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Mirada multidimensional | 07/01/2025

Reencausar el discurso de los pretendientes

Rolando Morales
Rolando Morales

El discurso de los principales pretendientes a la presidencia de Bolivia está centrado en la posibilidad de desplazar al MAS del gobierno en la posible unión de los opositores, y en proporcionar dólares y carburantes en abundancia. Si esos son sus objetivos principales, tal como lo indican en diferentes documentos y declaraciones públicas, encuentro que están mal enfocados y lo explico por qué.

Se espera que el discurso de cualquier pretendiente para ganar la simpatía del electorado debe estar orientado a políticas para mejorar las condiciones de vida de la población. Ello implica referirse al crecimiento económico, al empleo, a los ingresos, a la pobreza, a satisfactores básicos como la educación, los servicios de atención a la salud, la vivienda, el agua, la alcantarilla, la paz y la tranquilidad social, el medio ambiente sano y agradable.

La arenga actual de las pretendientes difícilmente compagina con este discurso, pero hay más.

Los últimos años fueron malos para la economía, pero los peores se observaron a comienzos de siglo, durante los gobiernos liberales, donde el déficit fiscal llegó a 8,8%, las reservas internacionales cayeron hasta 854.000 dólares, las exportaciones, a 1.350 millones de dólares, etc. Conviene recordar esto porque nadie quiere regresar al pasado liberal de comienzos de siglo ni al pasado reciente. Ello significa que el país espera que el discurso de los pretendientes traiga aire fresco, se modernice y ofrezca innovar evitando repetir errores conocidos.

Un segundo plano que requiere ser mejorado es el discurso relativo al funcionamiento de la justicia. En el pasado, la justicia nunca funcionó bien, basta recordar cómo, basados en calumnias de todo tipo, se defenestró al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Edgar Oblitas (y después a Ernesto Poppe, con objetivos políticos). Durante el gobierno del MAS, el manoseo de la justicia fue más grave aún, siendo actualmente Evo Morales la principal víctima de lo que él propició. A algunos les parecerá que eso hace parte de la justicia divina (“el que a hierro mata, a hierro muere”), pero entre humano tenemos que buscar tener un sistema de administración de la justicia que sea probo donde, incluso, los peores delincuentes, sean juzgados de acuerdo con la ley y donde el poder político no intervenga en las decisiones de los jueces. Sería bienvenido que los pretendientes a la presidencia insistan sobre este punto y que contribuyan a la educación ciudadana con sanos criterios sobre cómo debería funcionar la justicia.

Un tercer plano es el relativo a la integración nacional. El actual discurso de varios de los líderes políticos es excluyente. Si se continua en esa línea, corremos el riesgo de agudizar la actual división entre los urbanizados, los campesinos originarios y los suburbanos. No he escuchado hasta el presente a los actuales líderes políticos alguna palabra de simpatía o acercamiento hacia la población rural o suburbana, mucho menos algún discurso estructurado ofreciendo mejorar sus condiciones de vida. Han hecho todo lo posible para poner a Evo Morales en la lona, lo han logrado de alguna manera, pero piensan que con ello han derrotado al movimiento campesino y suburbano, por eso lo ignoran. Este es un error de gran magnitud, pues el movimiento campesino y suburbano, desde el gobierno o la oposición, tendrá una gravitación cada vez mayor en la política y economía de Bolivia.

El discurso de los pretendientes se resume en tres palabras: Evo, dólares y carburantes. Si insisten y se limitan a ello, no se puede esperar que hagan un buen gobierno.

Es la primera vez en la historia de Bolivia en que el debate político es tan pobre y lleno de maniobras reñidas con la ética. Contrariamente a lo esperado, los líderes de la clase media y de la clase media alta no producen ideas ni tampoco comportamientos dignos de ser imitados por las próximas generaciones. La prueba de ello es su pobre y mal desempeño en el Parlamento y en el actual debate político con miras a las próximas elecciones presidenciales. Urge que los pretendientes hagan un esfuerzo para mejorar su discurso. Hay bastante tiempo para ello por eso se puede guardar esperanzas de que eso ocurra.



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