El artículo que usted está leyendo lleva el
número 1.070 para fines de control. Si tomamos en cuenta que un año tiene 52
semanas, ya la llevo publicando durante por lo menos 20 años y medio. Sin
embargo, esa cifra es apenas una aproximación porque, al principio, no
enumeraba los artículos.
La columna “Surazo” nació cuando trabajaba como jefe de Redacción en Correo del Sur, de Sucre, alrededor de 1997; el primer diario en publicarla fue Los Tiempos, de Cochabamba, que, por ello, se convirtió en su cuna. Después, se extendió hasta a ocho periódicos nacionales independientes, es decir, sin vínculos con los gobiernos. O sea que una cifra más precisa es que mi columna tiene más de 26 años.
Por eso es que, después del golpe que fue el cierre de Página Siete, de La Paz, resulta impactante lo que está pasando con Los Tiempos, que resumo así:
Una persona que no tiene nada que ver con el periodismo, Eduardo Valdivia, logró adquirir algunas acciones de expropietarios que querían librarse de estas. Aunque con porcentaje minoritario, socavó a la empresa desde adentro, bloqueando toda iniciativa que buscaba sacarlo de su crisis. Se previó la venta de un inmueble para pagar deudas, incluidos los salarios de los trabajadores, pero Valdivia lo evitó. Finalmente, los últimos propietarios de las acciones se sorprendieron al conocer que la mayoría había sido adquirida por este señor que, según denunció Erbol en diciembre de 2019, es hijo de un exdiputado del MAS que amasó una fortuna de 65 millones de dólares en 10 años.
Los Valdivia son propietarios o accionistas de varias empresas, incluida Gravetal, con sede en Santa Cruz, y se los vincula a Carlos Gill, el empresario paraguayo-venezolano que compró el diario La Razón.
Mi primera reacción al conocer la noticia de la venta fue “abrirme”; es decir, dejar de mandar mis artículos a Los Tiempos, pero consulté con mis colegas que trabajan en ese diario y opté por esperar a ver qué pasa porque ellos me dicen que, hasta el momento, todo está funcionando como antes y nada ni nadie les ha hablado sobre cambios en la línea editorial.
A Página Siete lo liquidaron porque su calidad investigativa puso al descubierto varios de los actos de corrupción del MAS, que hizo diputado a Valdivia. No pudieron infiltrarlo, así que lo mataron.
En el caso de Los Tiempos, “la razón” no parece ser tan política como económica. Es cierto que el periódico está en crisis, pero eso es porque el Gobierno le cortó toda publicidad posible y lo estaba asfixiando. Los grandes corruptos de la política han descubierto que es posible generar millones captando la publicidad gubernamental que, teóricamente, debería distribuirse entre los medios de mayor audiencia. Captas millones, pero dejas de criticar al gobierno… dejas de hacer periodismo.
Si ocurre lo último, dejaré de enviar mis artículos a Los Tiempos, aunque me duela por ser la cuna de esta columna. Si ocurre lo contrario, y se cumple el anuncio de respetar la libertad de expresión, tendré mucho gusto en quedarme.
Mientras, espero que este artículo también se publique en Los Tiempos, como en todas estas 1.070 semanas. Si no ocurre eso, tendremos un síntoma de lo que se viene.
Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.