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Mesa de Noche | 03/02/2021

Primarias electorales, la reforma política necesaria

Marcelo Arequipa Azurduy
Marcelo Arequipa Azurduy

El proceso electoral general de 18 de octubre pasado y el que se viene este 7 de marzo deberían llevarnos a revisar algunas cosas que en los últimos años las analizamos, pero muy a la rápida y sin la profundización necesaria. Uno de estos temas creo que tiene que ver con el proceso de selección y elección de candidatos para los distintos cargos que se tienen que elegir mediante el voto.

En los procesos electorales de 2019 y 2020 varias organizaciones políticas tropezaron con el hecho de que sus candidatos renunciaron a sus candidaturas; por otro lado, desafortunada y tristemente otros candidatos fallecieron y entonces las propias organizaciones políticas tuvieron que replantearse la posibilidad de sustituirlos. Lo que raya en la ironía más grande es que a la primera señal de posible inhabilitación de algún candidato, los afectados introducen demandas ante Tribunal Constitucional Plurinacional para que se paralice el proceso y el postulante siga en competencia.

Este marco descrito nos lleva a la necesidad de replantearnos la idea de realizar primarias al interior de las organizaciones políticas. Pero no unas primarias al estilo más general de algunos países de Occidente, sino que conjuguen dos mundos de la representación política boliviana.

El primer mundo de esa representación política está contenido en la dinámica que caracterizan a las estructuras políticas, es decir armonizar los liderazgos propios del partido con los invitados, por ejemplo. El segundo mundo lo contiene el campo organizacional, me refiero a entidades que van desde comités cívicos y colegios de profesionales, hasta organizaciones sociales urbanas y rurales.

Ambos mundos de la representación política pertenecen a nuestra realidad. Por un lado, podemos estar agremiados a alguna corporación, pero al mismo tiempo simpatizamos con alguna organización política. Por otro lado, algún partido puede tener en su interior el apoyo de organizaciones sociales o haber nacido a partir de un movimiento social urbano tipo Comité Cívico. Por tanto, no hay duda que esto forma parte de nuestra dinámica política.

La experiencia vivida el año pasado y éste nos lleva a pensar que esos dos mundos de la representación política deben conjugarse y materializarse en una propuesta de reforma político electoral de cara a las elecciones que vengan en el futuro. Por otra parte, si bien es cierto que la actual ley de organizaciones políticas contempla la idea de unas primarias cerradas para elegir candidatos, sigue pensando en una competencia con una carga demasiado formalista y separada de la dinámica real. Por eso, entre otras cosas, es que cuando se las quiso implementar fueron duramente criticadas. No sirvieron para su propósito de democratizar a las organizaciones políticas.

Trabajar una reforma política que permita a las organizaciones y a sus militantes seleccionar y elegir en mejores términos a sus candidatos, no solo a la presidencia, sino a cargos en el Legislativo y en los gobiernos subnacionales, nos ahorraría todos los problemas que empañan las campañas electorales: seguimos anclados en denuncias de candidaturas que no fueron consensuadas, que fueron impuestas por la dirigencia o que tienen supuestos derechos hereditarios para estar ahí. Y no se trata de reescribir la historia, sino de aquello que en clave alentadora dice Rudiger Safranski: "La democracia debe volver a comenzar consigo misma".

Marcelo Arequipa Azurduy es politólogo y docente universitario.



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