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21/06/2022
Articulista Invitado

Sin inspiración, solo existiendo

Carlos Armando Cardozo
Carlos Armando Cardozo

De la “Unión es la Fuerza” al “Patria o Muerte, venceremos” Bolivia ha cambiado de idea fuerza abruptamente, sin embargo, hoy la sociedad da muestras de haber asimilado este nuevo lema y la carga ideológica que arrastra consigo.

¿Qué inspira? Bueno claramente una elección que impide cualquier otro pensamiento que no sea el que la Patria (colectivo) defiende y entiende que debe ser proclamado a los 4 vientos. Debemos aclarar que actualmente Estado y Patria son sinónimos, así como el Pueblo y el Estado, intentos por convencernos de que la clase política que concentra el poder tiene el mismo nivel y posibilidades que un ciudadano de a pie cualquiera.

Tenemos dos sendas, una fatídica que demarca un desenlace que obviamente quiere ser esquivado. Y por otro lado la gloria, la redención de seguir lo que la “Patria – Estado” estipule necesario. Cualquier sacrificio es una alternativa costeable desde la lógica del “bien mayor” examinado desde un único prisma, el de los dueños del poder.

Segundo, vencer ¿a quién?, es curioso que se haga referencia a la competencia, un rasgo vilipendiado por los dueños del poder en este país, el mercado y la globalización indefectiblemente llega a tener vencedores y derrotados, que por su dinámica inspira a mantenerse siempre en la búsqueda por algo más y no a eliminarse mutuamente, los americanos utilizan el lema “we can do better” haciendo alusión a esa actitud inclaudicable por superarse. En el caso boliviano la idea de vencer a ese “enemigo invisible” alude a un conflicto, refriega o batalla donde lo que se expone es la supremacía de una fuerza sobre la otra, obviamente Bolivia podrá sacrificar las vidas que sean necesarias para imponer sus intereses inclaudicables, definidos, construidos, manipulados por los dueños del poder de turno.

Si uno es objetivo con los males estructurales del país: pobreza, analfabetismo, corrupción, impunidad, una constante caída en la calidad de vida, improductividad y desinformación; todas son claras muestras del cambio de paradigma impuesto por la vía “democrática” fue para peor. Que desde ahí es cuestionable, una alternativa política de cambio que se ha llenado la boca de democracia hasta que esta perdió totalmente su esencia.

La manera “poética” en la que se trata de justificar una sociedad cada vez más desesperanzada, conflictuada, indignada al borde del estallido, un nuevo estallido es una señal de desesperación de aquellos poderosos titiriteros que eluden admitir lo inevitable, el cambio de paradigma está cerca, no por mérito de alguna otra alternativa política o civil, sino por los marros y errores propios de la arrogancia del poder.

La frivolidad con la que se analiza el país desde el poder, esconderse en datos macroeconómicos y sociales, encargadas a instituciones que están bajo su control que carecen de toda credibilidad es un constante insulto, que ha calado en la dignidad de más y más personas. Lamentablemente el péndulo aún se inclina a favor del poder, a través de la compra de conciencias, hoy los bolivianos son más proclives a poner en pausa, sus principios, guardan su “compás moral” para rendirse ante las migajas que caen de la mesa, mesa de la que ningún amigo del poder quiere retirarse. Cabe preguntarse ¿A qué nivel de miseria y desesperación debe estar expuesta una persona para arrodillarse y traicionarse así misma?

Bienvenidos a la nueva Bolivia. La del Patria o Muerte, Venceremos. Una victoria pírrica a este punto, porque los logros son ajenos, las victorias son ajenas, el ciudadano de a pie solo es el vehículo, el recurso prescindible e intercambiable de los que la “Patria” puede darse el lujo de contar.

Hay países que han tenido como fortaleza estos lemas o modos que han trascendido más que cualquier discurso político, más que cualquier mente trasnochada propia del líder de turno pudiera haber elucubrado. Han sido los elementos diferenciadores de tantos países que en su historia han utilizado para sobresalir, trabajar, mejorar y repetir el ciclo una y otra vez para progresar.

Bolivia retrocede con su paradigma 500 años, inculca la violencia y la confrontación en lugar de la superación y el mérito del trabajo duro. No puede verse el futuro cuando las cuencas de los ojos se encuentran vacías, y eso es lo que ofrece este paradigma, una mentalidad momificada, estática en el tiempo, con más prejuicios y odios que elementos para ofrecer.

Cuando el etnocentrismo se disfraza de dignidad, cuando el colectivismo maquilla el conformismo de los individuos, cuando la propaganda alegórica y ostentosa eclipsa la virtud de la verdad. Tenemos un país estéril, vacío, melancólico expectante únicamente de su fin sin espacio para soñar.

Bolivia merece mucho más, nos debemos un mejor futuro que ese.

Carlos Armando Cardozo Lozada es economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, presidente de Fundación Lozanía



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