Hace algunas semanas, la diputada chilena María Luisa Cordero largó una afirmación, más bien un insulto gratuito a los bolivianos, que ha provocado muchas reacciones de repudio en nuestro país y también, felizmente, en el vecino país.
Sin base científica alguna y sin que sus argumentos hayan sido sometidos a la crítica de sus pares o de árbitros de publicaciones especializadas, sostiene que las alturas reducen el oxígeno cerebral. La diputada no toma en cuenta que hay también chilenos que habitan en las alturas y que una gran proporción de la población boliviana vive en los llanos.
No vale la pena enojarse con las sandeces de la diputada-siquiatra y sus afirmaciones de pop-psychology (sicología vulgar). Deja en duda sus credenciales académicas.
Los bolivianos debemos tomar con humor los dichos de la diputada-siquiatra. Hace algunos años escuché decir que políticos de vecino país sostenían que los chilenos eran más cercanos a los australianos y a los neozelandeses que a los latinoamericanos, a quienes se referían algo despectivamente.
Pues bien, hay muchas diferencias entre Chile y Nueva Zelanda. Insistiré en el sentido del humor “self-deprecating” (humor autocrítico o burla de sí mismos) de los neozelandeses. En una conferencia internacional, un distinguido expositor comenzó su disertación diciendo que en su país solo había ovejas, lo que obviamente no es cierto. Ningún chileno diría, aún en tono de broma, que en su país solo hay focas.
Más seriamente, Chile no ha tenido nunca un (una) presidente de la talla de la primera ministra neozelandesa Jacinda Ardern. Al presidente chileno Sebastián Piñera, a quien tuve el gusto de conocerlo en La Paz, cuando era joven, se le escapó la rebelión popular de 2019. Esa revuelta no era por los pocos centavos de dólar que había aumentado el pasaje del metro, sino que tenía causas más profundas, como las de una muy desigual distribución del ingreso, en nada comparable a la de Nueva Zelanda.
Hace algunos años, el Almirante José Toribio Merino nos trató de auquénidos. Podíamos reaccionar como el expositor neozelandés haciéndonos la burla de nosotros mismos y del almirante, que cosa grave para un profesional de la marina no sabía manejar mapas y no podía ubicar el hábitat de las hermosas llamas, estrellas de la bella película boliviana Utama.
La distribución de tonteras en el mundo es equitativa. Las han dicho nuestros políticos con relación a Chile, como también los políticos chilenos con relación a nuestro país. Creo que, justamente, para saltar las vallas de las tonteras se necesitan libros como el de José Rodríguez Elizondo y Gonzalo Mendieta Romero Bolivia y Chile. Entre la censura y la historia (Plural editores, 2025). La importancia que le da Rodríguez Elizondo a la relación trilateral Bolivia, Chile, Perú es notable y es bienvenida. Leyendo las páginas de Mendieta Romero, uno añora la calidad que tenían nuestros diplomáticos de antaño.
Para mi gusto, hubiese querido tener en el libro una visión más prospectiva. El mundo está cambiando rápidamente y los cambios deben estar en nuestro radar. Deberíamos examinar con más atención las posibilidades de comercio, de inversión, de transporte y de intercambio científico y cultural de los dos países.
Lo de comercio, inversión y transporte puede parecer bajamente materialista, pero está claro que no lo es. En el campo científico y cultural, muchos compatriotas se han educado en universidades chilenas o se han hecho curar en hospitales chilenos. Nosotros también tenemos institutos de excelencia en algunas ramas. Se puede ganar del intercambio, respetando las ventajas comparativas de cada uno.
Chile tiene actualmente un PIB per cápita tres veces mayor que el de Bolivia (en $us corregidos por paridad de compra), pero nuestro país tiene un bono demográfico, con su población joven, que se suma a una gran riqueza natural. Corea tenía un PIB per cápita similar al de Bolivia en 1950, pero veamos ahora dónde está. Si hacemos las cosas bien, nuestro PIB per cápita puede aumentar sustancialmente en dos generaciones y rebasar al de nuestros vecinos, que no deberían subestimar nuestro potencial. Los dos países podemos ganar con buenas relaciones.
Juan Antonio Morales es PhD en economía y fue presidente del Banco Central de Bolivia.