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Líbero | 07/05/2021

Sputnik V: ¿por qué postergan la segunda dosis?

Carlos Börth Irahola
Carlos Börth Irahola

El Ministerio de Salud ha comunicado a los SEDES del país que la segunda dosis de la vacuna Sputnik V no se aplicará 21 días después de la primera inoculación, sino al cabo de 90 días. Los fundamentos de la decisión se encuentran en una escueta publicación de la Unidad de Comunicación del Ministerio, de cuyo texto extraemos los siguientes párrafos:

“El ministro de Salud y Deportes, Jeyson Auza, informó hoy que según estudios científicos y de las empresas farmacéuticas fabricantes de las vacunas Sputnik V y AstraZeneca el intervalo entre la primera y segunda dosis debe ser de 90 días, aspecto que, dijo, generará mayores anticuerpos en la persona que sea inmunizada”. Líneas más adelante añade:

“El Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología […] del Ministerio de Salud de la Federación de Rusia emitió en pasadas semanas un comunicado en el que en su parte central señala: ‘Se confirma que el uso de las vacunas en la plataforma de adenovirus, así como los resultados recopilados durante las campañas de vacunación masiva Sputnik V en Rusia, Argentina y otros países, demuestran la posibilidad de aumentar el intervalo de vacunación entre la administración del Componente 1 y el Componente 2 de un mínimo de 21 días a 90 días’”. Y termina afirmando lo que sigue:

“Esta no es una determinación del Ministerio de Salud y Deportes es el resultado de los estudios de laboratorios que fabrican las vacunas”. Vea el comunicado aquí.  

Ahora bien, en la página web del Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y MicrobiologíaGamaleya se encuentran declaraciones (publicadas en inglés) de su director Alexander Gintsburg, que señalan:

“Respecto a la vacuna Sputnik V, diseñada por nuestro Centro de Investigación Gamaleya, creemos que es posible aumentar el intervalo entre la primera y segunda dosis de la vacuna de los 21 días inicialmente aprobados hasta tres meses. La ampliación del plazo no afectará la inmunidad inducida por la vacuna y, en algunos casos, podría mejorar y prolongar los efectos.

“Esta conclusiónse basa en nuestra experiencia aplicando vacunas que utilizan una plataforma de adenovirus idéntica y, más importante, en campañas de vacunación exitosas realizadas en Rusia y varios otros países. Como desarrolladores de la vacuna, respaldamos decisiones previas e independientes adoptadas por las entidades reguladoras de la salud, como la ANMAT en la Argentina, de ampliar el intervalo entre ambas dosis.

“Creemos también que, atendiendo a la gran demanda de vacunas en el mundo, esta decisión podría acelerar las inmunizaciones. Creemos que corresponde a cada entidad nacional reguladora de la salud mantener los 21 días de intervalo entre las dos dosis o ampliarlo hasta tres meses”. Ver el documento aquí.

La comparación de ambos textos pone en evidencia que el Ministerio de Salud de Bolivia deforma el comunicado del Centro Gamaleya, haciéndole decir que el plazo debe ser de 90 días, porque de esa manera las personas vacunadas generarían más anticuerpos, cuando en realidad el laboratorio ruso indica que ese plazo podría ampliarse hasta tres meses, y que sólo en algunos casos la vacuna podría mejorar y ampliar sus efectos. Los productores de la vacuna no afirman haber comprobado la conveniencia de ampliar el plazo por los efectos positivos.

Y el ministro de Salud definitivamente falseó la verdad. La declaración del líder del Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya claramente deja la decisión en manos de las entidades reguladoras de la salud en cada país, en nuestro caso el Ministerio de Salud. Fue el ministro Auza quien tomó la decisión y debe asumir la responsabilidad de ella, cualquiera sea la consecuencia.

La pregunta es inmediata: ¿qué busca ocultar el ministro de Salud o por qué falsea la verdad? Veamos.   

La Sputnik V es la única vacuna que utiliza dos vectores para la inmunización: el adenovirus conocido como Ad26, inoculado en la primera dosis, y el vector Ad5 inyectado en la segunda dosis. Por tanto, el contenido de la inmunización de refuerzo es diferente al de la primera dosis, o dicho de otro modo, si se busca vacunar a un millón de personas deben adquirirse un millón de inyectables con el primer vector y otro millón con la segunda dosis. En el caso de las otras vacunas, que utilizan sólo un vector, tendría que adquirirse dos millones de unidades de la misma vacuna (ver aquí).

Conocido esto, pongamos en tapete la disponibilidad estatal de la Sputnik V: el Ministerio de Salud publicitó la recepción de 225.000 dosis de la vacuna entre el 14 y 20 de abril, pero nunca explicó si se trataba del arribo de 112.500 unidades con el primer vector (Ad26) y 112.500 inyectables con el vector Ad5, o, de manera diferente, lo que el país recibió fue un lote de 225.000 ampollas con la primera dosis. Este es el tema que el Ministerio debe explicarle al país, porque de su esclarecimiento depende la racionalidad de la bullada decisión de ampliar el plazo para la segunda dosis.

Adelantándonos a lo que podría explicar la Cartera de Estado, analicemos dos escenarios posibles:

Escenario A: si el Estado boliviano adquirió, como debería, 112.500 unidades para cada dosis, el lote para la segunda inmunización no puede ser utilizado sino para quienes recibieron ya el primer vector. Consecuencia: la postergación del plazo implicaría únicamente almacenar durante más de 90 días los inyectables con el vector Ad5, asumiendo todos los riesgos que ello implica. La probabilidad de que este escenario sea en el que nos encontramos es mínima, dado que, como vimos, el Centro Gamaleya no ha recomendado a los usuarios de la Sputnik V expandir ese plazo, simplemente ha respaldado, o se vio obligado a respaldar, la decisión de las autoridades argentinas de aumentar el intervalo entre las dos dosis a 90 días. Tan es así que Rusia mantiene la espera en 21 días.   

Escenario B: si lo que en realidad llegó a Bolivia fueron 225.000 ampollas con la primera dosis, tendría sentido la forzada determinación de postergar 90 días la inmunización de refuerzo. Tendría sentido, pero no justificación. Salta a la vista que la probabilidad de que este sea el escenario que explica todo es altísima, siempre y cuando el Ministerio de Salud, percatado de la ausencia, no pudo adquirir a tiempo la compra de las 225.000 unidades con el vector Ad5 para la segunda dosis.

En suma, el ministro de Salud debe explicarle al país los siguientes puntos:

1.  ¿Qué vacunas Sputnik V compró para el país: 225.000 unidades con la primera dosis, o 112.500 para la primera inoculación y 112.500 para la inmunización de refuerzo? Téngase presente aquí que las órdenes de compra se emitieron mucho antes de que los argentinos decidan ampliar el plazo entre ambas dosis.

2.  Si la adquisición se enmarca en el Escenario A ¿por qué compraron sólo la primera dosis y, aún peor, por qué iniciaron la vacunación con Sputnik V sabiendo que no existían las dosis de refuerzo?

3.  ¿Qué sucederá si, al cabo de los 90 días, Bolivia no cuenta con los suficientes inyectables para cubrir el refuerzo inmunitario? Esta situación podría presentarse si no logran materializar la compra de esos inyectables, o haciéndolo no llegan al país antes de los 90 días.

Carlos Börth es abogado.



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