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Mesa de Noche | 20/01/2021

A favor de la importación privada de vacunas

Marcelo Arequipa Azurduy
Marcelo Arequipa Azurduy

El problema de salud pública en el que se ha convertido la pandemia del coronavirus ha abierto debates amplios y complejos en relación a lo que hacen las farmacéuticas en el mundo, los gobiernos de los Estados y el comportamiento de los ciudadanos. Pareciera que con la experiencia que llevamos acumulada, algo más deberíamos haber aprendido los tres actores mencionados; sin embargo, esto tiene sus matices, en gran medida porque el espectro de los intereses es muy extendido y complejo. Por eso ante el escenario de segundas y terceras olas de la pandemia, un elemento clave es la obtención de las vacunas y si es posible que los actores privados puedan importar para inmunizar junto con el Estado a su población.

Algunos ejemplos al lado nuestro nos muestran que en el caso del Brasil, que alberga a empresarios privados de ese país, avanzan en negociaciones para adquirir una vacuna de la India, lógicamente previa aprobación de la calidad de la misma por su respectivo ente regulador de medicamentos, que depende del Estado. Ello es aparte de la vacuna que el gobierno se encargará de distribuir de manera gratuita.

En el caso del Perú, además de inmunizar desde el Estado con la vacuna china y la de Oxford, el gobierno de ese país acaba de aprobar un reglamento que permite un registro sanitario condicional por un año a medicamentos y vacunas que dan lugar a una emergencia nacional declarada por el gobierno. Es decir que los privados pueden importar la vacuna. Esta decisión fue cambiada respecto del año pasado en la que se aseguraba que ningún privado podría importar vacunas porque la incertidumbre aún en ese entonces sobre estas era importante.

En el caso de México, también existe un avance importante a la apertura de la importación privada de vacunas, dado que su presidente, Andrés Manuel López Obrador, hace pocos días dijo que no habría oposición si los privados y autoridades regionales quieren importar vacunas; el espíritu es que se vacunen todos y pronto.

Volvemos a nuestro contexto, al igual que los otros casos mencionados, el Colegio Médico de Bolivia pidió que se pudiera abrir la importación de vacunas. Existe a la fecha un Decreto Supremo firmado por el presidente Luis Arce en el que faculta a los entes estatales y privados a la importación de respiradores y equipos clínicos para atender la pandemia, no vacunas. En ese sentido, es importante que el gobierno se abra a mantener una acción coordinada y formal con la empresa privada además de con las autoridades regionales y locales para este segundo tema.

Es de sobra conocido que tenemos un mercado negro o informal de todo tipo de productos; en este contexto por ejemplo los hay para la venta desde las mascarillas que se pueden comprar en cualquier esquina, hasta medicinas que se importan vía contrabando. Incluso pensando en que el gobierno autorice la comercialización de la vacuna a los privados lograría con eso que éstas no aparezcan en el mercado informal y de paso recaudar impuestos por estas que deberían ir para la compra de más vacunas gratuitas a la población.

Seguramente existirán personas que no estén de acuerdo con la venta de la vacuna, sin embargo, en tiempos tan catastróficos como los que estamos viviendo tenemos que pensar en que los empresarios privados son aliados útiles que pueden ayudarnos a levantarnos de manera conjunta como país. Finalmente, ya que estamos hablando también en estos tiempos de salud y de crisis económica, hay que recordar que a la empresa privada también le importa tener a sus trabajadores vacunados porque el costo de que no puedan ir a sus fuentes laborales es más alto, por eso igual salimos ganando todos.

Marcelo Arequipa Azurduy es politólogo y docente universitario.



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