de 2019 sin apoyo parlamentario. Durante su gestión se dieron las masacres de Senkata y Huayllani. En un ambiente de fuerte convulsión, Eva Copa y Jerjes Justiniano (hijo) tuvieron un papel relevante en la pacificación del país. Janine Añez hizo una mala gestión al no contar con un partido político ni equipo de colaboradores. Los que la encumbraron en el poder se hicieron a un lado y no le ayudaron.
Contra todo pronóstico, el MAS ganó las elecciones del año 2020 con un 54 por ciento. El mal gobierno de Añez posiblemente contribuyó para ello. El presidente elegido, Luis Arce Catacora, fue ministro de economía durante los 14 años de gobierno de Evo Morales, pero en su gestión como presidente, caracterizada por su pasividad, fue incapaz de hacer frente a una crisis en ciernes. Evo Morales se puso contra su delfín ahondando la crisis. En una actitud de suicidio colectivo, el MAS se dividió en dos alas, los “evistas” y los “arcistas”. La oposición representada por Comunidad Ciudadana y Creemos hicieron coro con los evistas para obstaculizar la labor de gobierno. Comenzó una campaña mediática y política de linchamiento de Evo Morales. El TCP sentenció, apartándose de la CPE, que Morales ya no podría ser nuevamente candidato.
En enero 2025, La oposición anunció su voluntad de unirse con el “objetivo fundamental” de desplazar al MAS del gobierno. Entre sus principales promotores están los que encumbraron en el poder a Janine Añez y que después la dejaron sola. Formaron un bloque de oposición entre ellos, sin partidos, que no los tienen.
A pocos meses de las nuevas elecciones presidenciales, es importante tener en cuenta que el linchamiento de Evo Morales no significa que el movimiento popular pierda su fuerza y, segundo, es imprescindible recuperar los logros del proceso de cambio como la inclusión social y política de campesinos y suburbanos. Dependiendo de cómo se reponga el MAS podría ganar las próximas elecciones.
(Este artículo está inspirado en un texto de un buen amigo, a quien agradezco y rindo homenaje, que no quiere recibir los créditos).
Rolando Morales es PhD en economía.