Vivimos tiempos de revelaciones en torno al manejo de la cosa pública. Y eso es bueno, porque sale a la luz lo que se mantenía oculto. Lo malo es que esas revelaciones ya se conocían desde hace tiempo por boca de los vilipendiados “opinadores” y, además, pecan de obvias, incluso dignas de Jacques de La Palice, un mariscal francés del Siglo XV a quien se le atribuye una serie de verdades de Perogrullo, como su epitafio: “Aquí yace el señor de La Palice: si no estuviera muerto, estaría aún con vida”.
Me acordé de ese ilustre personaje al escuchar a una potencial discípula suya, la Defensora del Pueblo a.i., declarar que el conflicto cocalero “puede todavía ir en escalada” por la pugna entre facciones enfrentadas que el ministro de gobierno se encarga de empeorar.
Asimismo, cuando el presidente Arce se sincera en una entrevista a un medio internacional afirmando que el futuro de la expresidenta Añez está en la cárcel, confirma la verdad “lapalisiana” que la justicia (policías, fiscales, jueces y operadores políticos) es una vergüenza del país y que la venganza es la marca de este gobierno (“revenge is our brand”), diga lo que diga el GIEI al respecto.
Pero es en el campo de la energías donde hemos escuchado últimamente sinceramientos de autoridades de YPFB de que existe “el riesgo de no cubrir la demanda total de gas”. Desafortunadamente, ya no es un riesgo sino una realidad, incluso una consecuencia lógica de la desquiciada política energética de los últimos quince años dejada en manos de oceanógrafos. De hecho, YPFB ya no logra cubrir simultáneamente la demanda de los tres mercados principales y anda “bicicleteando” la producción para evitar pagar las multas por incumplimiento. Como no hay multas para incumplir con el mercado interno, aunque sí obligación legal (Ley 3058, art. 85), resulta que se endosa al mercado interno la causa de ese riesgo, “por haber incrementado su consumo”. La realidad es otra: el mercado interno, que llegó en algún momento a demandar hasta 15 MMmcd de gas, recibe ahora 11 MMmcd, la mitad de ellos para las termoeléctricas.
En algo tiene razón YPFB: si se quiere operar la Planta de Amoníaco y Urea de Bulo Bulo, hay que suministrarle más gas quitándolo a las termoeléctricas. Eso explica la amenaza de YPFB a ENDE de disminuir en 1 MMmcd esa entrega. Dato mata relato: con una producción a la baja de 45 MMmcd, debemos cumplir con Brasil (20); con Argentina (14) y quedan solo 11 para el mercado interno. La triste realidad del sector se resume en que hace diez años YPFB producía en función de la demanda de los mercados, hoy los mercados demandan en función de la producción. ¡Evo lo hizo!
Esta misma realidad ha logrado convencer a las autoridades del sector que es necesario transitar hacia las energías renovables (agua, sol, viento, geotermia), como se ha estado advirtiendo desde hace años. Sin embargo, la ausencia de un plan integral de transición energética lleva a lanzar otras revelaciones polémicas, como que la matriz de generación eléctrica, que en la actualidad es 70% termo y 30% hidro y fuentes no convencionales (ERNC), pasará hasta el 2025 (¡en tres años!) a ser 30% termo y 70% con fuentes renovables. Lo que más asombra de esa revelación es la fe de esas autoridades en los milagros.
El reciente Foro sobre la Electromovilidad ha puesto al desnudo la bomba de tiempo de la creciente importación de combustibles fósiles y la urgencia de encaminar ya un plan de electromovilidad, público prioritariamente, mediante planes de negocios realistas y eficaces. En Bolivia tenemos las fuentes de ERNC que requiere el plan y calificamos para acceder a fondos verdes y climáticos para financiarlo. ¿Qué esperamos?
Francesco Zaratti es docente e investigador Emérito en el Laboratorio de Física de la Atmósfera de la UMSA; expertos en temas energéticos y escritor