Este miércoles se inauguró la legislación 2023-2024; Luis Arce ratificó que no son "ni cobardes ni traidores" y Choquehuanca criticó el culto al líder único
La Asamblea Legislativa Plurinacional /Foto/APG
Brújula Digital |08|11|23|
Especial de Hernán Terrazas
En su informe de gobierno al cumplirse el tercer año de su mandato, el presidente Luis Arce dijo que habrá más ataques y sabotajes en su contra y de su gobierno. El vicepresidente David Choquehuanca aprovechó para golpear a Evo Morales, sin mencionarlo.
El marco general fue concebido para que el presidente Arce, que atraviesa por uno de los períodos más críticos de su gestión, sintiera el respaldo de las organizaciones sociales, de los asambleístas leales y, sobre todo, de los empleados públicos convocados a la plaza Murillo para repetir la consigna: “Lucho no está solo”.
En los dos informes anteriores no había sido necesario arropar al mandatario de esa manera, tal vez porque las disputas internas en el MAS no habían llegado a un quiebre definitivo y los números de la economía no presentaban el cuadro preocupante que muestran hoy. Acaso por eso, el informe del tercer año, más allá de las cifras y datos habituales, fue en realidad el acto de inauguración de una gestión de dos años, sin los amigos de antes y con desafíos políticos, económicos y sociales más complejos de enfrentar.
A diferencia de años pasados, el discurso inaugural de la legislatura 2023-2024 fue aprovechado por el vicepresidente Choquehuanca para un ajuste de cuentas verbal con los líderes que no tienen “conciencia de la rotación del movimiento”, que creen tener el “monopolio de la verdad”, que promueven el “culto del pensamiento único”, que “barren con la ética y moral” y que “ponen piedras o barreras en el retorno al camino del equilibrio”; todas frases con un destinatario: Evo Morales.
El informe del presidente Arce resumió lo político y abundó en lo económico. Advirtió que continuarán los ataques y sabotajes en su contra y de su gobierno. Reiteró que el proceso de cambio no es propiedad de nadie, sino de una acción colectiva, en la que los protagonistas principales son los movimientos sociales y aseguró que, frente a quienes quieren “bloquear el bienestar de la patria”, el pueblo antepone su vocación de trabajar en paz.
Aprovechó la oportunidad para pronosticar la inminente muerte del capitalismo y la configuración de un nuevo orden mundial, en el que las economías emergentes han comenzado a tener mejores resultados que las de las economías “avanzadas” de Estados Unidos y Europa.
No todo es “asfalto” en el camino de transición de un viejo a un nuevo orden, dijo, y atribuyó a factores externos, problemas internos como la escasez de dólares y el abastecimiento de hidrocarburos. El Modelo Económico Social Comunitario Productivo, apuntó, demostró “coherencia estratégica y flexibilidad táctica, útil en bonanza y en crisis”.
Como es habitual, Arce hizo un repaso de cifras “favorables”. Recordó el crecimiento de años anteriores, pero no mencionó el de la presente gestión y reiteró que la inflación de Bolivia es una de las más bajas del mundo. Dijo que hay menos pobres, más empleos y que se han sentado las bases para seguir por el camino de la industrialización con sustitución de importaciones, que permitirá consolidar la independencia económica y desarrollar las potencialidades productivas de todas las regiones.
El presidente cerró su discurso-informe con una colección de consignas y convocó a todos a reconocer la diferencia entre la Bolivia del 2020 y la de 2023, para darse cuenta de todo lo que se avanzó en los últimos años. Eso, aparte de recordar la dramática frase de Marcelo Quiroga Santa Cruz: “mucho más temible que ese enemigo que está buscando la manera de anularnos, aun físicamente, es una conciencia culpable”.
BD/RPU