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29/02/2024
Surazo

y siendo potosino

Juan José Toro
Juan José Toro

En la víspera del aniversario de fundación de Santa Cruz de la Sierra, Carlos Valverde Bravo se quejó por “La dificultad de ser boliviano siendo cruceño” y expuso varios motivos, aunque centró sus razones en dos apuntes históricos y uno de actualidad.

No hace falta ser cruceño para darle la razón, tanto en sus quejas como en sus observaciones, puesto que estas tienen fundamentos. Valverde es un investigador nato y sabe lo que pasa en la ciudad de los anillos porque nació y vive allá. Por tanto, este artículo no pretende rebatir sus ideas ni mucho menos. Tiene razón y utilizo su escrito como ejemplo para mis propias quejas y observaciones.

Así como muchos cruceños creen, y con razón, que es muy difícil ser boliviano siendo cruceño, en el sur del país estamos muchos potosinos que creemos que es muy difícil ser boliviano siendo potosino y paso a apuntar mis tres argumentos:

1.- Sin Potosí no hubiera existido Bolivia porque el territorio que en la Colonia se conoció como Real Audiencia de Charcas es una consecuencia de la explotación de la plata del Cerro Rico. La audiencia se fundó con el fin de atender inicialmente asuntos judiciales y administrativos, pero su propósito, no declarado, pero tampoco escondido, era resolver las controversias que surgieren de la explotación de minerales. Luego, la economía de La Paz, Cochabamba, Salta y Tucumán giró en torno a la provisión de alimentos e insumo para las minas, particularmente coca y vino.

2.- Potosí mantuvo a Bolivia durante sus primeros años y así permitió que los demás departamentos desarrollen sus propios aparatos productivos. Aunque en todas las ciudades existían mecanismos de captación de recursos, particularmente impuestos, los minerales de Potosí siempre fueron la mejor excusa para que, desde el Gobierno central, se ordenara el envío de remesas mensuales a los demás departamentos. He encontrado documentos que prueban esa transferencia de recursos en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, pero, especialmente, en los archivos de Cajas Reales de la Casa de Moneda.

3.- Como Valverde, aquí me ocupo de un tema que es más actual que histórico: desde que la economía determinó que el eje de influencia de Bolivia se incline del sur a La Paz y después a Santa Cruz, cambió, también, la relación poblacional. La migración hacia Santa Cruz creció exponencialmente y, en función a los resultados de los censos, Potosí perdió habitantes, pero también escaños parlamentarios y recursos de coparticipación tributaria.

Desde hace algún tiempo, en círculos cívicos se habla de la deuda histórica con Potosí; es decir, de la compensación que deberíamos recibir ahora que tenemos menos gente y recursos, por haber parido y mantenido a Bolivia, pero nuestros hermanos de los demás departamentos no quieren ni oír hablar del asunto. En enero de este año, en Cochabamba, una muy inteligente mujer me dijo que no es tiempo de tratar esas cosas. Si nuestros hermanos no nos escuchan, ¿se imaginan qué pasa con los gobiernos?

Entonces, así como es difícil ser boliviano siendo cruceño, también es difícil ser boliviano siendo potosino, porque cada día vivimos, en carne propia, la ingratitud de nuestros hermanos y gobernantes.

Debido a nuestro centralismo secante, estoy seguro de que lo mismo pasa en los otros departamentos. Seguramente para los demás, y con razones fundamentadas, debe ser difícil ser boliviano siendo paceño, tarijeño, chuquisaqueño, orureño, cochabambino, beniano o pandino.

Con el bicentenario a la vuelta de la esquina es tiempo de entender que no es el país el que nos agrede, sino sus gobernantes, esos malhadados políticos, así que no tenemos por qué enojarnos con Bolivia.

Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.



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