Los datos desagregados por sectores de crecimiento del PIB del 2023 no son tan maravillosos como el dato global de 3,1%. El sector más dinámico, con un crecimiento de 12,7% es el de servicios comunales, sociales y personales, sector que es una bolsa de gatos de distinto color. El segundo sector más dinámico sería el de servicio doméstico, con un crecimiento de 9,6%. Qué diría el Mallku que tuvo la frase de gran alcance de que “no quería que su hija sea tu sirvienta”. Más aún considerando como contabiliza el INE el valor agregado de un sector donde predomina la informalidad.
El tercer sector más dinámico según los datos del INE sería el de restaurantes y hoteles, con crecimiento de 6,8%. A ojos vista se ha tenido una explosión de restaurantes y hoteles, pero no sabemos cuál es su tasa de ocupación.
Servicios financieros aparece también como un sector dinámico, con un crecimiento de 5%, lo que no deja de sorprender habida cuenta del encogimiento de depósitos y cartera de los bancos el año pasado. Hace falta una explicación convincente.
A la producción de bienes no le ha ido bien. La minería ha crecido al 0,1%; el sector manufacturero, al 1,8%; y la agricultura, al 2,7%; los hidrocarburos han continuado con su caída estrepitosa, con un decrecimiento de 6,7%.
La inversión, por su parte, creció al 5,7%, tasa que no está mal, pero es la más baja desde 2019, excepto la del año de la pandemia de 2020. La construcción tiene un crecimiento de 3,5%, que es el más bajo delos últimos años. El consumo privado crece al 3,2%, tasa en poco más alta que la del crecimiento del PIB.
No se ven hasta ahora los resultados de la industrialización. La planta de urea de Bulo Bulo funciona a medias, con más tiempo en mantenimiento que en producción. Las exportaciones de urea llegaron el 2023 a 78 millones de dólares, casi la mitad de las de carne bovina (136 millones). Al Mutún y a las plantas separadoras de líquidos no les alcanza el gas para poder funcionar. El litio no termina de despegar y sus exportaciones el año pasado fueron de unos muy magros 15 millones de dólares. Sea dicho de paso, Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) confronta dificultades, que van desde la elección de la tecnología apropiada hasta los de gobierno corporativo. No es encarcelando a los exfuncionarios por las fallas técnicas que se cometieron que se recuperará la plata ni se subsanarán los problemas.
El acuerdo de febrero pasado entre el Gobierno y el empresariado tiene muchos puntos (mas no todos) prometedores. Casi nada se ha cumplido hasta ahora. El apretón de manos con los empresarios, como lo decía uno de sus altos dirigentes, sólo ha servido para la foto y no ha sellado compromisos.
El tema más importante en la coyuntura actual y que está siendo soslayado es el de recuperar la estabilidad macroeconómica, corrigiendo el altísimo y repetido déficit fiscal, sincerando el precio de los carburantes y flexibilizando la política cambiaria. La situación ya está tan deteriorada que se van a necesitar medidas de saneamiento fiscal, monetario y cambiario, de gran alcance. Los parches, o peor aún, medidas punitivas como hacer apresar a los librecambistas, multar a los bancos o a los exportadores, no resolverán el problema.
Las enseñanzas de la historia son claras. Las crisis macroeconómicas, como también las crisis políticas, son muy destructivas de la economía y frenan por décadas el desarrollo del país. A veces se pasa de lado que el desorden macroeconómico no sólo se traduce en inflación, sino que también tiene efectos negativos en la producción. Si los productores no tienen dólares para importar sus insumos y si no hay combustibles, no podrán producir. Hay que evitar llegar a ese punto tomando las medidas correctivas y no ocultando la realidad con cifras engañosas.