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Surazo | 22/02/2024

Profesión: bloqueador

Juan José Toro
Juan José Toro
Hace unos 35 años, cuando era un bisoño reportero en el desaparecido periódico El Siglo de Potosí, me tocó entrevistar a un dirigente del entonces recién aparecido “transporte libre” que anunciaba la ejecución de un bloqueo por alguna demanda de la que ya no guardo memoria.

Para entonces, y pese a mi inexperiencia, ya me había dado cuenta que bloquear eran una medida estúpida porque no afectaba directamente a las autoridades, a las que se les reclamaba y siempre encontraban la manera de proseguir sus actividades, sino al ciudadano de a pie, que es quien utiliza el transporte público.

Peor aún, los bloqueos de caminos son lo más insensato porque su primer efecto es cortar la comunicación entre las ciudades. En estos casos, los más perjudicados son los económicamente débiles, aquellos que no pueden pagar un pasaje de avión, así que deben viajar por carretera. Las autoridades, a las que se quiere presionar, incluso tienen transporte aéreo privado. 

El asunto de la paralización del aparato productivo es todavía más serio porque el dañado no es el gobierno, sino el país.

Con esos argumentos, recuerdo haberle preguntado a ese dirigente, cuyo nombre de pila era Beto, si es que no se podía buscar otra manera de presionar a los gobernantes sin perjudicar al ciudadano común. “No, pues —me respondió—. No sabemos hacer otra cosa”.

Agradezco, hasta hoy, la sinceridad de Beto, que falleció hace varios años, porque me dio las bases sobre las que construí mi visión sobre los bloqueos. Mi conclusión es que, por una parte, son el reflejo de la incapacidad de los dirigentes que, en efecto, no saben hacer otra cosa; pero, por otra, muestran exactamente lo contrario: dirigentes muy hábiles pues han encontrado una manera de procurarse ingresos eventuales. ¿Cómo? Muy fácil: los bloqueadores suelen cobrar peaje o recibir algún otro tipo de beneficio económico para dejar pasar a los viajeros. Es como si nos apretaran el cuello, ahogándonos, y aflojaran un poco la presión cuando se les paga.   
     Bolivia lleva décadas afectada por bloqueos y, si alguien hiciera un cálculo científico sobre las pérdidas que eso le ha ocasionado al país, encontraría una cifra astronómica y una de las causas de nuestro retraso.

Por eso, debemos condenar los bloqueos y dejar de tolerarlos. Es inaudito que, usando el pretexto de los “autoprorrogados” y la crisis económica, los “evistas” nos hayan bloqueado y ahora amenacen con volverlo a hacer. 

Se habla de aprobar normas que penalicen los bloqueos, pero nos olvidamos que éstas ya existen, incluso en la Constitución. El problema es que los gobiernos no las aplican. Según esas normas, el bloqueo es un delito y quien lo ejecuta, un delincuente. Los gobiernos que toleran los bloqueos son cómplices y encubridores.

Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

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