Bolivia baraja estilos vicepresidenciales.
Empecemos con Carlos Mesa, durante el gobierno de Sánchez de Lozada: mientras los vientos arreciaban con aroma primaveral, franco apoyo, lealtad y subordinación; cuando llegaron los vientos gélidos (octubre de 2003), la actitud suya fue oportunista para habilitarse como Presidente. Lo logró y también malbarato la oportunidad. ¿Un buen ejemplo para sus sucesores?
Luego vino el estilo ideológico de Álvaro García Linera, de marcar línea y no despegarse de Evo Morales, ni a sol ni a sombra, pues era consciente que “su” poder devenía del Jefazo, de su irradiación personal (hoy, sin Evo, yace deshabitado). Le sobrevino David Choquehuanca en el gobierno de Luis Arce: se trató de un estilo intrascendente y de significantes vacíos. Una sombra que acabó diluyéndose en la nada —Jean-Paul Sartre asimiló esa arca vacua a la náusea—.
Y así llegamos a la vicepresidencia de Edmand Lara: si Mesa fue oportunista, García Linera ideológico, Choquehuanca intrascendente; Lara es declaradamente crítico y, si forma una estructura partidaria, como anuncia, puede ser un franco opositor insider.
Una novedad digna de estudio para los politólogos, pero de franco padecimiento para el Presidente Paz y su gabinete, pues el adversario político no está en la vereda de enfrente, sino que habita en la propia casa y puede pasar a regodearse a sus anchas de que cuanto peor le vaya al Presidente mejor le podría ir a él.
Rodrigo Paz improvisó vicepresidente, le aportó votos en la etapa electoral y ahora, en la etapa gubernamental, le genera turbulencias a un gobierno que requiere levantar vuelo. Todo poder oculta detrás de sí su precio y su padecimiento.
¿Qué hacer?, se habrá preguntado una y otra vez el entorno presidencial (también lo hace insomne la población).
El presidente Paz, en principio, no tiene un problema sino un reto político, poner a prueba su liderazgo para revertir la situación. La opción no es cargar con Lara, como si se tratará de la cruz de Xicotepec, sino recordar al ex Primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, cuando recomendó de manera certera: “No hay que negociar por miedo, pero no hay que tener miedo a negociar”.
César Rojas es conflictólogo.