“La victoria de los otros” se titula la
reciente columna de Armando Ortuño (AO) publicada en La Razón, 06|04|24.
“Otros”, curiosa manera de referirse a las oposiciones, o sea, lo Uno es el MAS
o el Gobierno; los “otros”, las oposiciones. La cuestión se pone más peliaguda
si recurrimos a la versión psicoanalista de Lacan, para quien lo Otro es la
sucesión de significantes que, como tal, no tienen cuerpo. Funcionan, aunque no
existan, y cada quien la hace a su medida. O sea, esta oposición-otra parecería
que es poca cosa. Un ente carente de materialidad, como las ideas para Platón.
Pero a paso seguido, AO apunta que en “la actual coyuntura de alta incertidumbre y desorden político está abriendo posibilidades para que tal evento ocurra (que la oposición se alce con una victoria electoral) y sobre todo está reconfigurando poco a poco algunas reglas de la contienda electoral que podrían favorecer los escenarios más insospechados en 2025”. Está claro que esta posibilidad le preocupa y alerta de una y otra manera al Gobierno de tal espinosa probabilidad. Él sabrá por qué es mejor seguir en el naufragio actual que tratar de enderezar la nave.
AO caracteriza a las oposiciones como carentes de proyecto. Verdad a medias: sólo razonando a contraria, que lo hacen las oposiciones, se tiene una agenda sólida: recuperación de la democracia, reinstitucionalización del Estado, megalucha contra la corrupción, alianza público-privada para enrumbar la economía y recobrar el buen tino en lo geopolítico. Esta agenda ya flota en el sentido común, y como se aprecia, no presenta frivolidad alguna.
Pero preste atención al siguiente razonamiento de AO: “el desorden político, la prepotencia de las dirigencias y la gobernabilidad frágil (…) están despolitizando y volatilizando a las masas masistas”. Me pregunto: ¿En serio? ¿No será que los sucesivos gobiernos del MAS más bien despertaron la adormecida fibra moral de una parte de la sociedad y les abrió los ojos? ¿No será que se despolitizan de un lado para repolitizarse hacia esos “otros”?
Finalmente, está su temor confeso a la segunda vuelta, donde los “otros” pueden obtener, como él, dice el “premio mayor” (la verdad, para los del MAS lo fue y lo dilapidaron sin pausa ni sobriedad). Y si así sucede, nos llama a “rezar” porque la gobernabilidad sólo la puede asegurar el MAS. ¿Es tan así? Una cosa fue para las oposiciones luchar contra el MAS en sus primeros años, cuando era un gigante con alma y dignidad, otra cosa es hacerlo hoy que se asemeja a un castillo de arena: sin legitimidad, vaciada y viciada, es cuestión de tiempo verlo caer de bruces. Si las oposiciones hacen bien sus tareas, tal vez más adelante AO les dedique otra columna que titule “La victoria del Uno”, según sople el viento de la coyuntura.
César Rojas es comunicador social y sociólogo.