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23/10/2020
Vuelta

Tiempos de sabiduría y de grandeza

Hernán Terrazas E.
Hernán Terrazas E.

Tal vez en el MAS no se dieron cuenta, pero la reflexión crítica sobre los resultados de parte de algunos dirigentes y analistas no tiene que ver con una actitud de vergüenza o reconocimiento de alguna culpa. Todos siguen pensando que el 21F se desconoció el resultado del referéndum y que en octubre de 2019 hubo un fraude monumental, a diferencia de los reaparecidos simpatizantes masistas –¿dónde andaban?– que dieron su bendición pública a esas irregularidades.

No hay vergüenza ni arrepentimiento de nada. Lo que hay es la admisión de que las cosas se hicieron mal en las elecciones de 2020 y que muy pocos se libran de responsabilidades: el gobierno de transición porque, con raras excepciones, cometió innumerables errores y sucumbió a la corrupción; los candidatos, porque en algunos casos hicieron una campaña tipo teletrabajo y en otros actuaron por capricho y con un norte más bien confuso.

No ganó Evo Morales y mucho menos se reivindicó. Se mantienen muchas acusaciones en su contra. Tendrá que demostrar su inocencia en temas muy sensibles, como el del fraude precisamente, y el del presunto estupro. Los bolivianos no fueron convocados a las urnas el 18 de octubre para perdonar a nadie, sino para elegir el rumbo de los próximos cinco años.

El voto mayoritario, aplastante, se lo llevó el MAS casi en todas partes y donde perdió, perdió por poco, pero eso no debe hacer restar la importancia de que un 45% de la población optó por otras alternativas y que, para vivir en paz y democráticamente, esa opción también debe ser respetada.

Morales no dejará de ser referente para el masismo, pero ya se verá si conserva su liderazgo en tiempos de Arce. Hasta ahora no se sabe bien cuál será el rol del exmandatario: si volverá a la agricultura y la piscicultura o seguirá detrás de todas las decisiones del nuevo gobierno.

Como Evo Morales, Arce no es hombre que ceda espacios. Lo demostró cuando ejerció celosamente la cartera de economía e incluso –algunos gestos son decidores– cuando construyó un lujoso edificio para el funcionamiento de ese Ministerio. Más de la mitad de los electores votó por el economista de la Universidad Mayor de San Andrés y ese no es un dato menor ni algo que deba ser soslayado por la mirada soberbia de Morales. El tiempo dirá cómo se resuelven esas complejas diferencias internas.

Algunos analistas y escribidores recientemente “reaparecidos” nunca fueron críticos con las decisiones de Morales. Es más, muchos de ellos justificaron la persecución, aplaudieron los abusos, despreciaron la disidencia y, en general,  desviaron la mirada frente a posiciones antidemocráticas. De ellos puede esperarse que sigan en el plan de “intelectuales amarrawatos” del Jefazo o que vayan migrando, poco a poco, hacia el lado de Arce para poder volver a ser beneficiarios indirectos del poder.

A no equivocarse. Lo más probable es que la defensa de la democracia volverá a ser un asunto que se maneje desde fuera del gobierno, pero habrá que hacerlo con el espíritu de unidad que marcó las jornadas heroicas de octubre y noviembre del año pasado, y no desde trincheras mezquinas, radicales y desubicadas. Comencemos por respetar el voto y, de hoy en más, mantengamos una actitud alerta, para denunciar lo que haya que denunciar con valentía y con la certeza de que, a partir de ahora, no se lucha por un líder o un partido, sino por preservar la libertad recuperada hace un año. Que la derrota sea manejada con sabiduría y la victoria con grandeza. 

Hernán Terrazas es periodista.



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